sábado, 12 de enero de 2013

TODO CAMBIA, NADA ES.



MAGIC MIKE
dirección de Steven Soderbergh (2012).

LO IMPOSIBLE
dirección de J.A. Bayona (2012).

UN REINO BAJO LA LUNA
dirección de Wes Anderson (2012).

UNA AVENTURA EXTRAORDINARIA
dirección de Ang Lee (2012).


Nadie se baña en el río dos veces
porque todo cambia en el río y en el que se baña.
Heráclito



         Los strippers de Magic Mike viven el momento. Sus cuerpos esplendorosos son deseados por las mujeres que asisten al lugar donde se presentan o quienes rentan sus servicios para satisfacer fantasías y amores imposibles. Las posibilidades del placer son infinitos: sexo, drogas, alcohol, según las ambiciones de cada uno. El personaje titular llamado “Magic Mike” (Channing Tatum) recluta posibles clientas y en esta ocasión se apoya en un efímero compañero de sus diversos trabajos cotidianos (construcción, fabricación de muebles con chatarra) que ahora se encuentra sin empleo, Adam (Alex Pettyfer). Ante el éxito de conseguir ocho o nueve chicas universitarias, Mike le ofrece que trabaje como asistente en el cabaret. Cierta situación hace que el dueño del espacio, Dallas (Matthew McConaughey) fuerce a Adam para que se desnude e inicie así su nueva carrera. Su extrema juventud (19 años) ante los compañeros que ya rondan la treintena es contrastante. Adam encuentra todas las posibilidades y las ilusiones efímeras: el mundo en sus manos. Mike encontrará las realidades del tiempo que pasa y los reveses que la vida de pronto aplica en lo que se siente seguro y controlado.


         La familia de Lo imposible viaja a un bello hotel vacacional a las playas de Tailandia para pasar la Navidad. Henry (Ewan McGregor) y María (Naomi Watts) viven en Japón. Henry es inseguro y nervioso. María es médico que no ejerce. Tienen tres hijos que van de los once a los cinco años. El hombre teme perder su empleo que le significaría un grave problema. De pronto, se ven envueltos en el terrible tsunami que ocurrió en dicho lugar a fines de 2004. Milagrosamente, dentro del caos, María y Lucas, el hijo mayor (Tom Holland) se encuentran. Henry, a su vez, sobrevive, lejos de esposa e hijo mayor, al lado de los dos pequeños. La cinta narra los hechos verdaderos que ocurrieron a una familia española en ese fenómeno, pero más importante es el sentido de fragilidad de la vida que puede cambiar en un momento. Las preocupaciones normales de Henry en condiciones estables pierden su prioridad ante lo extraordinario. El título es adecuadísimo para darnos a entender que todo puede suceder y que aquello que damos por hecho se puede tornar humo en segundos.


         El joven Pi (Suraj Sharma), en Una aventura extraordinaria cuyos padres tienen un zoológico en la India debe mudarse junto con los animales a nuevos horizontes. En el trayecto, por una tremenda tormenta, la embarcación naufraga. Pi se salva y se encuentra solo en el ancho mar, en un bote salvavidas, acompañado primero de una zebra herida. Luego, aparece en el mar una orangutana. Surge una hiena que estaba escondida en el bote, lo mismo que un enorme y majestuoso tigre de Bengala. Pi deberá sortear esta situación y evitar que el felino (que se encarga de deshacerse de los otros animales) lo ataque. Su vida tranquila y plena de ilusiones en Pondicherry y las expectativas de su nuevo hogar lo han dejado, ahora, en el vasto mar. Otro desastre debido a un fenómeno natural cambia sus planes y altera sus prioridades.


         Los jovencitos Sam (Jared Gilman) y Suzy (Kara Hayward) de Un reino bajo la luna viven en la ficticia Isla de Penzance. Se conocen y se enamoran. Pasa un año: el huérfano Sam está de campamento pero se ha puesto de acuerdo con la agresiva Suzy para escapar y alcanzar su anhelo de libertad. En la campiña se declaran su amor, tienen los besos púberes iniciáticos, son encontrados, vuelven a escapar, llega una terrible tempestad que, según los datos de la cinta, fue el fenómeno natural más destructivo en la historia de la isla. Todo vuelve a la normalidad, de otra manera, pero los pequeños han vivido la aventura de su vida: la que ella, niña, lee en los libros que devora y el pequeño, acostumbrado a los hogares custodios, logró inventarse y efectuar gracias a sus conocimientos de niño explorador.


         Cuatro películas que coinciden en los cambios que se sufren como personas y como habitantes de un mundo que nunca ha sido seguro y siempre nos tiene en vilo. Cuatro aventuras en la experiencia cotidiana que nos transforma y nos hace reestructurar la existencia. Cuatro formas de encontrar nuestro lugar en la tierra. Finalmente, aunque nos hagan reflexionar sobre nuestros procesos de madurez (sexual, familiar, emocional) en realidad, no dicen nada nuevo. 
Todos hemos vivido estos cambios y al meditar nos daremos cuenta de cómo éramos y cómo somos: ¿qué fue aquello que nos revolvió internamente para que el tiempo nos tornara distintos a lo que fuimos? Los errores y las equivocaciones por la corta edad. El haberse quedado en una etapa para siempre y ahora mostrar una vida patética. La alternativa de ir evolucionando y comparar lo que éramos y lo que hemos logrado. La maravilla del cine que nos ofrece, por medio de imágenes, estas metáforas visuales.



         Y tenemos a un stripper que sabe que en los cuerpos, las carnes se desplomarán y las pieles se ajarán, menos su esencia. 


Y una familia tendrá que enfrentar sus miedos y sobrevivir para seguir adelante, distintos, unidos. 


Y un joven tendrá que aprender, sobre la marcha, cómo poder enfrentar a la vida. 


Y un par de muchachitos se dará cuenta de lo que significa el amor y las reglas del dolor de crecer. Finalmente, todo está en constante movimiento y nunca permanecemos iguales, aunque lo parezca (o no lo parezca).



         


sábado, 5 de enero de 2013

RETRATOS FEMENINOS



DOS PELÍCULAS DE ALEJANDRO GALINDO

=Una=

LAS INFIELES
Alejandro Galindo (1953)

         Alejandro Galindo (Monterrey, 1906 – Distrito Federal, 1999) inició su carrera como director de cine en 1937 con Almas rebeldes que sería el primer título de una larguísima filmografía que lo colocaría como gran retratista del personaje urbano-popular (Campeón sin corona, ¡Esquina bajan! o Una familia de tantas). Sin embargo, en 1953 comenzaría a filmar una serie de melodramas con discursos contra la hipocresía de clase, el aborto, la infidelidad y los atentados hacia la pureza juvenil.

El retrato de la vanidad y la ambición disfrazada de fervor religioso: Alejandro Galindo (1950)

         Usualmente criticados negativamente o considerados como otra etapa dentro de su carrera ya que el común denominador está en que la clase alta es el espacio de las peores ignominias y las clases medias o bajas tienen el dominio de las buenas intenciones, se olvida que al maestro Galindo siempre le interesó el personaje sencillo como víctima de las circunstancias sociales (Campeón sin corona), denunció al rico hacendado que estaba contra la reforma juarista (Doña Perfecta)o estableció a la clase media, en la vieja concepción previa al modernismo alemanista, como parte del infierno sobre la tierra (Una familia de tantas).

Irasema Dilián, actriz europea transplantada a México de 1950 a 1955.

         Las infieles es una superproducción de Clasa Films Mundiales. Su reparto está conformado principalmente por mujeres: de hecho, los hombres son minimizados en sus roles como maridos y ni siquiera aparecen en los créditos, fuera del galán Armando Calvo (Rafael). La trama gira alrededor de un grupo de damas de sociedad: Consuelo (Martha Valdés), Emilia (Emperatriz Carvajal), Carmen (Rebeca Iturbide), Enriqueta (Eva Martino) y Leticia (Rita Macedo) que están al pendiente del retorno de Rafael, escritor de fama, quien ha pasado años fuera del país. El día en que se ofrecerá una cena en su honor, llega Beatriz (Irasema Dilián) para atender a Luisito y Rosaura, los hijos de Constancia (María Douglas), mujer distraída, ya que es tiempo de vacaciones. Constancia es hermana del escritor, además de hija de Remedios (Prudencia Grifell) quien les ha heredado en vida la cantidad de cincuenta millones de pesos.

Armando Calvo, actor español que hizo su carrera en México, principalmente.

         ¿Por qué el título de la película? Todas las mujeres, excepto Beatriz, núbil, educada en Europa, han sido de alguna u otra manera infieles con sus maridos: Consuelo, casada con el mejor amigo de Rafael, fue amante de éste, por lo que al enterarse de sus amoríos, el esposo decidió suicidarse dejándoles una carta de reproche (y por tal motivo Rafael decidió alejarse de México); Emilia vive seduciendo jovencitos (“¡Ay, son tan lindos!”); Enriqueta (“me regalan los vestidos porque le regalo diseños al modisto"), lo mismo que Carmen (“es que es tan emocionante saber que va uno a caer, sin tener la seguridad de que va uno a caer”), engañan a sus maridos; Leticia fue novia de Rafael pero luego se alejaron: ahora es amante de Carlos (Alberto Carriére), rico venido a menos quien le propone matrimonio (“¿Para qué?, ¿para seguir con esta vida de quiero y no puedo?”) pero ella sigue con la ilusión de que volverá a atraparlo.

Rita Macedo como la malvada Leticia y Alberto Carriére como su amante.

         La trama no es fácil de resumir. Baste con establecer que Beatriz y Rafael se conocen de manera ruda por parte del escritor. Luego van enamorándose. Aunque las mujeres buscan la manera de ponerla en vergüenza (hay una secuencia donde hablan en inglés, la critican, le llaman “sirvienta” y hasta se preguntan en dónde habrá adquirido sus cualidades como dama, a lo que Beatriz les responde, en el mismo idioma, que fue en el colegio irlandés donde estudió), Rafael llega a desposarla ante el enojo de todas las mujeres.

Emperatriz Carvajal, Rebeca Iturbide y Eva Martino 
en una interesante composición fotográfica de Agustín Jiménez.

        Luego viene la otra parte: Beatriz viene a ser la confidente de Constancia quien le revela que el padre de su hijo Luisito (Fernando Luján) es nada menos que Carlos quien la chantajea para no contarle la verdad. Beatriz, quien ha recibido un cheque por 30,000 pesos de parte de Remedios, lo endosa a Carlos para que calle su amenaza. Leticia se entera y cuenta el hecho a Rafael quien reclama a Beatriz pero ésta debe callar. Cuando Carlos se enferma, al borde de la muerte, por despecho a Leticia que lo ha abandonado, llama a Constancia para decirle la verdad, antes de morir.

María Douglas como la infiel Constancia confesando su pecado a su cuñada Irasema Dilián

         Y entonces llega el epílogo: todas las mujeres se reúnen en casa de Beatriz para darle el tiro de gracia pensando que Rafael la repudiará finalmente, sobre todo cuando le han arreglado una cita a ciegas con un gigoló profesional. Beatriz aprovecha el momento para poner a cada una en su lugar; Rafael llega en este punto ya enterado de la realidad detrás de las calumnias contra la buena Beatriz.

Fernando Luján, a los 13 años, representando menos edad, en su tercera película

         La película es tan elaborada como cualquier melodrama que se respete (y que ahora podemos reencontrar en las telenovelas) y sus cualidades recaen en los valores de producción. El argumento original de Dino Maiuri (esposo de la Dilián) fue adaptado por Julio Alejandro (uno de los mejores guionistas que tuvo el cine mexicano: junto con Edmundo Báez fue campeón del género) al servicio de la actriz, aunque sin descuidar a los demás personajes. La cinta inicia en un inmenso y barroco salón de belleza (al estilo de esos años, con cortinas corredizas y los grandes cubos para sudar, aparte de las salas de masaje) donde las damas de sociedad platican y se cuentan los chismes de moda. Cada personaje se sugiere. Luego vendrá una fila de secuencias que subrayarán su estatus de pareja para, finalmente, durante la fiesta, cerrar las descripciones. Todo es amoral, deliciosamente perverso: juegos de apariencias porque ni todas son tan ricas pero todas son condenables.


Irasema Dilián no puede contarle su secreto a la suegra Prudencia Grifell

         La mansión sí parece ser una gran casona desde la locación exterior, hasta los inmensos interiores que describen sala, comedor, biblioteca, cuartos de los niños, pasillos. Los vestuarios son lujosos y variados. Al ser una cinta con personajes femeninos, de posición, se muestra una gran diversidad de modelos. Hasta los vestidos cotidianos de Irasema Dilián no se sienten comprados en cualquier almacén clasemediero. No olvidemos que era la Clasa Films de los años cincuenta: marca de prestigio y de producciones importantes. Y la fotografía es excepcional: Agustín Jiménez nos ofrece composiciones perfectas, grandes panorámicas de barrancas y campos, iluminaciones perfectas con sus luces y sombras, claroscuros.

La fotografía es toda una lección de encuadre y composición por Agustín Jiménez

         Otro detalle que da idea de la apabullante modernidad es la aparición de una grabadora de cinta en carrete (ya no de hilo metálico como había sido común durante la guerra mundial) que ha recibido Luisito como regalo de su tío cosmopolita. Apenas tres años atrás habíamos visto una grabadora directa sobre disco de pasta en El amor no es ciego (1950, Patiño Gómez) y ahora otro aditamento electrónico surgía para ser nuevamente cómplice del melodrama: Luisito se enteraba que era hijo de Carlos, al dejar encendido el aparato con toda intención: otro punto que no había mencionado pero que servía más que nada para enfatizar el alma de sacrificio de Beatriz y el amor filial entre el marido engañado y el niño inocente. En la cinta de Patiño Gómez, era más con fines humorísticos.

Emperatriz Carvajal y Eduardo Alcaraz quien interpreta a su marido. 
Los hombres, fuera de Armando Calvo, no reciben crédito en la película

         Al maestro Galindo no le hunde el género. Al contrario, le sirve como vehículo para terminar las películas con sus moralejas y sus condenas. Los personajes “buenos” permiten la redención de quienes han sido orillados al mal por seres perversos. Existe esperanza de bondad, sin que esto diga que se ha eliminado por completo al demonio. Es el momento en que Dios aleja a las “infieles” y los espectadores hemos disfrutado de un género netamente nuestro. 


=Dos=


ESPOSA TE DOY
Alejandro Galindo (1956)


En los créditos de la película, Martha Elena Cervantes es anunciada como Malena. Ya había participado en un rol pequeño en "El diario de mi madre" (Roberto Rodríguez, 1956).

         Dentro de esta serie de melodramas, Galindo filmó, como autor completo (guión y dirección), una alabanza al matrimonio, con todos sus problemas debidos a la inexperiencia, así como su correspondiente condena al divorcio, en la historia del Ing. Alberto del Valle (David Silva, con aspecto mayor, ya que estaba a punto de la cuarentena: aparte fue coproductor de la película) y Sofía de la Llave (Martha Elena Cervantes, aunque en los créditos se presenta como “Malena Cervantes”, bastante jovencita y contrastante) que reciben sendas despedidas de solteros. Luego de la boda comienza lo que Tennessee Williams plasmaría en una obra teatral como “período de ajuste” donde cada uno establece sus costumbres y hábitos personales dando lugar a pequeños pleitos (no dejar la ropa tirada; no exprimir el tubo de pasta dental desde el centro).

De izquierda a derecha, la segunda es Maricruz Olivier y luego Cervantes: las otras, son efímeras e ilustres desconocidas que tanto apoyaba el maestro Galindo, aunque les dio crédito, no trascendieron.

El tema central es la influencia de la madre de Sofía sobre su modo de actuar, además del ingreso en su vida social de su amiga Amelia (Maricruz Olivier), divorciada, a la cual apoya Alberto contra la discriminación social que recibe (“los hombres me toman como disponible”), sobre todo cuando conoce a otro hombre, Honorato (Carlos Riquelme), con el cual se casará. Al invitarlos a cenar a su casa, y luego repudiarlos por consejo materno, hay un pleito que hace que Sofía quiera dejar su casa. Alberto la detiene y es él quien se va (“me voy y no volveré hasta que no reconsideres tu actitud”). Sofía comienza a vivir los problemas de estar sola. Un amigo abogado de Alberto inicia los trámites de divorcio. Amelia visita a Sofía para convencerla de que comete un error. Sofía recapacita y ambos inician lo que, aparentemente, será su etapa de felicidad.

Elena Luquín y David Silva en el burdel donde le dice que ya no le interesan otras mujeres.

Como en todas las demás cintas de Galindo suceden muchas cosas: la película inicia con la despedida de soltera donde las mujeres hablan de la importancia de los aparatos eléctricos para la felicidad del hogar y en donde se enteran de la situación de divorciada de Amelia. Inmediatamente se pasa a la despedida de soltero en la cual los amigos de Alberto le obligan a visitar un burdel donde le escogen a una prostituta que el hombre rechaza porque le explica que desde que decidió casarse, mira de manera diferente a las otras mujeres. Una visita a la casa de los suegros, donde Alberto llega tarde permite que nos enteremos que el padre de Sofia deba irse a una reunión que, entonces sabemos, es en realidad con una amante. Son estos momentos los que van complementando los datos, por ejemplo, del personaje materno y su amargura.

La divorciada Amelia le dice que hubiera preferido hacer su vida 
con el hombre al cual le entregó su virginidad

Galindo juega con una paradoja: Sofía está por convertirse en aquello que ha criticado en Amelia. Al sostener su pleito con Alberto le llama “una cualquiera” y hasta llega al grado de comentarle que su nuevo matrimonio será “una tapadera”. Por eso es interesante que sea Amelia quien vaya a convencerla de que no lo haga (“los hombres nunca se van: nosotras los echamos”) y llega al grado de confesarle que aunque ama a Honorato, rechaza su situación (“yo siempre hubiera preferido el haber hecho mi vida con el hombre al que me entregué por primera vez y nunca haber sido ¡una divorciada!”). Sofía cede ante este cubetazo de agua fría: en realidad ama a su marido (en un gesto que recuerda a la Raymunda en “La malquerida” de Emilio Fernández, Sofía acaricia el saco de su marido ausente como muestra de amor y deseo).

Expresión del deseo ante el hombre ausente al acariciar sus ropas

Galindo ofrece sus comentarios urbanos y sus detalles verbales y  visuales. Mientras firman el acta de avenencia en el juzgado, se acerca un bolero con el juez (“¿Grasa, jefe?”). Al tomar un café Alberto y su abogado se atraviesa la mesera pidiendo órdenes para otras mesas y un billetero ofrece su lotería. Hay otros casos que se mencionan para dar idea del mundo que rodea a un divorcio. Hay un personaje lateral, Guadalupe (Emma Roldán), la sirvienta que atendió la casa de Alberto cuando era niño, a la cual se obliga a usar uniforme formal y hacer las cosas de otra manera.


La madre de Sofía (Maruja Grifell) le pide a su marido (José Baviera) 
que se vaya a cumplir con su amante

Hay todo un conjunto de personajes femeninos estupendos, rescatables, en el universo del maestro Galindo. Diferencia por supuesto, de manera implacable, a las “malas” (infieles, perversas, amargadas) de las “buenas” (entregadas a la moral, las buenas costumbres, la entrega de la virginidad al marido que lo será para toda la vida).
El juzgado mexicano: escenario importante en el cine de Alejandro Galindo

El discurso pertenece al mundo masculino. No eran los tiempos de la liberación femenina y las mujeres tenían pocos años de haber conseguido el voto. Lo que ahora nos parece una aberración era entonces “la clave de su felicidad” porque estaba al servicio del hombre, del salario, las comodidades y la casa con sus hijos y sus aparatos eléctricos. Hay un contexto y un marco histórico, real, correspondiente a esos años cincuenta. Lo que se critique negativamente al maestro Galindo siempre dependerá del cristal con que se miren sus películas.

Para ser felices toda la vida: es la clave de la felicidad...







         









            

BUEN COMIENZO 2013




AMERICANO
2011. Dir. Mathieu Demy.

I

            Americano puede leerse de dos diversas maneras. La más simple, que será común a la mayoría de los espectadores, es lineal y limitada por la trama de la película: Martín, un joven francés recibe la noticia de que su madre ha muerto en Los Ángeles. Separado de ella desde pequeño, piensa que nunca le importó y al enterarse que ha dejado su departamento a una chica mexicana que la visitaba y que era su vecina, desde pequeña (de la edad de Martín), decide ir en su busca a Tijuana donde la encuentra prostituida. Luego de muchas peripecias descubre la verdad.

            La película entra al género de aventuras, con casualidades impensables. El contraste entre la vida inicial de Martín, en pareja, con problemas usuales (que luego nos enteramos se deben a esa inestabilidad emocional por el alejamiento de la madre) para pasar a su rechazo a Estados Unidos y lo que le representa (incluida una tía, interpretada por la avejentadísima Geraldine Chaplin) llegará a una etapa extrema al descender al inframundo tijuanense, en ese cabaretucho llamado “Americano” donde trabaja la ahora desnudista Lola (Salma Hayek, en el tipo de rol que la dignifica).

II

            Una segunda lectura, más rica, se desprende de la cinefilia del espectador. Demy, en su primer largometraje como director, utiliza a su familia como antecedente, homenaje, complemento. 


Demy es hijo del realizador Jacques Demy (1931 – 1990) a quien debemos una de las filmografías más bellas surgidas de la Nueva Ola Francesa en adelante (“Lola”, “Los paraguas de Cherburgo”, “Piel de asno”, entre muchas); y de la directora belga Agnès Varda (1928, todavía viva y activa en su oficio), a quien se debe una precursora del mencionado movimiento (“La Pointe-Courte”, 1955) y la fascinante “Cleo de 5 a 7” como antecedente de una serie de títulos apasionantes.

            Varda y Demy estuvieron en Los Ángeles a finales de los años sesenta donde filmaron sendas películas. Posteriormente, durante un período de separación momentánea (a principios de los ochenta, porque duraron casados hasta la muerte del cineasta)


Varda retornó y filmó su cinta “Documenteur”, en 1981, donde narraba la historia de una mujer separada de su marido que se iba con su pequeño hijo a vivir a otra parte. Mathieu Demy fue el protagonista, como niño de 8 años en dicha película. Aquí introduce segmentos de la cinta como recuerdos de su niñez: él mismo Mathieu niño, aparece como este mismo Martín niño. Una cuestión fantástica.

            Jacques Demy, por su parte, filmó “Lola” (1961) donde su protagonista era una mujer (Anouk Aimée) 


que se volvía obsesión para un joven hombre. Ella era bailarina que se prostituía para cuidar a su pequeño hijo porque esperaba el retorno del soldado americano que la había embarazado. En 1964, Demy revivió al personaje del joven como un rico mercader que se casaba con la embarazada Geneviève (Catherine Deneuve). Posteriormente, en “Las señoritas de Rochefort” (1967), se daba noticia de la muerte de Lola, aunque se le recuperaría como personaje también prostituido en 1969 en “Tienda de modelos”


filmada en Los Ángeles, con el retorno de la actriz original en el papel. Lola siempre fue un personaje elusivo, fugaz, difícil de atar a tierra.

            Con las referencias fílmicas, esta lectura se vuelve más rica porque sabemos que Demy nos habla de una saga familiar: recupera dos personajes de la cinta de su madre y al personaje que debe buscarse y atrapar lo llama como a la siempre fugitiva e inalcanzable Lola de las cintas de su padre. De esta manera, Demy construye una metaficción que da pie a la construcción de un personaje: el hijo que cuestiona el amor de su madre en favor de una persona que no tenía ninguna ligazón familiar y el descubrimiento, a través del engaño, que ha vivido indirectamente esa fugacidad de Lola como pretexto para que se encuentre la verdad. En un final que es digno de su padre por la ternura y el sentimentalismo estructurado, sin concesiones, que impartía a sus propias cintas, uno se asombra de que todavía haya otras formas de narrar.

            Uno debe reconocer la inteligencia y el ingenio de Mathieu Demy



también autor del argumento (que luego adaptó con otras dos personas) para construir una metaficción sobre elementos de una película (materna) y de un personaje (paterno) para dar lugar a otro personaje entrañable: Martín Cooper. La atmósfera de la película oscila entre una realidad francesa, un pragmatismo norteamericano y esa irrealidad – surrealidad mexicana. El romanticismo europeo, donde conocemos el problema de pareja de Martín y la relación con su padre; el hastío norteamericano al reencontrar un pasado que no le conmueve; el infierno mexicano donde hay pecado, mentira, personajes inencontrables en otros lugares pero que permitirá que surja la verdadera Lola, vuelta a morir.

            Mathieu Demy es tan poco expresivo como efectivo al interpretar al dolido Martín que prefiere dormir en una bañera que en la cama donde murió su madre. Tiene un bello rostro que equilibra las duras facciones de sus dos progenitores.  Y el reparto es genial: Chiara Mastroianni (hija de Catherine Deneuve, quien fuera actriz en varias ocasiones de cintas de su padre) es la novia. 



Geraldine Chaplin (otra hija de genio, ya vieja y demostrando sus limitaciones). 



Jean Pierre Mocky, un realizador francés surgido también de aquellos años de la Nueva Ola, es el padre. 



Carlos Bardem, hermano de Javier Bardem, haciendo honor a la fealdad de la familia (todos), interpreta a un padrote explotador.



Finalmente, Salma Hayek sorprende porque de sus estereotipos, muecas y manierismos a los que nos tiene acostumbrados, muestra que vale la pena al ser bien dirigida. 



Le tocó darle vida a otra encarnación de un mito fílmico.

III

Cualquier lectura que Ud. desee darle podrá ser satisfactoria porque es una película redonda acerca de la esperanza, la recuperación de las ilusiones, la justicia accidental y el triunfo del cine sobre cualquier cosa: de pronto nos decepcionamos y de repente salta una joya que nos devuelve la capacidad de asombro… Gran inicio de año.