jueves, 23 de junio de 2011

IMAGEN VIRTUAL



8 MINUTOS ANTES DE MORIR
(Source Code)
2011. Dir. Duncan Jones.


Hay películas simples que pasan desapercibidas y hasta son programadas en las salas peores de algunos complejos de cine. Hay películas que no son aparentemente complicadas pero que en su discurso hay profundidades insospechadas. Hay películas consideradas por quienes todo lo reducen a la nada, como “palomeras”, término bastante estúpido ya que todas las películas son palomeras si se sigue el ritual de ir al cine: ¡Qué placer haber visto a Bergman y Antonioni mientras se devoraban palomitas en caja de cartón y con refresco en vaso encerado chiquito y bien caro! (Pongo de lado a quienes no le gusten las palomitas).

8 minutos antes de morir es una cinta acerca de las paradojas científicas que juega con la virtualidad y la imaginación. Hay un soldado norteamericano caído en acción mientras piloteaba su helicóptero en Afganistán. Está prácticamente muerto pero su cerebro logra estar vivo todavía. Aprovechando una teoría inventada donde se dice que se recuerdan los últimos ocho minutos de vida, un científico ha logrado enviar esos restos de su mente hacia el pasado, cuando un tren estalló debido a una bomba, dejando más de cien víctimas. Como puede recordar esas últimas piezas de tiempo, le han pedido que descubra el explosivo y encuentre al asesino. Así inicia un viaje como la piedra rodante del mítico Sísifo donde repite y repite la situación con variantes en cada viaje.

La cinta discute la alternativa de cambiar el pasado para modificar el presente. Ya no es “el efecto mariposa” sino el encuentro del amor, la búsqueda del perdón del padre y la redención de un personaje que ocupa otro cuerpo y sigue adelante con lo que llamaríamos una vida virtual. No puedo seguir hablando de la cinta sin revelar elementos clave de la trama que necesitan ser descubiertos por los espectadores.

Jake Gyllenhaal

es el protagonista junto con la bella Michelle Moynahan quien será el sujeto de su afecto. Sin embargo, la soldado que establece comunicación con este cerebro sin cuerpo está interpretado por Vera Farmiga
quien aquí aparece contenida, sin mucho maquillaje y demasiada humanidad. La película no es acerca de un viaje en el tiempo, como se dice en alguna parte de la cinta: es acerca de la reasignación del tiempo. Otro héroe del verano sin espectacularidad, con gran inteligencia y bastante sentido de la ética social. Aparte le mantiene con el alma en un hilo.Su realizador Duncan Jones logró una gran película.

martes, 21 de junio de 2011

LOS GRANDES ACTORES (II)


Julio Villarreal
(1885 - 1958)


Eugenia Grandet (Emilio Gómez Muriel, 1952) , película basada en la novela de Balzac, transpuesta a la provincia mexicana, permite conocer la triste historia de una muchacha sometida (Marga López), junto con su madre (Andrea Palma), a la codicia de su padre. Hombre rico, dueño de muchas propiedades así como astuto inversionista, impide que su hija acceda al amor de un ambicioso y pusilánime sobrino, condenándola a la soltería. A punto de morir revela a Eugenia su fortuna, le muestra los centenarios escondidos en un secreter. Cuando está agónico, lo único que le permite el último aliento es expresar la palabra “¡oro!” mientras toca el crucifijo del sacerdote que está oficiando la extremaunción. Este papel fue interpretado por un talentoso actor que así pudo conjuntar una serie de roles excepcionales que han quedado para la historia.

Julio Villarreal (1885 – 1958) , madrileño, cuyo nombre real fue Julio Crochet Martínez Villarreal, descendía de actores y cantantes, de los cuales heredó su gusto por el teatro al cual se dedicó desde la corta edad. A los 18 años llegó a México donde tuvo una carrera por los escenarios hasta que el llamado de Hollywood no se hizo esperar, sobre todo con el inicio del cine hablado y la realización de cintas “hispanas” (versiones al español de tramas filmadas en inglés, ya que todavía no se habían implementado los subtítulos ni el doblaje).
Luego de varias experiencias (entre ellas, la versión española de El proceso de Mary Dugan que en su original marcó el debut de Norma Shearer) regresó a México donde participó en la segunda cinta nacional con sonido directo Águilas frente al sol (Antonio Moreno, 1932) para empezar una larguísima carrera como actor característico en el cine mexicano. Llegaría a filmar 130 películas.

Si se considera que al iniciar su carrera en películas nacionales contaba con 47 años, puede explicarse que fuera requerido para roles como hombre mayor o esposo maduro.

Ya no podría ser galán joven. Fue contramaestre de barco, piloto de aeroplano, amante adúltero, bohemio. En la época de oro le tocó interpretar a personajes históricos (Hidalgo en La virgen que forjó una patria; el papel protagónico de Cristóbal Colón)

o roles prestigiosos como psiquiatra o prior de convento (Crepúsculo; El monje blanco)

y en la primera cinta mexicana de Luis Buñuel (Gran Casino), con quien luego trabajaría en uno de sus melodramas más subestimados y muy apasionante, basado en Maupassant: Una mujer sin amor.

Será en los años cincuenta cuando la edad que empata con sus personajes le permite interpretar dos de sus papeles más importantes: el que ya he mencionado en Eugenia Grandet, aunque anteriormente había estado impecable en Doña Perfecta (Alejandro Galindo, 1950).

Su papel como don Inocencio, abogado que siempre está como buitre volando sobre quienes podrán ser cadáveres de una época; delator de lo que se considera pecado y falta de cortesía en Pepe Rey (Carlos Navarro), sobrino liberal de la imperfecta doña Perfecta (Dolores del Río) quien quema libros que ofenden la rectitud de su casa. Inocencio será su guía durante esa época juarista de las Leyes de Reforma (“Estaría bien que valuara el terreno del convento que utilizaban las Ursulinas antes que el gobierno lo confisque”) y su cobarde, rastrero amigo. Julio Villarreal tenía la presencia, el rostro, los gestos necesarios para darle vida a este tipo de personajes falsos, dobles, inmorales.


Hay otros 123 títulos para que lo comprueben: un gran actor.

Filmografía corta y selecta:
Águilas frente al sol (1932, Moreno)
Chucho el Roto (1934, De Fuentes)
Monja casada, virgen y mártir (1935, Bustillo Oro)
El gendarme desconocido (1941, Delgado)
Historia de un gran amor (1942, Bracho)
Bugambilia (1945, Fernández)
La devoradora (1946, De Fuentes)
La malquerida (1949, Fernández)
Felipe de Jesús (1949, Bracho)
La noche avanza (1951, Gavaldón)
La bruja (1954, Urueta)
La culpa de los hombres (1954, R. Rodríguez)
Los salvajes (1957, Baledón)
El gran premio (1957,Orellana)

domingo, 19 de junio de 2011

MALICIOSO





LA NOCHE DEL DEMONIO
(Insidious)
2010. Dir. James Wan.


El mal siempre acecha, nos asegura James Wan en sus películas. Si en “Juego macabro” (Saw, 2004) era el justiciero Jigsaw quien secuestraba y torturaba a personal con malos instintos y en “El títere” (Dead Silence, 2007)era el fantasma de la ventrílocua Mary Shaw quien se perpetuaba por venganza, ahora tenemos al matrimonio conformado por Josh (Patrick Wilson)



y Renai (Rose Byrne)
que se han mudado a una gran casona junto con sus tres hijos: Dalton, Foster y una bebé. Comienzan a suceder cosas extrañas. Luego de subir al ático, el pequeño Dalton entra en un inexplicable coma. Pasan tres meses y Renai es testigo de que hay presencias terribles rondando a su hijo. Todo llega al grado de necesitar mudarse nuevamente de esa casa. Sin embargo, en la nueva morada, continúan los extraños fenómenos. La madre de Josh (una nostálgica Barbara Hershey) busca a una vidente (Lin Shaye) que explica que Dalton anda perdido en un viaje astral y otras entidades (entre ellas, el mismo demonio) quieren ocupar su cuerpo. Josh tenía ese mismo don (de realizar viajes astrales) y tiene que, por lo tanto, ir en busca de su hijo.

La cinta (en ingles se llama “Insidious” que en español es algo, una enfermedad o una persona, que bajo una apariencia benigna oculta algo grave o malicioso) inicia como película de casa poblada por malos espíritus, pero pronto, muy pronto, nos damos cuenta que se sale del cartabón. Wan es excelente para diseñar atmósferas y nos permite, como espectadores, compartir los miedos de Renai cuando nos hace ver (y asustarnos con esto) a los espíritus, a los fantasmas, al mismito demonio. Hay situaciones ya conocidas: ruidos en el ático; objetos que se mueven inexplicablemente, puertas que se abren sin que haya alguien corpóreo detrás o dentro de ellas. Luego está la variante: al mudarse de casa, siguen las ocurrencias espeluznantes. Como dirá la vidente: no era la casa, sino el cuerpo comatoso, lo que provocaba el interés del mal. Y esa atmósfera de pesadilla (como el sotano aislado de “Juego macabro”

y la casa mórbida de “El títere”)

sigue adelante con el viaje que realiza Josh por lo que sería la antesala del infierno. Una bondad del guión es que comprendemos sutilmente los pecados de las almas en pena que las motivan a andar en busca de una siguiente oportunidad para sembrar la maldad.

Este guión nos remite a las viejas películas de terror. La mudanza de casas que no evita las acechanzas y amenazas. La narración, dentro de la cinta, de un sueño, que nos recuerda lateralmente al mejor Buñuel, a Bergman, a Hitchcock, a Bava. Los diversos finales que no lo son, porque siguen adelante y dan la pauta para imaginar el horror que continuará: el mal permanecerá entre nosotros en la forma de tantas posibilidades que van desde el crimen cotidiano hasta la contaminación atmosférica. El reino de la metáfora universal a través de la relectura de películas que primitivamente sólo querían asustar; ahora son pesadillas cotidianas y hay que plasmarlas en el celuloide.

La película tiene una presencia fantástica en Lin Shaye (actriz usualmente secundaria a quien puede verse desde la original “Pesadilla en la calle del infierno” hasta “Critters” con sus monstruitos peludos o “Serpientes a bordo”).

Aquí sale como la vidente Elise y es quien va dirigiendo ese viaje astral hacia lo desconocido. Leigh Whannell, guionista en esta cinta (lo mismo que actor en “Juego macabro”) aparece como uno de los ayudantes de la psíquica y es quien da ciertos toques de humor a lo que es una cinta verdaderamente seria e inteligente.

Ahora bien, no he mencionado otra película, magnífica, del propio James Wan llamada “Sentenciado a morir” (Death Sentence, 2007)

porque sucede en el ámbito real: un padre de familia (Kevin Bacon) es testigo de cómo es asesinado su hijo por un pandillero. Ante la ineficiencia de la justicia decide tomársela por propia mano. No se aleja de su tesis: nuevamente es la inocencia ante el mal acechante. El jovencito estaba en una tienda de conveniencia cuando llega el bruto asesino para demostrar que es hombre y merece entrar a una pandilla por medio de un crimen. Es lo que uno busca en el cine contemporáneo: talentos que tengan un discurso establecido, lo defiendan y lo discutan a través de sus películas. James Wan es un gran director.

miércoles, 15 de junio de 2011

LA IRA Y LA SENSATEZ


X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN
(X-Men: First Class)
2011. Dir. Matthew Vaughn.

Aunque está exhibiéndose el 31 Foro de la Cineteca con títulos que deben ser espléndidos, aparte del Festival Mix que va desde la pornografía dura hasta el romance más sutil o cómico, luego de varios días sin ir a las salas de cine (solamente tenía al fiel DVD en casa y a desvelo), anhelaba una película de entretenimiento masivo, con acción y situaciones fantásticas que me llevaran a los niveles del incomparable soñar despierto. Hace poco, en el Facebook comenté que, afortunadamente, en la mayoría de las cintas espectaculares que se estrenarán este año o el siguiente, se estaba confiando en directores inteligentes para su realización. Michel Gondry con “El avispón verde”, Kenneth Branagh y su “Thor”, aparte de otros títulos que pronto verán la luz. Ahora le tocó al responsable de “No todo es lo que parece” (Layer Cake) o “Kick-Ass-Un superhéroe sin super poderes” (Kick-Ass), dos cintas que gustaron aunque pasaron rápidamente por las salas de cine aunque se pueden disfrutar (y valorar de forma debida) a través del cable o del disquito versátil.

Vaughn nos entrega una cinta-antecedente. Cuando las historias tienen éxito, sus creadores quieren irse hasta su génesis. Es necesario dar idea de los orígenes y empatarlos con el presente que nos las dieron a conocer. Así se muestran las características humanas que definen a los personajes. Si en la primera entrega de “X-Men” sabemos que Mystique es malvada, acá nos la presentan desde jovencita, con complejo de inferioridad, ciertos sentimientos bondadosos de los cuales se despoja ante la pasión amorosa que le despierta el ambiguo Magneto cuya madre judía fue asesinada por un tipo malvado, también mutante, durante los tiempos del nazismo.

La acción inicia en 1944. Xavier es un jovencito inmensamente acaudalado quien vive en su infinita mansión del estado de Nueva York. Erik, quien será el futuro Magneto, es un jovencito judío, polaco, quien es separado de sus padres y debido a la ira y la angustia demuestra sus poderes que desean ser explotados por un perverso Sebastian Shaw (Kevin Bacon en villano sensacional). Pasan 18 años para que Xavier sea egresado en genética y logre encontrar a gente como él; y Erik ande en busca de Shaw para vengarse del asesinato de su madre. El destino los reúne y los convierte en cómplices contra un villano para que surja su verdadera naturaleza luego de un enfrentamiento que está llevando al planeta a una posible guerra nuclear. Fue inteligente utilizar los tiempos de Kennedy y la tensión que se sintió en el mundo entero por los misiles rusos colocados en Cuba (como pretexto histórico), dejando a estos mutantes, dentro del vasto mundo de la ficción, como salvadores del planeta.

La película sigue una estructura sólida: luego de los prólogos, se pasa a la reunión de personajes, el encuentro de otros mutantes, el primer enfrentamiento con el villano para dar cuenta de la falta de control y de la juventud de estos seres para con sus poderes. El entrenamiento y la confluencia circunstancial para el cierre de trama, conexión con la historia que vendrá (y que ya conocemos) aparte de un final con ironía. El manejo de la acción que ha demostrado Vaughn se siente en la edición y el ritmo: no hay momento sin interés ni pausa que robe la atención. Los efectos especiales siguen asombrando con cada película que pasa y continúa.

Luego está el mensaje moral: Xavier logra extraer la paz que alguna vez sintió el lastimado Erick. Su poder mutante está sustentado por la mezcla de ira y apacibilidad. Con una simple secuencia de imagen sobreimpuesta que lleva a segundos de una infancia que sabemos feliz, se ha descrito la personalidad de un personaje que, con el tiempo, será terrible villano. Otro momento que tiene que ver con el juego de las apariencias permite que se conozca la vergüenza de la mutante azul con cuerpo escultural y un simple beso remueve (significando eliminar, suprimir) esa modestia que en realidad era complejo: surge la vanidad y la soberbia.

Un guiño de ojo al espectador fanático ocurre cuando Xavier y Erick buscan a otros mutantes: en un bar encuentran a Wolverine (Hugh Jackman, sin crédito) quien los manda al demonio cuando quieren reclutarlo: sabemos cómo se reunirá con el paso de los años. Por otro lado, una joven Mystique se transforma en ella misma con varios años de más, y vemos a Rebecca Romijn como ente seductor para el frío Xavier quien le había pedido más tiempo para tener sexo. Esto da lugar al beso.

“X-Men: primera generación” es otra muestra de la superproducción espectacular con discurso inteligente y lección moral. Que algunos espectadores se queden en lo aparente es una cosa; que el cinéfilo alcance a disfrutar aspectos interesantes detrás de la mera acción, debe ser lo que esperemos se repita en muchas otras cintas de este tipo que serán estrenadas durante el ardiente verano que nos envuelve.