jueves, 20 de agosto de 2009

VIDEOHOMES DE CULTO


Cristian González (Tuxpan, Veracruz, 1958) fue alumno de escuela de cine, participante en concurso de cine experimental ("Thanatos"), fallidísimo autor de cinta intelectualoide y aburrida ("Polvo de luz" con Camacho y la Jones), pero además perpetrador de otra cinta censurable e interesante ("El imperio de los malditos"). Luego se refugió en el género infinito y desorganizado de los "videohomes" donde ha filmado un cine "de culto", creado una red de seguidores, para no dejar de aparecer repentinamente en la pantalla grande ("24 cuadros de terror", uno de los pocos estrenos interesantes del año pasado).

Su obra mayor, vendedora de muchísimas copias, es "Ritmo, traición y muerte" cuyo título alterno es "La cumbia asesina" (1991) donde Sebastián Ligarde es un agente policiaco sociópata que se enamora de una vendedora de zapatería, Eva Garbo, quien además ama a un jefe de malvivientes, o sea Jorge Luke, para desatar pasiones, escenas de extrema violencia, desnudos integrales. Se conocen, y las escenas importantes, y sus desenlaces, suceden en un pinchísimo salón de baile donde se interpreta precisamente "La cumbia asesina".

Diez años más tarde filmó la secuela, donde el agente Ligarde está encerrado en una clínica psiquiátrica a la cual llega la esposa cachonda y disoluta (Alexa Castillo) de un hombre que practica la religión protestante por lo que no tiene relaciones sexuales con ella (aparte de ser homosexual de closet). La mujer conoce, además, al mismo jefe de malvivientes Luke quien ahora es chofer de combi, aparte de un investigador privado, Roberto Sosa. Con todos tiene sexo, incluyendo a su sirvienta de mediana edad. Urde una trama donde sus amantes se desharán de su marido y ellos mismos se destruirán para que ella siga adelante conociendo otros hombres. Hay una escena donde la mujer se baja la pantaleta, se pone a orinar y luego exprime la prenda, mientras ríe ya que está borracha. Este mal gusto que, además, trata de impactar a sus espectadores, hace que las películas tengan un sentido cercano al John Waters de los inicios, con toda proporción guardada.

Desconozco "Cumbia cachonda", siguiente secuela, porque no la he podido conseguir, pero hasta aquí les he dado un ejemplo del "culto" que producen los videohomes con sus realizadores que poseen cierta inteligencia. Hay otros patéticos que simplemente son pésimas relecturas del cine de narcotraficantes o de rancheros delincuentes. Los que se dedican a las perversiones sexuales llegan a los peores absurdos, pero lo que más divierte son los elencos constituidos por malísimos actores, tontas vedettes, y alguna que otra excepción...

Aquí les pongo una foto audaz de Eva Garbo, estrella jaliscience de los "videohomes"...