sábado, 29 de agosto de 2009

COMENTARIOS A SUS COMENTARIOS...

Al joven que se enojó por mi comentario sobre "El burro jorobado", primero le agradezco que me haya leído. ¡O sea que este blog tiene visitantes! (A otros lectores, los refiero al comentario que viene en la entrada acerca del Festival de Cine Monterrey).

Luego, le aseguro que no se necesita, en ocasiones, y ésta fue una de ellas, quedarse a ver toda una sarta de tonteras visuales, sin ritmo ni sentido, para corroborar que es un plomo insoportable, y por eso lo dije (fui honesto) y por eso hablé sobre lo que había visto.

Sus razones son correctas: lo que comenta sobre pasado, presente, funcionamiento de la mente, etc... tiene validez siempre y cuando se sepa narrar. Aquí estábamos ante imágenes sin interés general.Yo también tengo madre, tuve padre, familia, etc... pero lo que estaba en esa ¿película? no me tocaba por ningún lado. Distante, en situaciones familiares muy cercanas a su autor, pero no a un público diverso. En la vida real cuando te enseñan fotos o videos de familia o vacaciones, por ejemplo, son tormentos sin igual.

Ud. debe ser amigo o pariente del joven Quintanilla por lo que ha perdido la objetividad. Es una de las explicaciones cuando se siente el enojo.

Otra causa de enojo es cuando el pseudocrítico que ha hecho comentarios que no agradan al lector que se siente agredido, se basa en lo que escriben otros o engañan a sus lectores haciendo creer que poseen grandes referencias o lecturas o experiencias de muchos tipos, cuando son pobres diablos ingenuos (o quizás muy listos).

Mi discurso es honesto; lo sustento; está basado en la visión de miles de películas con los años. Mi columna diaria, por más de 17 años, (aparte de artículos y ensayos publicados desde 1982 en ese mismo periódico, otras publicaciones, y hasta un frívolo, pero documentado, libro coescrito con Edgardo Reséndiz) en El Norte es una prueba de ello o mis comentarios en www.dianagonzalez.com.mx

Así que su enojo se ha de deber a cualquiera de esos motivos. Muy sus respetables motivos que no me quitarán el horrible sabor de boca, ni la pesadez o la somnolencia vivida por esa hora de "El burro jorobado".

jueves, 27 de agosto de 2009

NO, NO SOY CATÓN, PERO...

Hay un chiste viejísimo acerca de una nueva rica que presumiendo a su amiga del talento de su marido le dijo: "Pues mi marido es sifilítico", a lo que el esposo le respondió: "filatélico, babosa, filatélico". No, no soy Catón quien escribe una columna de humor en la página editorial de El Norte.. Tampoco tengo gracia para contar chistes, pero...

Lo saco a colación porque me gustan los chistes (o accidentes verbales en la vida cotidiana) con juegos de palabras. Alguna vez, una amiga me contó que otra amiga le espetó: "¡me quedé putrefacta!" cuando en realidad quiso decir: "¡me quedé estupefacta!

Y es que ahora, viniendo en el coche, escuchaba la radio y el conductor de un programa de música instrumental anunció: "y ahora les presento a Raymond Lefebvre con su orquesta interpretando el "Cañón" de Pachelbel". En realidad se refería al "Cánon" de Pachelbel.

Termino con otro error de reportero de radio: "y la víctima se encuentra en estado vegetariano", cuando en realidad debía expresar ¡estado vegetativo!

Así es la vida, compleja y violenta, pero qué risa causa en ocasiones.

TORTURA EN EL FESTIVAL DE CINE

No había podido asistir a las funciones del 5° Festival de Cine Monterrey (saludos a los organizadores) hasta que decidí escaparme a la Cineteca para ver un largometraje de Raúl Quintanilla, joven de Nuevo León, llamado "El burro jorobado". El realizador ha comentado que lo hizo sin presupuesto, por dos años, como trabajo final de su carrera como comunicólogo en la UDEM. Se narra una trama que inicia con el protagonista (el propio director) yendo con su padre a buscar petroglifos en cierto lugar. Reciben la noticia de que su madre ha sufrido un accidente. Corte a un entierro en cementerio donde imaginamos que la mujer ha muerto. El joven comienza a revisar viejos videos donde aparece como niño al lado de su madre en fiesta de cumpleaños, navidad, viajes a Hollywood, etc... Mientras tanto usa una baraja de tarot, unas velas, unos videocasettes de 8 mm para hacer cierto ritual que, imagino, era para invocar el espíritu de su madre muerta.

Y digo que imagino porque me salí a la hora de proyección. No pasaba nada sustancioso ni interesante. El ritmo era desigual y el tedio, espantoso. Era una "oda a mí mismo" porque el realizador se presentaba como niño o más jovencito en sus cintas caseras, que se tornaba en "joda a los demás" ya que era el gran aburrimiento soplarse sus recuerdos personales que solamente le deben interesar a su papá, hermanos, novia, etc. Las cómodas butacas y el clima de la Sala Uno de Cineteca invitaban al sueño. Preferí salirme.

Si esta película le sirvió para graduarse al joven realizador pues qué discutibles serán los criterios de los maestros de cine de la UDEM. No comulgo con la idea de que hay que ser "moderados y amables" con los jóvenes directores porque haya que apoyar al "nuevo cine mexicano": el cine se hace con talento y discurso. Si no existe, pues ni modo. Han habido varias óperas primas felices y extraordinarias. Este "burro jorobado" es un desastre. Fue una tortura terrible como la que habrá pasado el burro verdadero que atan a una camioneta y luego lo llevan a velocidad que se notaba criminal para el pobre animal (y no, no había efectos especiales). Por otro lado, el joven aparece con una faja que se usa para forzar a tener una postura corporal erecta. Si eso resuelve al extraño título, pues me quedé sin saberlo hasta que me encuentre con alguien que me revele lo que sucedió en la última media hora.

Aunque Truffaut dijo: "qué pobre es una película que tiene que estructurarse para justificar su título".

domingo, 23 de agosto de 2009

100 AÑOS DE LAMBERTO MAGGIORANI


El próximo 28 de agosto se cumplirá el centenario de Lamberto Maggiorani (28-VIII-09/22-04-83)quien era obrero y fue visto, elegido y luego ingresado a las leyendas de la cultura fílmica por Vittorio de Sica, al cual se le agradece haber sido gran cultivador del neorrealismo en el cine italiano. La película fue Ladrón de bicicletas (1948).

Maggiorani interpretó a Antonio Ricci, hombre que llevaba años sin empleo debido a la crisis económica de posguerra. El mismo día que consigue un trabajo que le exige la posesión de una bicicleta, su mujer sacrifica algunas prendas para apoyarlo. Va a laborar con su hijito Bruno (Enzo Staiola, un niño también sin experiencia en el cine) y sufre el robo de su vehículo. Entra la desesperación. Antonio llega al grado de querer robar una bicicleta pero entonces se da cuenta que caería, además de la miseria, en la falta completa de su dignidad, sobre todo luego de sufrir una terrible humillación.

Al terminar la cinta y experimentar, lo mismo que su personaje, la falta de empleo, decidió permanecer en la actuación. Filmaría otras quince películas, aunque siempre papeles pequeños, de las cuales solamente puedo mencionar algunas que conozco: Achtung! Banditi! de Lizzani, Anna de Lattuada, Mamma Roma de Pasolini o Mare matto de Castellani.

Por supuesto que nunca se haría rico con esta filmografía tan magra llevada cabo durante veinte años (1949 - 1970). Sin embargo, la gloria obtenida con su talento que quedó al descubierto en esa cinta clásica del cine mundial trasciende cualquier pobreza, cualquier injusticia. Había que darle un cariñito. Y usted que me lee, busque esta película y gócela, disfrute, llore, reflexione, que los tiempos parecen haber cambiado aunque en realidad estamos peor que entonces...

ARRÁSTRAME AL INFIERNO...


Cómo da gusto encontrar una película a la vieja escuela, entretenida, plena de sorpresas, con personajes cotidianos e imágenes impactantes. Sam Raimi nos ha devuelto aquellas tardes de Cine Rodríguez o Araceli cuando veíamos tres películas, por dos pesos, del viejo Hollywood. Ese cine que ahora podemos releer gracias al DVD pero que de vez en cuando se aparece reciclado con inteligencia en películas como "Arrástrame al infierno" (Drag Me to Hell, 2009).

Me acordé de las producciones de la Universal o de la Hammer Films donde aparecían gitanos con sus maldiciones extremas. Aquí utiliza a una actriz genial, Lorna Saver, que ha hecho sobre todo series de televisión. Ya en la posmodernidad, recordé las primeras cintas de Raimi que lo mostraban exagerado, con atmósferas insólitas, que luego fue refinando gracias a "Darkman" o "Por amor al juego" y sobre todo con esa subvalorada pero extraordinaria revisión del cine del oeste llamada "Rápida y mortal" (The Quick and the Dead, 1995).

Lean mi comentario específico en la página donde colaboro gracias a la querida amiga Diana González: www.dianagonzalez.com.mx

viernes, 21 de agosto de 2009

LOS SIMULADORES: BAZOFIA NACIONAL




No había visto esta serie de televisión (Canal Sony, coproducción con Televisa) porque detesto sinceramente a Tony Dalton después de esa oda a la brutalidad y a la mala entraña llamada "Matando cabos", aparte de haber sido cómplice con el pesado Kristoff de situaciones vergonzantes. Luego me enteré que entre los escritores se encontraba mi admirado Luis Mario Moncada y no me había dado cuenta de que estaba Alejandro Calva en el reparto, además del simpático Rubén Zamora.

Vi un capítulo y a pesar de Luis Mario, Alejandro y Rubén, no me quedaron deseos de repetir la experiencia. Se supone que son un cuarteto de personas que simulan situaciones para arreglarle la vida a los demás. Me tocó el de un niño pusilánime (Adrián Alonso, el horrible niño de "La misma luna") que es objeto de burla de sus compañeros en la escuela. Nada fue original, ni tuvo sorpresa, ni siquiera una venganza adecuada o castigo tremendo para el torturador.

Más tarde me entero que es un programa producido por Adal Ramones y Yordi Rosado, ejemplares copiones de programas norteamericanos, quienes ni siquiera eso saben hacer bien... ¡Qué desperdicio de talento! ¡Qué manera de mostrar la inferioridad nacional! Si a usted le gusta, le recomiendo que analice sus circuitos interiores...

Les pongo las fotos de López (Alejandro Calva) y Medina (Rubén Zamora), lo único excepcional de la mentada serie...

jueves, 20 de agosto de 2009

VIDEOHOMES DE CULTO


Cristian González (Tuxpan, Veracruz, 1958) fue alumno de escuela de cine, participante en concurso de cine experimental ("Thanatos"), fallidísimo autor de cinta intelectualoide y aburrida ("Polvo de luz" con Camacho y la Jones), pero además perpetrador de otra cinta censurable e interesante ("El imperio de los malditos"). Luego se refugió en el género infinito y desorganizado de los "videohomes" donde ha filmado un cine "de culto", creado una red de seguidores, para no dejar de aparecer repentinamente en la pantalla grande ("24 cuadros de terror", uno de los pocos estrenos interesantes del año pasado).

Su obra mayor, vendedora de muchísimas copias, es "Ritmo, traición y muerte" cuyo título alterno es "La cumbia asesina" (1991) donde Sebastián Ligarde es un agente policiaco sociópata que se enamora de una vendedora de zapatería, Eva Garbo, quien además ama a un jefe de malvivientes, o sea Jorge Luke, para desatar pasiones, escenas de extrema violencia, desnudos integrales. Se conocen, y las escenas importantes, y sus desenlaces, suceden en un pinchísimo salón de baile donde se interpreta precisamente "La cumbia asesina".

Diez años más tarde filmó la secuela, donde el agente Ligarde está encerrado en una clínica psiquiátrica a la cual llega la esposa cachonda y disoluta (Alexa Castillo) de un hombre que practica la religión protestante por lo que no tiene relaciones sexuales con ella (aparte de ser homosexual de closet). La mujer conoce, además, al mismo jefe de malvivientes Luke quien ahora es chofer de combi, aparte de un investigador privado, Roberto Sosa. Con todos tiene sexo, incluyendo a su sirvienta de mediana edad. Urde una trama donde sus amantes se desharán de su marido y ellos mismos se destruirán para que ella siga adelante conociendo otros hombres. Hay una escena donde la mujer se baja la pantaleta, se pone a orinar y luego exprime la prenda, mientras ríe ya que está borracha. Este mal gusto que, además, trata de impactar a sus espectadores, hace que las películas tengan un sentido cercano al John Waters de los inicios, con toda proporción guardada.

Desconozco "Cumbia cachonda", siguiente secuela, porque no la he podido conseguir, pero hasta aquí les he dado un ejemplo del "culto" que producen los videohomes con sus realizadores que poseen cierta inteligencia. Hay otros patéticos que simplemente son pésimas relecturas del cine de narcotraficantes o de rancheros delincuentes. Los que se dedican a las perversiones sexuales llegan a los peores absurdos, pero lo que más divierte son los elencos constituidos por malísimos actores, tontas vedettes, y alguna que otra excepción...

Aquí les pongo una foto audaz de Eva Garbo, estrella jaliscience de los "videohomes"...

DOS MUERTES EN EL CINE MEXICANO




Mi querido Héctor Gómez (1934 - 2009) vino a Monterrey para participar en el ciclo "Leo, luego existo" donde leyó poemas del siglo de oro con tanta gracia que logró la atención de los jóvenes en el público, a los cuales siempre usamos como medida de inconstancia e inestabilidad, en una noche deliciosa. Luego nos fuimos a cenar al Tío, de la calle Hidalgo, junto con Virgilio Leos, Mirna Kora Leos, Rubén González Garza y Genaro Saúl Reyes para que surgieran recuerdos a montón y miles de nostalgias. Tuvo una existencia plena de teatro, cine, telenovelas, que nos permitieron conocer su desarrollo. El joven de Torreón empezó como actor infantil y luego sería galán de la televisión y personaje altruista en el cine juvenil de los años cincuenta y sesenta (aunque fue hermano malvado de César Costa en "Dile que la quiero", pero novio científico y bueno en "Chicas casaderas"). Luego fue la alternancia en los medios para llegar a ser característico. Aquí lo vimos en los años setenta en "Y la maestra bebe un poco", para en la década siguiente tenerlo en "El beso de la mujer araña". Su última película fue la fallida "Club Eutanasia" cuyas mayores curiosidades estriban en ver los restos de la ochentona Rosita Quintana y la cincuentona Ofelia Medina, aparte de otros veteranos. Aquí incluyo una foto que me tomó Genaro con Héctor, en la madrugada de la calle Zaragoza. Descanse en paz.

Otro que se nos fue, el cinefotógrafo Rosalío Solano (1914 - 2009), tuvo a su cargo todos los géneros, pero se distinguió en algunas de sus cintas. Estuvo al lado de Matilde Landeta ("Trotacalles"), Juan Orol ("Sandra, la mujer de fuego"), Alberto Gout ("No niego mi pasado"), Rogelio González ("El mil amores", "La culta dama"), Alejandro Galindo ("Espaldas mojadas"), Chano Urueta ("El túnel 6"), Alfredo B. Crevenna ("Talpa" en Cinemascope, que le ganó el Ariel, además de "Senda prohibida" donde apareció Héctor Gómez, nada menos) y muchas más. Fueron más de doscientas películas, así que nomás imaginen...


domingo, 2 de agosto de 2009

PATSY MI AMOR


Hoy exhibieron Patsy, mi amor en el canal De película. Pude grabarla porque la señal estaba magnífica, aunque ya la tengo dos veces en VHS, pero es una de mis películas fetiches, y ahora tenía la oportunidad de que estuviera en DVD. La vi en su estreno en Monterrey en el Cine Reforma y me atrapó completamente. Había otra variable que ha permanecido conmigo: la música de Carlos Lyra. Había tenido la oportunidad de verlo en un concierto en el Aula Magna donde me había cautivado con "María Ninguem" que conocía desde antes por la versión de Brigitte Bardot. Sus canciones en esta película son un caso extraño para el cine mexicano donde nunca se le daba importancia fuera de los temas específicos de Lara, Curiel o Ruiz, por mencionar a algunos, en ciertos títulos, o los números musicales del cine de rumberas (como ejemplo).


El argumento de la cinta no tiene mayor originalidad: una muchacha tiene su primera experiencia sexual con un hombre mayor, casado (Julio Alemán), quien nunca tuvo intenciones serias para con ella. La chica sufre un rato hasta que la misma juventud le hace sobreponerse y seguir adelante con su vida. Patsy tiene padres de clase alta: una madre exigente en cuanto a los requerimientos de la sociedad; el padre (Joaquín Cordero) la consiente mucho pero le tiene confianza y ella tiene casi un complejo de Electra: quizás eso es lo que la lleva a entregarse a un hombre mayor. Patsy estudia literatura por lo que vive en ambiente intelectual que, dado su carácter frívolo, la presenta como una chica snob que escucha a Wagner o lee a San Juan de la Cruz ya que es alumna del poeta Luis Rius.


Sin embargo, es precisamente ese ambiente donde Pixie Hopkins canta en un café, o se presenta a la ciudad de México desde el barrio de Coyoacán, el museo Anahuacalli, la propia UNAM, lo que le da un sentido emblemático de época, con todo y que fue filmada meses antes de la masacre de Tlatelolco. Al ser exhibida hasta el año siguiente le daba otro trasfondo. Ofelia Medina tuvo su gran espaldarazo. Aquí en Monterrey había estado como bailarina en el espectáculo "H30" en el Teatro del IMSS. Nunca alcanzaría esa frescura en sus cintas siguientes aunque mostraría su talento innegable. Un punto negativo es que la copia que se exhibe por televisión tiene pequeños cortes (la escena de cama entre Ofelia y Alemán).


Y el reparto es maravilloso: A Patsy la cortejan tres jóvenes. Carlos Cortés quien termina casado con Leticia Robles, que interpreta a la mejor amiga de la chica; Julián Pastor vestido como hippie en toda la cinta; y Héctor Bonilla, con un bigotito que no le quedaba bien por sus labios gruesos pero con esa gran personalidad de siempre. Marta Zavaleta es la sirvienta Pioquinta que se luce los pocos momentos de pantalla.


Tengo que escribir la letra que se escucha (de Francisco Cervantes a la música de Lyra) de mi canción preferida de la película ("Frente al espejo"):


"Conozco bien esos ojos,

escucho bien esa voz,

más no comprendo qué pasa,

que siendo una soy dos.


Cuando ya no nos miramos

me pregunto dónde has ido,

esperando que tal vez,

pudiera irme contigo,

dejar mi mundo al revés.


La imagen frente al espejo

un día me preguntó

¿por qué estamos tan separados

si yo soy tú

tú eres yo"