domingo, 6 de septiembre de 2009

PEDRITO FERNÁNDEZ



Domingo al mediodía en casa. Hora de comida. Se enciende el televisor y va comenzando Los dos carnales (Gómez Vadillo, 1981, aunque en los créditos aparece como "Badillo") con Pedrito Fernández, Julissa, Pedro Armendáriz Jr., Jaime Garza, Carmen Molina, José Chávez y Jaime Santos, entre otros.

Pedrito (apenas once años de edad por lo que todavía se le nombraba con diminutivo) cuyo personaje se llama Pablo, vive junto con Toño (Jaime Santos), no van a la escuela sino que trabajan en empleos eventuales para ir sobreviviendo. Nos enteramos que la mamá de Pablo, llamada Dolores (Julissa) está en la cárcel por un robo que no cometió en la joyería donde trabajaba, pero su jefe la acusó porque ella no accedió a ser su amante. Toño perdió a sus padres y gracias a Dolores ha vivido junto con ellos. Esto lo platican los niños en una primera secuencia, como si ellos nunca lo hubieran comentado, para que nosotros, intrusos espectadores, nos enteremos de su situación.

Luego de una serie de pequeñas escenas donde nos damos cuenta de varios trabajos donde siempre "meten la pata" y son despedidos, el capataz (José Chávez Trowe) de una constructora les emplea para que limpien afuera de la oficina. Se dan cuenta de que hay un empleado activista, Francisco (Jaime Garza), que busca la sindicalización y el contrato colectivo de los trabajadores, a lo que se niega Cristobal (Pedro Armendáriz, Jr.) el dueño de la empresa. Hay enfrentamientos con golpes y sangre.

El casero del departamento donde viven Pablo y Toño les embarga sus muebles, donde estaba guardado un dinero para pagar al abogado defensor de la madre del primero. Quedan en la calle pero vuelven a la constructora donde la cocinera e intendente, doña Manuela (Carmen Molina), les consigue que ahí puedan dormir y tener otros empleos simples. Cristóbal ve a Pablo y lo reconoce: es su hijo.

Después de otro enfrentamiento ocurre un incidente: Pablo cae en un pozo profundo en una de las construcciones de la empresa. Toño corre a pedir ayuda. Todos, empleados y Cristóbal, corren al lugar. Llega la policía y los bomberos. Toño es bajado con una cuerda pero no puede sacar a Pablo. Ocurre un derrumbe que deja a ambos niños en el fondo. Entre todos, hacen un túnel paralelo para entrar y efectuar el rescate. Cristóbal va hasta la cárcel para sacar a su exmujer y llevarla al lugar de la tragedia. Luego de varias horas, logran abrir el acceso, entrar por ellos y sacarlos. Cristóbal pide perdón a la madre de Pablo y le dice que ya no tendrá que volver a prisión. Firma el contrato con los trabajadores y ocurre una fiesta para celebrarlo.

Fue una producción de los Galindo, productores que introdujeron al pequeño (y dulce: era un niño bonito) cantorcito jalisciense al cine. Sus películas son una larga fila de argumentos absurdos, fuera de toda realidad, vehículos para escuchar muchísimas canciones (en esta película que les he comentado, son siete canciones que incluyen al "Ave María" de Schubert) y llegar a las emociones básicas, primarias, de los fanáticos de la estrella (primero cuando niño, luego como adolescente y ya joven: ahora tiene 39 años -el 28 de septiembre de 2009 será ¡cuarentón!- y en estos momentos triunfa en una telenovela) así como los espectadores (en esos años) ingenuos, gustosos de ver una trama (cual fuera) donde se disfrutaría de las tribulaciones y alegrías del niño, adolescente, joven.

Una lista de sus películas nos indica que comenzó en 1979 con La niña de la mochila azul (1979) , para luego seguir con Amigo (1980), El oreja rajada (1980), Mamá solita (1980), Allá en la Plaza Garibaldi (1981), La niña de la mochila azul II (1981), La mugrosita (1982), Niño pobre, niño rico (1983), Los dos carnales (1983), La niña de los hoyitos (1984), Coqueta (1984), Delincuente (1986), Un sábado más (1987), Había una vez una estrella (1989), Vacaciones de terror (1989), Pánico en la montaña (1989), Un corazón para dos (1990), Trampa infernal (1990), Vacaciones de terror II (1991), Crónica de un crimen (1992), El ganador (1992). (Si me faltara cualquier título y algún lector me lo hiciera saber, se lo agradeceré).

En esta película los niños no van a la escuela, sino que trabajan para subsistir. Pablo vive solo junto con su amigo en un departamento, algo que en la vida real no podría ser, mucho menos con madre en la cárcel. Pablo vive en un mundo paralelo que la ficción cinematográfica mexicana creaba sin mayores problemas. Y la secuencia del accidente es genial porque llega todo un convoy de rescate que sugiere ¡la excavación de otro pozo para sacar al niño! De esta manera, ocurre algo semejante a "Metrópolis" (Lang, 1927) porque trabajo y capital se unen por el corazón, pero... con todísima proporción guardada. Tenía que reconciliarme con Pedrito del que siempre me burlé en mi columna del periódico: fue una estrella por las circunstancias y con el tiempo demostró que no iba a ser fugaz. No significa que defienda una pésima película, simplemente mencionar a un fenómeno cultural. Ya volveremos con el tema...