sábado, 29 de abril de 2017

¿QUÉ HARÍAMOS SIN ELLOS?


GUARDIANES DE LA GALAXIA VOL. 2

(Guardians of the Galaxy Vol. 2)

2017. Dir. James Gunn.





         Hace tres años vivimos las aventuras iniciales de este conjunto de personajes Marvel, todos fugitivos de la ley a quienes se les perdonan sus latrocinios debido a su intervención para evitar la aniquilación del universo. La cinta rendía culto a la cultura popular norteamericana en cuanto a música y otros iconos cotidianos. Lo más importante es que tenía humor irreverente. Nada de eso está ausente en este segundo “volumen” donde los cinco personajes inician la acción, durante los créditos, al luchar contra un monstruo que amenaza a la etnia de Los Soberanos: Peter Quill (Chris Pratt quien alcanzó el estrellato gracias a este rol), Gamora (la bella Zoe Saldana), el fortachón Drax (Dave Bautista), el improbable, cínico e imprudente mapache llamado Rocket que niega su naturaleza (la voz de Bradley Cooper), además del pequeño Groot, extensión de una astilla procedente del original que fuera muerto en la cinta previa (la voz de Vin Diesel).








         Un prólogo en 1980 muestra a la madre de Peter viajando con su amado hombre del espacio, Ego (Kurt Russell, con efectos especiales para rejuvenecerlo), quien le presume que ya ha conseguido plantar una rara especie en la tierra. 14 años más tarde entramos al momento de acción que les mencioné. La cinta nos llevará a los problemas en que se meten cuando el imprudente Rocket roba unas baterías preciosas para los Soberanos por lo que serán perseguidos. Son salvados por el misterioso Ego que luego se revela como padre de Peter. Por otro lado, Gamora recupera a su malvada hermana Nebula a la cual desea llevar al planeta Xander donde será encerrada por sus malas acciones del pasado. Y la cinta se desarrolla entre el reencuentro con Yondu, protector de Peter al secuestrarlo cuando tenía ocho años, el conocimiento de las verdaderas intenciones que hay detrás del inmortal Ego, además de la inclusión de otros personajes: la sensible Mantis (Pom Klementieff) que puede leer sentimientos al tocar a las personas o el guerrero Stakar (Sylvester Stallone).





         Padre biológico e hijo azorado, hermana contra hermana, padre adoptivo con sentimientos encontrados hacia el hijo explotado (pero protegido). La cinta vuelve a tornarse en trama familiar. Los mismos guardianes integran su propio núcleo. La saga siempre estará al borde de la separación y destrucción del mismo. La liga moral será más fuerte y, en realidad, ambas cintas han desechado a personajes que son más accesorios que significativos. Lo que destaca a esta cinta contra tantas otras semejantes con héroes y heroínas del mundo fantástico es la coherencia y su vibrante tono ligero, aunque en el fondo se hable de cosas terribles (un esposo que forma un tumor en la cabeza de su esposa; un padre que elimina a sus hijos intergalácticos porque no satisfacen su expectativa de inmortalidad: una montaña de esqueletos): mismas cualidades que tornaron éxitos tanto a esta cinta en su original, como al desvergonzado Deadpool. Hay una secuencia estupenda donde Yondu y Rocket dan instrucciones al pequeño Groot para que les consiga un aditamento que los sacará de prisión: Groot les traerá ropa interior, un escritorio, entre muchos otros objetos, estableciendo el absurdo dentro de la supuesta seriedad. Sigue siendo igual de intrigante, conmovedora, con su encanto particular, porque nuestros héroes son dudosos en sus acciones pero tienen como ventaja que finalmente cuidan de nuestros mundos.

jueves, 13 de abril de 2017

SIEMPRE LA FAMILIA


RÁPIDOS Y FURIOSOS 8

(The Fate of the Furious)

2017. Dir. F. Gary Gray.





         Si el tema principal siempre ha sido la familia, tenía que haber un momento en que la misma se enfrentase. Toretto (Vin Diesel) es abordado por la rubia e inescrupulosa Cipher (Charlize Theron, espléndida) en una calle de La Habana, donde ahora vive con su adorada Letty (Michelle Rodriguez). Inmediatamente cambia de actitud, abandona a su mujer y se une con este personaje para conseguir un mecanismo nuclear, los códigos rusos para el lanzamiento de unos misiles y la apropiación de un submarino para conseguir este objetivo. Esto desconcierta a todos pero Letty está segura que existe un motivo ulterior para que Toretto actúe de esta manera. La familia reúne a viejos personajes y añade a otros. Hay antiguos enemigos que ahora se han pasado al bando de los héroes.


Charlize Theron es una personalidad apabullante.
Su heroína en "Mad Max" y su villana en esta
cinta demuestran su versatilidad. ¡Memorable!



         Estamos ante la octava entrega de una serie que inició como una competencia de carreras clandestinas, con agente infiltrado, para devenir en gran espectáculo de intrigas internacionales. Un guion del espléndido Chris Morgan quien tomó las riendas del juego desde la dispar segunda secuela para irle dando sentido a cada uno de los episodios. Una saga dinástica donde existe coherencia y respeto ante la unidad familiar: ahora los hermanos Deckard (Jason Statham y Luke Evans) se unen al grupo por influencias y chantajes sentimentales de su propia madre (Helen Mirren, sin crédito). Elena (Elsa Pataky) ha dado luz al hijo de Toretto. Hobbs (Dwayne Johnson) es amoroso padre de una hija futbolera a la cual entrena con pasión. No en vano, durante una secuencia donde el traidor Toretto encañona a Letty, éste le dice no sé el motivo porque estés haciendo esto, pero sé muy bien que me amas. Por todos estos ejemplos, la serie es congruente consigo misma.


Deckard y Hobbs se reencuentran en este
episodio para irse al otro extremo:
sus enfrentamientos quedan atrás.



         Gran espectáculo. Uno se ríe cuando hay comentarios que hablan de “la poca credibilidad” o de que “cada vez son menos convincentes las tramas”: esas son meras palabras cuando no se tiene más por elaborar o construir. Este género se encuentra siempre más allá de toda ciencia y realismo. Por supuesto que su universo es inverosímil y lo que uno ve en pantalla solamente puede disfrutarse gracias a los efectos especiales y a las situaciones truculentas. Las aproximaciones a las cintas de este tipo deben exigir, al menos, cierto concepto y alguna idea que nos conecte con la realidad, jamás con los hechos de la vida real: lo que mueve a Toretto y sus amigos es el sentido de familia; para preservarlo deberán tomarse medidas extraordinarias con el objetivo de salvaguardarla: volar por los cielos, caer de un auto en velocidades extremas sin sufrir ninguna contusión, ser cubierto con carrocerías para evitar ser calcinado. Sabemos que con mucho menos, en nuestro entorno, cualquier persona tendría huesos rotos o hubiera muerto. Este es otro caso de cine fantástico que nos refiere a la virtualidad: vivir el sueño de que en la pantalla todo es posible hasta enfrentar y vencer a la muerte. Esa es la gran cualidad de esta saga rápida y furiosa (que, por fortuna, ya ha anunciado sus episodios 9 y 10 en el futuro).


El equipo: sinónimo de familia



El realizador en esta ocasión es F. Gary Gray, de quien ya hemos disfrutado buenas películas con menores presupuestos, pero con sentido ciudadano (y también con cercanía hacia el sentido de familia): El mediador, La estafa maestra o El vengador, pero la cinta que le ha dado más popularidad es Letras explícitas (Straight Outta Compton) donde explora las realidades y experiencias de vivir en los ghettos y su repercusión en la música.



domingo, 9 de abril de 2017

VOLVER A LA NATURALEZA


ANIMAL VERTICAL

(Rester vertical)

2016. Dir. Alain Guiraudie.




         Léo (Damien Bonnard) es un guionista de cine que está falto de inspiración. Debe entregar su trabajo pero vive prometiendo hacerlo en dos, tres semanas. Viaja al campo donde conoce a Marie (India Hair) quien es madre soltera de dos hijos y está temporalmente ayudando a su padre campesino Jean-Louis (Raphaël Thierry). Tiene relaciones con Marie a la cual embaraza. Meses después nace su bebé y Léo retorna para cuidarlo. Marie abandona el lugar con sus hijos dejando al bebé con Léo. Paralelamente, el guionista ha hecho amistad con un viejo viudo Marcel (Christian Bouillette) al cual acompaña el joven Yoan (Basile Meilleurat). Léo irá degradándose hasta llegar a un cambio total de su existencia.


Léo encuentra a Marie en el campo
sin pensar que su vida dará un giro completo



         Conformada por muchas ideas: la vuelta al campo, el sexo natural, las soledades que buscan complementarse, este quinto largometraje de Guiraudie, quien se hiciera muy famoso por su cinta previa (“El extraño del lago”, una cinta de suspenso criminal que ocurre entre la comunidad homosexual que se reúne en el lago del título), resulta fascinante pero igualmente compleja. El sentido del tiempo no es convencional ya que toda la narración se permite muchas elipsis. Entre la relación sexual con Marie y el nacimiento del bebé, por ejemplo, no se sienten los grandes cambios ni se sugieren los hechos intermedios.


Léo asume su responsabilidad paterna
aunque el mundo a su alrededor se desmorona



         Léo llega al campo buscando el desbloqueo que no le permite continuar con su guion y se encuentra con la naturaleza, el campo, las ovejas y la amenaza del lobo. Es lo que vendrá a ser el motor de la película ya que siempre se volverá al mismo lugar del inicio. Todos los personajes se conocerán por primera vez y ellos serán los que conformen este universo. Por otro lado, el sexo será impulsivo sin distinguir género: el joven que juega tanto con un viudo que lo mantiene como con el campesino padre de Marie. Léo cumplirá con el deseo homosexual del viejo moribundo como última voluntad en una especie de “suicidio asistido”.


La sexualidad fluye naturalmente
sin importar género



         Léo descenderá al infierno: sin dinero, agotado por el fracaso personal, cuidando a su bebé como obligación moral no buscada, asaltado por otros indigentes que reflejan su situación personal, tendrá que retornar al campo, al padre de su pareja, para tomar el papel que había encontrado como reflejo premonitorio al inicio cuando conoció a Marie. Se torna pastor de ovejas y se lanza al campo para encontrarse con el lobo y permanecer vertical (título original de la cinta), sin moverse, para que no haya ataques, como una metáfora de lo que ha ocurrido hasta ese momento.


El realizador Alain Guiraudie enfatiza
su calidad como realizador

domingo, 2 de abril de 2017

LA IDENTIDAD DEL HÉROE


LA VIGILANTE DEL FUTURO

(Ghost in the Shell)

2017. Dir. Rupert Sanders.





         Al inicio de la cinta, durante los créditos, nos enteramos que se ha recuperado el cerebro de una víctima cualquiera que será colocado en un cuerpo robótico. Este esqueleto mecánico es sumergido en un líquido viscoso, color piel, donde tomará forma femenina. Al despertar el personaje, se entera de su nueva personalidad por la doctora Ouelet (Juliette Binoche) quien le informa que es la primera de su tipo: tiene alma, entendimiento, inteligencia (de ahí la traducción literal en español: "espíritu en un cascarón"). Ahora se llama Major (Scarlett Johansson) y su trabajo servirá para la seguridad urbana. No obstante, Major tendrá algunas alucinaciones que, tal vez, se relacionen con su pasado. Su principal labor será encontrar al terrorista Kuze para conocer sus fines. Esto llevará a Major a conocer su pasado, su verdadera identidad, así como su misión en esta existencia.





         Basada en una popular Manga japonesa que, además, tuvo sus versiones animadas, ahora llega con actores vivos para llevarnos a una distopía que nunca se nombra pero cuyas características permiten reconocer a un Japón futurista, con la ambientación que nos recuerda a Blade Runner. La película es una sucesión de hechos violentos que van dando giros a la trama donde los villanos y los héroes se confunden, se trastocan y dan como resultado enfrentamientos mortales. La Dra. Ouelet (la luminosa Binoche ofrece los momentos de mayor humanidad en la trama) es una científica idealista a quien sus jefes someten: lo que era un gran avance tecnológico, moral y racional, se torna en otra arma al servicio del estado.





         La película es oscura y tarda un tiempo en atrapar la total atención de un espectador ya intoxicado con enfrentamientos de efectos especiales, pero no puede negarse el encanto que va desprendiéndose de las verdades descubiertas. Scarlett Johansson es una personalidad fuera de serie (imposible dejar de lado a su metafísica Lucy o a la destructiva extraterrestre de Bajo la piel). Es una cinta de texturas y aproximaciones que no alcanza a discutir por completo su filosofía acerca de la inmortalidad, la identidad, el amor filial, la revolución, pero que sirve, al menos, como introducción a lo que, seguramente, tendrá alguna secuela.