domingo, 5 de enero de 2020

UNA POBRE PELÍCULA MEXICANA DE TERROR


LA MARCA DEL DEMONIO
2020. Dir. Diego Cohen.

         Un prólogo nos muestra a un sacerdote exorcizando a un niño que está amarrado a una cama, con espuma en la boca, agitándose desesperadamente. El niño pierde el conocimiento, aparece un libro bajo la cama, y el sacerdote toma el cuerpo, envuelto en una sábana, lo lleva por carretera hasta un precipicio donde lo tira. Sin embargo, se nota que el cuerpo se mueve cuando un cuervo se posa sobre él y empieza a picotearlo. Un intertítulo expresa que han pasado treinta años. La filóloga Cecilia (Lumi Cavazos) termina una clase donde habla de minucias sobre el arameo. Una amiga le entrega un libro que le ha llegado por mensajería, que es idéntico al que apareció en el prólogo. La mujer lo guarda en una caja fuerte pero su hija Fernanda (Nicolasa Ortiz Monasterio) lo toma a escondidas. Lo muestra a su hermana Camila (Arantza Ruiz) quien recita unas palabras del libro por lo que es poseída por un demonio. Por otro lado, nos encontramos al enigmático Karl (Eivaut Rischen) quien es el niño, ya crecido, del prólogo, el cual fue encontrado y protegido por el sacerdote Tomás (Eduardo Noriega), al cual provee de heroína para satisfacer su adicción. Cuando Camila empieza a mostrar los efectos de su posesión, Fernanda busca a Tomás para que la ayude a exorcizarla.
         Esta es la mínima sinopsis que se puede mencionar de otra producción dirigida por Diego Cohen, realizador que muestra su pasión por el género del terror con el terrible defecto de que repite fórmulas ya vistas en la cinematografía de otros países. Entre sus anteriores cintas están Perdidos (2014) donde se volvía a utilizar el procedimiento del vídeo encontrado para esclarecer lo que sucedía a unos estudiantes que exploraban un edificio abandonado con tal pobreza de producción que las secuencias eran largas y se volvía siempre a los mismos lugares. Luna de miel (2015) narraba la obsesión de su personaje masculino por poseer a la mujer de sus sueños dando lugar a secuestro, tortura y una respuesta inesperada pero gratuita por parte de ella. En este caso, el tema del exorcismo ya ha sido tantas veces narrado que las variaciones posibles son minúsculas y, como sucede en este caso, el deseo de alcanzar algo distinto, lo lleva a la confusión total para el espectador. 


Nicolasa Ortiz Monasterio - Aranza Ruiz

         Karl ha resucitado y tal parece que su experiencia consiste en poder exorcizar demonios que luego lo llevan a acciones terribles (canibalismo, por ejemplo) para posteriormente deshacerse de ellos (en retroceso, se muestra que así fue como asesinó al sacerdote del prólogo donde fue encontrado por Tomás). La cinta inicia con un epígrafe del popular H. P. Lovecraft (Que no está muerto lo que yace eternamente, y con eones extraños, incluso la muerte puede morir) que es una de las frases más citadas del ficticio libro Necronomicón (que es otra de las creaciones del autor dentro de sus historias de terror y cuya lectura daba lugar a situaciones terribles y que, se supone, es el que recibe la filóloga). Esto es lo que viene a “justificar” la resucitación de Karl pero ahora, al ser Camila poseída, él sufre en carne propia dicha posesión, para luego enfrentarse con ella porque tal parece que es un diablo difícil de eliminar. El papel de Tomás resulta accesorio, mostrando a su adicción como una debilidad humana y mero protector (guardián) del resucitado. Todo viene a terminar en masacre, otra resucitación, situaciones cíclicas que dan por resultado algo sin pies ni cabeza. El afán de cultivar un género da lugar a repeticiones sin sentido ni originalidad. El afán por alcanzar dicha originalidad da lugar al absurdo total dentro de lo fantástico. 
         En su favor está una bella fotografía aérea que plasma la belleza de Durango (donde la filmación inició en 2017 pero como ahora el cine mexicano sigue el canon norteamericano de indicar sus producciones por año de estreno, se indica que es el actual). El reparto, con buenas actrices jóvenes, cumple con lo mínimo necesario, dentro del pobre guion. La producción corrió a cargo de Armando Casas (quien inicialmente fue anunciado como director y Cohen como productor, pero algo debió ocurrir en el camino). No obstante, por el título y el mentado tema de terror, es por lo que ha obtenido una distribución en las cadenas de cine (aunque limitada, en Monterrey y su área metropolitana, a salas de poca monta: es comprensible).