domingo, 24 de enero de 2010

LORENA SANMILLÁN


Lorena Sanmillán es una escritora regiomontana que me parece inteligente y cuya obra me atrapa porque habla del ser humano con sus pasiones y sus limitaciones, de manera lúcida y sin concesiones. No, no soy experto en su trabajo; la he escuchado leer y he leído de vez en cuando sus artículos o poemas. Aquí reproduzco uno de sus trabajos sin mayor afán que recomendarla y pedirles que la lean. Espero que Lorena no se enoje por hacerlo sin su permiso.

Muertos

Nadie se da cuenta. Nadie. Estamos mezclados entre los vivos. Despertamos por la mañana, tomamos antidepresivos. Apagamos el despertador, nos lavamos los dientes. Encendemos la televisión; parecemos interesados en las noticias del día, hasta en el clima que dicta la ropa que usaremos en esa jornada. Nos bañamos, desayunamos cosas que saben a nada. Vamos a trabajar. Resolvemos pendientes, simulamos involucrarnos con los demás.

Somos los primeros en sonreír ante los chistes malos. Acudimos a las citas pactadas, somos puntuales pues entendemos que para los otros el tiempo sí cuenta. No sabemos reconocer a los iguales de lo bien que nos mimetizamos. Comentamos las novedades y con hipocresía irónica teorizamos sobre el futuro.

Transcurre el sol del oriente al poniente sin que nos importen las horas. Regresamos a casa y sin cenar tomamos somníferos. El siguiente amanecer nos espera con esa claridad que tanto nos angustia. La felicidad es un abstracto con el que nunca más jugaremos para complementar la conjugación de ninguno de los verbos conocidos. Se repetirá el ciclo hasta que se rompa el hechizo que nos mantiene aquí.

A los muertos nos confunden con personas ocupadas, vitales, llenas de energía. Pero estamos muertos, aunque respiremos y la sangre fluya; porque muerto no es quien no tiene vida. Muerto es aquel que carga sobre sus hombros el descomunal peso de su alma vacía.

Lorena Sanmillán

Artículo publicado en el suplemento Kultur, el 21/10/09

Y aquí pueden encontrar su página:

http://lorenasanmillan.wordpress.com

JEAN SIMMONS (1929 - 2010)



A punto de cumplir 81 años falleció la hermosa Jean Simmons quien nos deleitó con tantas películas que se convirtieron en iconos del cine universal. No podremos olvidarla como la joven Ofelia del "Hamlet" (1948, Laurence Olivier) que le dio la Copa Volpi como mejor actriz en el Festival de Venecia o la perversa Diane de "Cara de ángel" (1952, Otto Preminger)o la dulce Diana de "El manto sagrado" (1953, Henry Koster)donde se inauguraba el Cinemascope moderno o la sargento Sara del Ejército de Salvación en "Ellos y Ellas" (1955, Joseph L. Mankiewicz)donde usó su voz para cantar y bailar al lado de ¡Marlon Brando! (mucho antes de que éste se convirtiera en inmenso marrano humano)o la Varinia, esposa amante de "Espartaco" (1960, Stanley Kubrick)o la hermana Sharon del megalómano predicador "Elmer Gantry- Ni bendito ni maldito" (1960, Richard Brooks).

Fue importante personaje en múltiples películas y siguió participando tanto en cine como televisión o el teatro durante estos años en los cuales pasó de la madurez a la ancianidad. Hay una película maravillosa que no ha vuelto a surgir por muchos años y que pudimos disfrutar en los tiempos esplendorosos del Cine Juárez: "El final amargo" (1969, Richard Brooks) donde era la mujer que se daba cuenta que la habían educado para creer en la vida como si fuera un cuento de hadas con final feliz y luego descubrir que la habían engañado. De hecho ese era el título original (final feliz) que los inteligentes traductores opusieron totalmente al nombrarla en español. Eso es lo de menos: su actuación fue tan impactante que la nominaron al Óscar (de grata memoria: cuando se consideraban todas las cintas del año y no los fraudes comerciales de ahora) pero la película no tuvo tanto éxito en taquilla que fue relegada. Habremos de traerla siempre en el corazón por tantos buenos momentos que nos regaló. Descanse en paz.