miércoles, 22 de enero de 2020

EL LÍMITE DE UN PERRO FIEL


EL DESPERTAR DE LA FIERA: DOGMAN
(Dogman)
2018. Dir. Mateo Garrone.
         Marcello (Marcello Fonte, ganador como mejor actor en Cannes 2018) es un hombrecito menudo, de apariencia inofensiva, que atiende su negocio de peluquería canina que se llama “Dogman” en un barrio pobre donde todos lo aprecian. Sin embargo, tiene su lado oscuro: vende cocaína en pequeñas cantidades, aparte de participar en saqueos de poca monta; ha sido amigo del acosador violento del lugar, Simone (Edoardo Pesce), un bruto exboxeador de gran tamaño, como pitbull humano, al cual la gente desprecia porque vive abusando de cada persona que se le atraviesa en el camino y cada establecimiento al cual asiste. Cuando éste le propone que le permita usar su peluquería para robar a la joyería que se encuentra al lado, Marcello sabe que se meterá en un problema pero se lo permite. Simone efectuará su latrocinio y Marcello se tornará en su víctima... mientras reacciona.
         Desde el inicio de la cinta podemos notar el carácter sencillo de Marcello: está bañando a un pitbull que le amenaza con sus fieras mandíbulas. El hombre muestra gran paciencia y conocimiento de su oficio hasta que el animal se rinde. En otra secuencia vemos a sus clientas quienes le confían a sus perros. O sea que es un hombre de fiar como lo demuestra el cariño que sienten hacia él sus compañeros del equipo de futbol del barrio. Después, se le muestra como padre amoroso de su pequeña hija, Alida, con la cual sale a bucear en el mar y tiene buena comunicación (contra el desprecio que le demuestra su ex esposa, aunque jamás se explican los motivos). Además, es dueño de un perro al que le muestra su aprecio y éste le corresponde. 
Todas estas cualidades contrastan con su fuente lateral de ingresos al vender la droga. Aunque sea en pocas cantidades, Marcello infringe la ley. Hay una secuencia en la cual participa en el saqueo a una casa: ya que ha acontecido, uno de los ladrones les cuenta que como el perro pequeño de la casa estaba molestándolo, lo metió a la nevera para que se congelara. Marcello se preocupa, retorna y vuelve a arriesgarse a entrar en la casa para salvarlo con lo cual es notoria su naturaleza bondadosa: todo lo negativo se debe a la mera necesidad por sobrevivir y complementar sus ingresos. La venta de droga es una de las razones por las cuales Simone lo busca y Marcello lo siente como su gran amigo. Por otro lado, al permitir Marcello el robo del negocio contiguo, propiciará un cambio repentino e inesperado en su vida.
         En la película Umberto D (1952), una de las cintas que ya iban despidiendo al neorrealismo italiano, Vittorio de Sica narraba cómo un viejo pensionado de gobierno prefería perder hasta su dignidad con tal de sobrevivir junto con su perro fiel, único motivo que le daba sentido a la existencia, al notar que su ingreso ya no era suficiente para mantenerlos. Lo que en esa cinta era demostración de una corresponsabilidad afectiva y ejemplo de entrega entre persona y mascota, en una etapa de posguerra cuando era necesario mostrar la solidaridad en cualquiera de sus formas, ahora en Dogman ha evolucionado hasta la decepción y la consecuente ira: el hombre ya no soporta la sumisión y se ha terminado la compasión. Simone se encuentra en las antípodas del personaje en la película neorrealista porque su perro humano no le importa en absoluto, a pesar de la fidelidad y la confianza absolutas
         Impactante y desgarradora, Dogman es la imagen de un mundo donde los valores se han entremezclado y luego trastocado. Las metáforas caninas sufren una revuelta. El perro fiel ya no sabrá en quien depositar su confianza y queda a la deriva: hasta un perro tiene su límite.