sábado, 30 de julio de 2011

LOS PECES

MICHAEL CACOYANNIS
(1922 – 2011)



En 1964, para los adolescentes, jóvenes y adultos de entonces, la película Zorba, el griego

fue popularísima. Su canción-tema se hizo famosa por todo el mundo que entonces fijó su atención en el compositor Mikis Theodorakis y en la forma de bailar el Syrtaki (brazos entrelazados sobre los hombros de varias personas que se mueven en armonía)

Zorba (Anthony Quinn, en uno de sus roles más importantes) enseñaba el sentido de la vida al joven Basil (Alan Bates, a sus 30 añitos), escritor inglés que llegaba a tomar posesión de una pequeña herencia en Creta

Basil se enfrentaba con un mundo desconocido que lo llevaría a encontrarse a sí mismo. Para quiénes éramos jovencitos, un momento inquietante de la cinta era cuando Basil perdía su virginidad con una mujer viuda del pueblo (Irene Papas)

Nos daba gusto su picardía, sobre todo en la relación con su amante, una excéntrica Madame Hortense a la cual llamaba Bubulina (interpretada por Lila Kedrova, quien ganaría el Óscar como actriz secundaria).

La desfachatez de Zorba daba un respiro de libertad y brindaba emociones. Y como ha sucedido en la historia del cine, este tipo de taquillazos sorpresivos, dan entrada a las grandes ligas del cine, a realizadores que de otra manera continuarían en un nivel natural.

Ese realizador fue Michael Cacoyannis,

chipriota nacido en 1922, quien había debutado en el cine con la película Stella, que también marcó la entrada al cine de la actriz Melina Mercouri, y adquirido renombre al ser seleccionada para el Festival de Cannes en 1956.

Cacoyannis alternó su trabajo como director de escena con el cine. A México llegó Stella; luego Electra (1962) donde dio lectura fílmica a la tragedia de Eurípides con otra actriz impactante (Irene Papas, que ya les mencioné)

y que tuvo buen éxito ya que, como otras cintas basadas en los libros de los cuales todo mundo habla pero nadie lee, daba idea de las razones de esta mujer, cuyo padre es asesinado por su propia esposa, debe proteger a su hermano Orestes para que luego se cumpla el destino. Y después, debido a ese éxito modesto, llegó Zorba, el griego ya con distribución de la Fox.

Cacoyannis fue realizador de 16 películas en 44 años. Nunca repetiría el éxito de Zorba. Volvería a la tragedia griega con Las troyanas (1971)

y un reparto esplendoroso con Katharine Hepburn
Vanessa Redgrave, Irene Papas y Geneviéve Bujold. Luego estaría una tercera vuelta con Eurípides al filmar Ifigenia (1977).
Así, de manera lejana entre cintas, con viajes a la escena, filmaría su última cinta en 1999, desconocidísima, que fue la versión fílmica de
El jardín de los cerezos basada en la obra teatral de Chéjov, donde se reencontró con un avejentado Alan Bates, añorado Basil de su cinta exitosa.

No obstante, hay una gran curiosidad en su filmografía. Quizás debido a su usual visita a tiempos pasados o lugares represivos, como autor total filmó El día que salieron los peces (1967)

subestimada alegoría sobre el apocalipsis nuclear que nos esperaba (o espera: no estamos libres de ellos aunque hayan pasado casi cincuenta años) donde una falla mecánica hacía que un par de pilotos (Tom Courtenay y Colin Blakely) descendieran su aeroplano, que traía material radioactivo) en el mar que circundaba a una isla griega. El gobierno se daba cuenta y mandaba a personal de rescate. Nadie podía identificarse para evitar el pánico, pero varias confusiones hacen que la isla se torne famosa y lleguen muchos turistas. Entonces comienzan a aparecer peces muertos sobre la superficie del mar. Entre crítica hacia el armamentismo nuclear confrontándola con la actitud de desprecio e indolencia de la sociedad decadente (en la isla había gente rica, ociosa, promiscua), la cinta se encontró ante la indiferencia total. Pasó sin pena ni gloria. Fue la concesión que le permitió la Fox como regalo por Zorba. Uno la ve y no le queda más que regodearse con la época que se estaba viviendo. Aparecen muchos jóvenes vestidos a la moda más extrema de los años sesenta.

Hay mucha piel expuesta y la sensualidad está en el ambiente.

Le sucede como a tantas cintas del pasado: el tiempo les da otra dimensión. Cine de culto.

Cacoyannis murió el lunes 25 de julio a los 89 años, en Atenas. Su obituario fue tan absurdo como la ignorancia que nos rodea. La nota que apareció en diarios locales utilizó el nombre de Mikalis Kakogiannis ya que es el apelativo original, el que se referencia en la internet y que la falta de conocimiento de reporteros o noteros de este siglo XXI hace que simplemente repitan datos sin investigar. Habrá gente que no lo haya reconocido. Tal vez esos absurdos e irracionalidades que Cacoyannis denunció en su despreciada cinta estaba mostrando resultados a la distancia. Mejor homenaje, paradójicamente, no se le podría hacer por ese cúmulo de personas que ahora no le dan importancia a la tragedia griega, ni al cine realista de los años cincuenta, ni a la crítica chejoviana. Cacoyannis ya los había anticipado. Descanse en paz.

lunes, 18 de julio de 2011

DOS PELÍCULAS EN VÍDEO



Con toda la oferta que hay por canales de televisión, por sitios en la web, con los DVD en venta, el cine nos rodea como nunca en la historia del mundo. Una de las grandes ventajas reside en la revisión de títulos que nos golpearon cuando éramos menos viejos. Por otro lado, el descubrimiento de lo que no se nos permitió conocer porque la distribución así lo definía y no teníamos otra alternativa. Aquí hablamos de tres joyas del pasado.

LIMPIABOTAS
(Sciusciá)
1946. Dir. Vittorio de Sica.



La séptima película de Vittorio de Sica significó su ingreso al neorrealismo italiano del cual sería representante de importancia (aunque el año previo con La puerta del cielo ya había hecho un ensayo). Limpiabotas salió a las calles para filmar la realidad de la posguerra y sus actores desconocidos pertenecían a la misma sociedad que quería explicar basándose en el entorno que la rodeaba. Sin actores conocidos, seleccionados de personas comunes y corrientes, De Sica narra la historia de dos jovencitos, amigos, uno de 13 años, Giuseppe (Rinaldo Smordoni) y otro de 15, Pasquale (Franco Interlenghi),

que trabajan como limpiabotas de los soldados norteamericanos que pululan las calles romanas luego de la liberación. Han juntado dinero para comprar un caballo y luego caen en el engaño de un estafador que los involucra en un robo. Por tal motivo caen en un reformatorio juvenil. Aunque se niegan a revelar los nombres de los verdaderos delincuentes (uno de ellos, hermano mayor de Giuseppe), Pasquale es forzado a hablar cuando le hacen creer que se está azotando a su amigo del alma, aunque en realidad era mentira. Esta situación separa a uno del otro. La trama continúa para dar idea de las vueltas que da la vida y sus eternas paradojas. Al año siguiente De Sica filmaría Ladrones de bicicletas, un punto altísimo del neorrealismo y del cine en general. De los dos actorcitos principales de Limpiabotas, solamente Interlenghi (aún vivo a los 80 años) tendría una carrera constante e interesante.

LA HABITACIÓN VERDE
(La chambre vert)
1978. Dir. Francois Truffaut.



Sobre relatos de Henry James sobre la visión morbosa y fanática hacia los muertos, tenemos la historia de Julien Davenne (el mismo Truffaut), quien nunca se ha sobrepuesto a la muerte de su esposa Julie y vive pensando solamente en la manera en que puede venerarla, mantenerla viva en la presencia cotidiana, encontrar a una cómplice (Nathalie Baye es la actriz) que luego le permita su propia continuidad al morir.

La cinta es difícil y nunca adquirió la popularidad ni el seguimiento de los admiradores de Truffaut. Vista a la distancia, uno se da cuenta que significaba otra etapa en la carrera del malogrado realizador (moriría prematuramente a los 52 años por un cáncer cerebral dejando la incógnita de tantas cintas que pudo seguir ofreciendo) y uno se deslumbra por la narración seca y cortada, la fotografía de Almendros que casi vuelve neutros a los colores, los personajes que disertan sobre estar vivo, estar muerto y lo que esto mueve a la reflexión. Una bella experiencia.