sábado, 29 de septiembre de 2018

¿BUENAS? AMIGAS


UN PEQUEÑO FAVOR
(A Simple Favor)
2018. Dir. Paul Feig.



         Paul Feig es el responsable de comedias fantásticas (Spy, una espía despistada, Damas en guerra) gracias a que sabe aprovechar a sus elencos. Cuando uno se entera que ha dirigido esta cinta que se anuncia como drama de intriga y suspenso, piensa que ha decidido cambiar de rumbo o probar otro género: no es así, en realidad es una comedia disfrazada. Feig comprueba que es un individuo muy creativo en su manejo del humor (aunque él personalmente no posea el carisma ni la gracia suficiente) y en su habilidad para extraerlo de cualquier situación, más que nada, aprovechando las cualidades de sus elencos y de sus guiones. En esta película parte del guion de Jessica Sharzer (cuyos antecedentes más populares son episodios de la serie de televisión American Horror Story) sobre una novela que vuelve a tratar el tema de mujeres que desaparecen (al estilo Perdida) y que si se pone uno a analizar con cuidado, no tiene ni pies ni cabeza psicológicamente ya que muestra giros inesperados, sospechosos inesperados, personajes inesperados y hasta reacciones inesperadas, aparte de divulgar secretos inesperados.

La maravillosa Anna Kendrick con la sensual Blake Lively
         Y sin embargo, no importa. No se toma en serio y aprovecha todas las posibilidades para descubrir la chispa, el ingenio (hasta la socarronería) dentro de situaciones de suspenso que atrapan la atención del espectador. Así como se entra al incesto o perversiones sexuales, hay elementos que se notan copiados de muchos otros temas del género y que no pueden ser comentados para no arruinar  las sorpresas de la cinta. Stephanie (Anna Kendrick), una viuda con hijo pequeño, demasiado servicial, creadora de un videoblog donde ofrece recetas de cocina y otros consejos domésticos, conoce a la sofisticada madre de un amigo de su hijo llamada Emily (Blake Lively). A pesar de sus contrastes personales, se hacen buenas amigas, y Stephanie comienza a hacerle favores como cuidar a su pequeño. Cierto día, ésta desaparece, y Stephanie, utilizando las experiencias comunes y ya muy conocidas en libros y películas, empieza a investigar hasta que se descubre el paradero de la mujer: aparece muerta en otro estado.
Henry Golding (el galán de la ridícula "Locamente millonarios"
aquí tiene el papel como marido de la extraña Emily
         Con lo que le he contado, que deja atrás muchos detalles y momentos, la cinta sigue con misterios, más sospechas, otras investigaciones, hasta llegar a un desenlace. A pesar del desastre discursivo y psicológico, la película cuenta con ese par de actrices maravillosas cuyos talentos, físicos y gracia, permiten que Feig alcance niveles sorprendentes de humor que subrayan su habilidad para lograr imponerlo y sustraerlo de situaciones dramáticas, aparentemente serias. La cinta es frívola, hecha con fórmulas, acciones inverosímiles, pero está contada y resuelta inteligentemente. El espectador sonríe, lanza de pronto alguna carcajada, se extraña, porque a cada momento las cosas cambian con un ritmo tan bien estructurado, y queda satisfecho.
Paul Feig domina el humor para cualquier situación,
aunque personalmente carezca de gracia...

lunes, 24 de septiembre de 2018

LOS HECHOS A DISTANCIA


BUSCANDO…
(Searching)
2018. Dir. Aneesh Chaganty.


         Cuando su hija Margot (Michelle La) desaparece, su padre David (John Cho, excelente) la empieza a buscar hurgando en sus redes sociales. Paulatinamente va encontrando pistas sobre todo cuando forma alianza con la detective Vick (Debra Messing) hasta que logran descubrir algo. Y ya, no se vale echar a perder la sorpresa del espectador que no haya visto esta cinta novedosa, por su manera de narrar, pero bastante desigual por el mismo motivo. Toda la película está filmada a través de pantallas: computadora, teléfono, redes sociales, correos, con la intención de ofrecer una crítica y un comentario: nuestras vidas están definidas por estos medios electrónicos. Si bien nos ofrecen las ventajas de la rapidez y de la comunicación masiva (de hecho estoy escribiendo en una computadora y estoy publicando en una red social), por otro lado dan lugar a lo efímero, inmediato, al comentario estúpido, a la opinión ligera, a la burla y el escarnio, a la proyección de las mayores amarguras o del peor cinismo: el mejor ejemplo de lo peor que han provocado estas grandes creaciones de la inteligencia humana. 


         El hecho de que todo se narre gracias a cámaras de vídeo, a transmisiones directas, a noticiarios, a conversaciones por Facetime, limita lo que sería un desarrollo más directo y preciso de los hechos que están ocurriendo. La falta de alternancia entre un mundo real, que nunca se muestra directamente, y el mundo virtual, constante, solamente produce distancia al espectador. Nos tornamos en extensiones de nosotros mismos. Vamos al cine para que se replique la experiencia del hombre frente a la pantalla como si estuviera en su escritorio en lugar de su butaca. Hay un momento en que David se pelea con un posible sospechoso suyo pero al ser testigos por un reportaje noticioso, no alcanza a lograr el peso que envuelve en una cinta de intriga y suspenso.


         Se disfrutan las actuaciones, se mantiene la curiosidad, pero se termina con una frialdad absoluta. Viene a ser la nueva generación de las películas que se han narrado a través de vídeos encontrados. Técnicamente impecable. No obstante: decepción.


El realizador Aneesh Chaganty


        

LA FRESCURA DE UN GÉNERO


VERANO DEL 84
(Summer of 84)
2017. Dirs.  RKSS.
         Hay una escena en esta película donde vemos al protagonista principal, el quinceañero Davey (Graham Verchere), leyendo una novela de los Hardy Boys, personajes de una serie de libros, hermanos adolescentes que eran detectives aficionados quienes resolvían casos gracias a la cercanía de su padre quien era realmente investigador policiaco. Este es, en general, el espíritu y atmósfera de una interesante cinta revisionista que trae a colación muchas referencias de la cultura popular hasta el año que indica el título. Davey, junto con sus amigos Eats (Judah Lewis), Farraday (Cory Gruter-Andrew) y su mejor amigo, el gordito Woody (Caleb Emery) ha iniciado el verano en un suburbio de la ciudad de Ipswich. Al comienzo de la película, va en su bicicleta repartiendo periódicos, mientras expresa que nunca llegas a conocer verdaderamente a alguien aunque sea tu vecino, criticando al barrio en el cual vive. Es principio de vacaciones, juega a las escondidas, se reúne en una verdadera casa del árbol, y empieza a sospechar de su vecino, el policía Mackey (Rich Sommer) como el asesino en serie que anda suelto y cuyas víctimas son adolescentes principalmente. La desaparición de un jovencito en esta zona, además de los movimientos extraños que ha notado en el policía, lo lleva a iniciar una investigación donde involucra a sus amigos.

Woody, Davey, Farraday, Eats
El policía Mackey
         La cinta no desperdicia momento alguno para ofrecer elementos de la era que retrata: desde el tipo de bicicleta, el vestuario y los alimentos hasta los radios CB, el MTV, las televisiones cuadradas, los lectores de microfilmes en las bibliotecas, los títulos de películas o sus referencias literales, además de los automóviles: las Station Wagons, precursoras de nuestras recientes Vans o Crossovers, sin faltar el democrático Volkswagen. Las almas obvias y predecibles traerán a colación que los cuatro jovencitos, además de una deseable vecinita, recuerdan a Eso (Muschietti, 2017); o que la incesante mirada a través de catalejos es referencia a La ventana indiscreta (Hitchcock, 1954), aunque está más cerca de Paranoia (D.J. Caruso, 2007); o que el vecino sospechoso es afín con La hora del espanto (Holland, 1985) o más bien Noche de miedo (Gillespie, 2011) y una culta referencia sobre la doble moral del suburbio estaría en Terciopelo azul (Lynch, 1986) o casi todo el cine de John Waters. Sí, ese debe haber sido el punto de partida de una cinta resumen para explotar la actual nostalgia por los años ochenta cuando los cuarentones son los principales consumidores o las estrellas juveniles acercan a los “millenials” de alguna manera.

         Lo más importante es que sus tres realizadores, que se firman con las siglas RKSS, logran mantener un suspenso constante dentro de las convenciones de este tipo de película que vuelve muy razonable la sospecha. El espectador comparte con el personaje su gran seguridad de que el vecino sea culpable, aunque algunas pistas quieren disipar dicha certeza. Todo se va desarrollando acorde con las variables y constantes del género hasta que llega el momento del giro narrativo. Por otro lado, la parte erótica de la adolescencia complementa las bromas pero afianza el momento dulcificado por el anhelo romántico que, además, será preámbulo y conciencia de que las cosas cambiarán: la misma adolescencia, el tiempo de la irresponsabilidad y la aventura, que se encuentran vulnerables. Davey enfatiza que la gente que nos rodea oculta secretos.

         La frescura de una película que nos repite aspectos ya conocidos, sin ser parodia ni referencia de género, como la saga de Scream (Wes Craven, 1996 – 2011), sino más bien una relectura con un replanteamiento final es lo que renueva la pasión por el cine y sus truculencias, la nostalgia de una época, las absurdas degradaciones sociopolíticos.
Los directores que se firman como RKSS: 
Yoann-Karl Whissell, Anouk Whissell y Francois Simard

domingo, 23 de septiembre de 2018

SUEÑOS DE OPIO


LOCAMENTE MILLONARIOS
(Crazy Rich Asians)
2018. Dir. Jon M. Chu.



         La maestra Rachel (Constance Wu) recibe la invitación de su novio Nick (Henry Golding) para asistir a la boda de su mejor amigo en Singapur. También quiere que conozca a su familia. Rachel desconoce que su novio pertenece a una de las dinastías más ricas y poderosas de su país. Por tal motivo, encontrará una fuerte reticencia por parte de la madre de Henry para aceptarla. Más aún cuando se revela un secreto.


         Basada en una popular novela de Kevin Kwan, autor nacido en Singapur pero criado en Estados Unidos, cuya obra consiste, de manera constante (ya lleva tres títulos), en la descripción de situaciones convencionales que ocurren entre gente tan rica que puede darse el lujo de tirar el dinero por la ventana, comprar joyas fabulosas o cualquier objeto, lugar o persona que a Ud. se le ocurra: la cinta es tan banal como cualquier telenovela. Estamos ante una Cenicienta de siglo 21 donde el problema no es racial sino de casta: ¿Cómo se va a casar el heredero con una mujer que no tiene padre?

         Equivalente de las historias de amores convencionales de la literatura rosa, de los hechos que aparecen en las revistas sociales, de los temas que le interesan a Guadalupe Loaeza donde lo primordial es destacar la frivolidad en cualquier asunto, estamos ante esa tendencia del cine actual de ofrecer comedia tan ligera e insubstancial que se olvida al término de la misma por lo que resulta ser elemento de consumo efímero. Es como las películas de Tyler Perry donde su elenco está conformado por actores y actrices afroamericanos con bastante atractivo en general, pero las tramas son las usuales con repartos blancos. Ahora son estrellas orientales. Lo que resulta todo un placer es ver a la extraordinaria Michelle Yeoh (protagonista en cintas que son inteligentes) como la madre enojada.
         Sin embargo, ha tenido mucho éxito y aquí se repetirá. Será porque cumple con los sueños imposibles de muchos espectadores: al menos frente a la pantalla, por un ratito, se les tornan ilusa realidad…
La gran cualidad de la película: Michelle Yeoh

UN MONSTRUO PARA NUESTROS TIEMPOS


EL DEPREDADOR
(The Predator)
2018. Dir. Shane Black.



         En esta nueva secuela de la popular franquicia iniciada en los tiempos de Reagan con su estrella favorita (Schwarzenegger), tenemos al francotirador McKenna (Boyd Holbrook) como héroe principal en una ingeniosa trama donde un monstruo fugitivo se estrella nuevamente en una selva para iniciar sus persecuciones y ataques, pero la trama se complica cuando un inteligente niño autista produce una señal que permite que otro depredador con mascotas asesinas llegue en búsqueda del primero. Todo es complejo para describir, pero lo más interesante es que en esta cinta, al héroe se le multiplica al colocarlo entre un grupo de soldados que traen problemas psicológicos o como consecuencia del combate. Vienen a ser sus corifeos, lo mismo que una contraparte científica y otra némesis intransigente.

Boyd Holbrook, un nuevo héroe
adecuado para nuestros tiempos
         La cinta mantiene sus secuencias de acción, los efectos especiales y los puntos extremos cuando se va llegando al desenlace de la trama. No obstante, posee la cualidad del humor con ese grupo de locos inocentes y audaces que dan lugar a referencias fílmicas y a proveer el sentimentalismo esperado cuando debe incluirse una solución drástica. Por otro lado, es una película del magnífico Shane Black, quien fuera uno de los soldados sacrificados en la cinta original y quien luego, ya como director, se ha distinguido con la frescura de sus creaciones muy singulares para el cine norteamericano de este siglo (Entre besos y tiros con una narración fluida, la genial sátira Dos tipos peligrosos donde satirizaba a los años setenta con su mundo pornográfico o la segunda secuela de Iron Man).
Los locos graciosos que aportan la ligereza
como metáfora de esta era en que vivimos
(Alfie Allen, Keegan-Michael Key, Thomas Jane,
Augusto Aguilera, Boyd Holbrook, Trevante Rhodes)

         Es interesante notar que mientras en la cinta original el depredador llegaba a una selva donde debía salvarse a un personaje importante de las guerrillas centroamericanas, en la primera secuela eran pandillas en Los Ángeles y ahora se retorna a la selva, con narcotraficantes, para proseguir a las áreas suburbanas. El mundo ha evolucionado pero los villanos siguen cambiando solamente de rostro, nacionalidad o circunstancia. Holbrook, el actor principal es más blando que Schwarzenegger para adecuarse a la imagen convencional, menos fornida, del héroe en estos tiempos,  pero la inclusión de esos seres graciosos también nos habla de la ligereza en la cual vivimos, sin que la cinta pierda su interés. Es necesario hacer reír en medio del caos para que éste sea soportable: ¿no es lo que sucede con Trump, Peña Nieto y lo que se acerca? El depredador es una cinta armónica, graciosa, equilibrada…

Shane Black, uno de los mejores directores 
del cine norteamericano de hoy

        



        


viernes, 21 de septiembre de 2018

LA PÉRDIDA DE LA FE


LUZ DE INVIERNO
(Nattvardsgästerna)
1962. Dir. Ingmar Bergman.


         El pastor Tomas Ericsson (Gunnar Björnstrand) oficia una misa donde solamente tiene 5 feligreses, un organista y un sacristán. Sigue todo el ritual hasta la comunión. Al terminar, atiende a una pareja que busca su consejo: el marido Jonas sufre una crisis existencial porque teme la explosión de una bomba atómica a cargo de los chinos. Tomas, entonces, se da cuenta que no puede ayudarle porque él mismo lleva tiempo viviendo sus propias dudas. La pareja se despide porque la mujer, embarazada, debe ir a casa, pero expresa que Jonas volverá. Mientras tanto, Marta (Ingrid Thulin), la maestra del lugar, enamorada de Tomas, le deja una larga carta que nosotros escuchamos de sus labios cuando Tomas la lee: le declara su amor pero también reclama su indiferencia. Igualmente, acepta su ateísmo que, no obstante, la acerca al pastor. Jonas retorna para que Tomas le confiese que ha perdido la fe luego de la muerte de su esposa y al recordar las atrocidades que atestiguó durante una guerra. Jonas sale y va a suicidarse en un río.

Gunnar Björnstrand, Max Von Sydow
y Gunnel Lindblom, actores estables
en el cine del maestro Bergman

         La segunda cinta de la que se ha llamado la trilogía sobre el silencio de Dios (la primera fue A través de un espejo oscuro, 1961, y la tercera fue El silencio, 1963) nos habla precisamente de la falta de fe de un hombre de Dios quien se siente inepto para su oficio y su momento de verdad será bajo la frase de Cristo “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, momento crucial que tuvo el Señor en su punto más alto de sufrimiento. Tomas recriminará el amor de Marta y la tratará con crueldad dejando clara su posición como hombre vulnerable que no puede demostrar afecto. No obstante, a pesar de ello, porque ya no hay fe, ya no se cree en Dios, ya no hay amor, Tomas iniciará otra misa con el “Santo, santo, santo, es el señor Dios…” porque es su misión en esta vida. Ha descubierto sus debilidades y limitaciones: queda la expectativa, la esperanza, de que alguna vez el Señor vuelva a hablarle. Hay tanto de que hablar luego de ver esta película, tan simple (80 minutos, cámara casi estática, espacios cerrados más que los abiertos) como compleja (el discurso filosófico, acorde con su tiempo pleno de censuras, temores y amenazas, resulta ahora tan vigente), pero requiere que primero se le vea y se le comprenda, se deje uno llenar de ella para luego ir soltándola poco a poco con la mente, la memoria… Mejor detenerse aquí y ojalá que esta nota le motive a buscarla y verla...

Bjornstrand con Ingrid Thulin

jueves, 20 de septiembre de 2018

TRAGEDIA PARA REÍR...


EL DÍA DE LA UNIÓN
2017. Dir. Kuno Becker.


         Hace 4 años el actor y violinista Kuno Becker estrenó su ópera prima (Pánico 5 Bravo) y en mi comentario deseaba que no hubiera una “ópera seconda” por el pésimo resultado: una historia de rescatistas en la frontera norteamericana que recogían a un herido del lado mexicano para ser atacados por narcotraficantes que deseaban apoderarse del tipo. En inglés, con actores mexicanos y subtítulos, la cinta era otra copia de modelos norteamericanos con toda la intención de explotarla en mercados internacionales, pero plena de melodrama, lugares comunes, absurdos y ridículos. Luego del fracaso, Becker se dedicó a la televisión en Estados Unidos (la serie Dallas) y ahora reaparece con una cinta producida, dirigida, editada y actuada por él, pero fiel a sí mismo, hay melodrama, lugares comunes, absurdos y ridículos.


         El día de la unión inicia pocos minutos antes del fatídico terremoto del 19 de septiembre de 1985 que provocó la caída masiva de edificios, destrozos habitacionales y de infraestructura, además de muchos muertos y heridos. Max (Kuno Becker), periodista, recoge a su hijo Tico (Ramiro Cid) en el departamento de su esposa Paula (Aurora Papile), de quien está separado. Antes de llevarlo al colegio, Max llega al edificio donde está su agencia de noticias, deja al niño con su perro en el automóvil que estaciona en el sótano dos. Sube al quinto piso y al querer regresar, empieza a temblar. El edificio se derrumba, pero Max logra salvarse. Afuera de los escombros se empiezan a reunir varios voluntarios para iniciar a rescatar sobrevivientes y será con uno de ellos que Mas se enfrentará y obligará a que bajen al sótano para buscar al niño. Lo que sigue será la parte medular, además de otros incidentes menores con los rescatistas y varias nimiedades.


         El rescatista Javier (Armando Hernández) tiene que lidiar con el empistolado Max para buscar la manera de bajar. Hay muchos obstáculos, alguno que otro despeñadero, la bajada por una cuerda de elevador, la rotura de una toma de agua que empieza a inundar el foso del mismo ascensor, el deslizamiento por un ducto de ventilación, el descubrimiento del bebé (vivo) que una secretaria (ya muerta) tenía en la recepción del edificio. Cuando por fin llegan al sótano dos, Javier retorna a la superficie y Max se queda, al encontrar al perro moribundo y al niño herido bajo lozas apretujadas.


         Todo lo que le cuento es elaborado, pero en la película aparece fácil y preparado. No hay una tensión que envuelva a la acción porque todo se ha manejado bajo la sombra del peor melodrama y los personajes reaccionan con tantos altibajos emocionales que todo resulta plano y sin sentido. Y después de todo lo que batallaron para llegar al fondo de este pedazo de hecatombe, el ascenso para Javier con el bebé ni se muestra y logra salir de estas ruinas con toda la facilidad del mundo luego de elevadores, bajadas, resbalones, inundaciones, por lo que la lógica necesaria para un asunto realista, se pierde por completo. No quedan más que dos caminos: o reírse del absurdo o morirse del tedio. Lo terrible es que lo primero no alcanza niveles de delirio por lo que al espectador no le queda más que bostezar. Y, por supuesto que Kuno se escribió el papel del héroe que debe ser exaltado.

Álvaro Guerrero y Mario Zaragoza
en una subtrama metida con calzador

         También está la mala factura de la película: se mezclan imágenes reales en vídeo, tomadas de los noticieros de época, con la filmación contemporánea. Un grave descuido es que en 1985 no había alta definición. En lugar de haber adaptado los vídeos a su formato original dentro de la pantalla panorámica, se exhiben con proyección alargada por lo que las personas aparecen gordas y chaparras, los objetos resultan estirados, apoyando a la inverosimilitud completa, sobre todo cuando la continuidad ficticia se enlaza con la documental. 

Armando Hernández, Ximena Ayala
y el "melenudo" Harold Torres
Gustavo Sánchez Parra, Armando Hernández
y Harold Torres: ellos son las únicas ganancias

         ¿Qué se rescata? De manera muy elemental, las presencias del propio Hernández, además de Gustavo Sánchez Parra (cuyo personaje muere de la manera más truculenta y efectista que sorprende pero provoca la carcajada), Ximena Ayala, Mario Zaragoza, y sobre todo, aunque con pocos diálogos y una cabellera falsa pero ridícula porque tiene aspecto de “ñero” y “naco”, el maravilloso Harold Torres. A todos ellos los hemos visto en mejores películas: aquí son los regalos que se ofrecen al público sometido a la tortura. Gran fracaso. Comprobación de que no debió ocurrir. Ojalá no haya “ópera terza” y Kunito se dedique solamente a actuar y a lucir su buen, ya cuarentón, físico.
Kuno Becker

martes, 18 de septiembre de 2018

LOS TIEMPOS QUE SE VIVEN


HACIA LA LIBERTAD
(Razzia)
2017. Dir. Nabil Ayouch.



         “Dichoso aquel que puede actuar acorde con sus deseos” es un viejo proverbio bereber que sirve como epígrafe al inicio de esta deslumbrante coproducción francoárabe que nos muestra a cinco personajes reprimidos o afectados por la tradición religiosa, el conservadurismo social, las políticas seudointegradoras , la discriminación racial y hasta por la destrucción de los sueños. El realizador Ayouch nos ofrece un resumen de la gente que vive en el Marruecos actual y a los cuales clasifica como una “mayoría silenciosa”. La acción inicia en 1982 en un pueblito de la Cordillera del Atlas marroquí donde el maestro Abdallah es querido por sus alumnos y él encuentra muy satisfactoria su labor de enseñanza. Vive un romance con la viuda Yto, cuyo hijo pequeño es Ylias. Cierto día llega un inspector que le obliga a impartir sus lecciones en el idioma árabe cuando los niños solamente entienden el dialecto bereber. Esto produce un caos y al maestro no le queda otra salida que abandonar el pueblo rumbo a Casablanca.

Abdallah, el maestro obligado a dejar
sus clases por la "arabización" en 1982
(Amine Ennaji)

El tiempo se traslada, entonces, a 2015 en esta ciudad donde conoceremos al judío Joseph, a quien le gusta que le llamen Joe, dueño de un bar donde toca el piano y tiene entre sus empleados a Ylias, ya cuarentón. También aparecerá Hakim, joven que vive en el barrio popular de Medina, cuyos sueños para convertirse en estrella de rock, al estilo de Freddy Mercury, su ídolo, están condicionados por la desaprobación paterna y la burla de sus vecinos. Aparte está Salima, una mujer que ha dejado atrás las tradiciones de sometimiento femenino, vive en un departamento de clase media alta, tiene disputas con su marido porque éste no acepta muchas de sus actitudes (fumar, vestir ropa moderna y provocativa, además de juntarse con otras mujeres que asisten a la casa de Yto, ya sesentona, para bailar y convivir dentro de modos inaceptables por la tradición). Y finalmente conocemos a Inés, quinceañera de clase alta que vive su soledad por la desatención de su madre, se encuentra en medio de una total confusión sexual (virginidad, lesbianismo, seducción) debida a la rebeldía.

Joe, el judío y el soñador Ylias
(Arieh Worthalter y Abdellah Didane)
El desdeñado Hakim
(Abdelilah Rachid)
La solitaria Inés
(Dounia Binebine)

Cada uno de estos personajes mostrará cierta debilidad: Joe vivirá negando su raíz judía que le afectará en la búsqueda del amor. Hakim reprimirá la furia contra su inconmovible padre para explotar en el momento menos adecuado. Inés querrá pertenecer a alguien o algo, pero sufrirá el rechazo indirecto. Salima buscará su espacio personal porque ya no acepta el machismo tradicional ni desea continuar con las represiones musulmanas. Todos ellos se encontrarán de alguna u otra manera afectados por una manifestación explosiva de quienes exigen derechos y oportunidades laborales; o por la violencia que se desata en una fiesta de jóvenes ricos, indiferentes a las necesidades sociales, viviendo al día con sus emociones primarias.

La sesentona Yto
(Nezha Tebbai)

Solamente nos quedan Abdallah, el maestro frustrado, cuyo sueño lo volvió un ser amargo. Yto, quien viajó a Casablanca en busca de quien fue su único amor, sin jamás encontrarlo. Ylias, adulto que vive de sueños, admirando la película Casablanca (Curtiz, 1942), la cual repasa constantemente y narra hechos a Joe que le ha contado un vecino: dónde se encontraba en la misma ciudad el aeropuerto del final de la película, los chismes de que Bogart e Ingrid Bergman se besaban a escondidas cuando no filmaban, o el significado de la letra de “As Time Goes By” cantada en la admirada película. De esta manera, el epígrafe de la cinta se vuelve contra sí mismo: no hay dicha ni se vive acorde con los deseos; el panorama es triste, los obstáculos mayores por la ignorancia y la terrible tradición oscurantista. No obstante mueve a la reflexión: nos ha permitido adentrarnos dentro de una sociedad considerada lejana y que, sin embargo, nos toca de otras maneras: revisemos las nuevas censuras y lo políticamente incorrecto.

La rebelde Salima
(Maryam Touzani)

Como corolario de estas tristes “mayorías” sin alternativa de solución, Joe, atribulado y resentido le confesará a Ylias que ninguna porción de Casablanca fue filmada en Marruecos, para añadirlo al retrato general de amargura. Sin embargo, el epílogo será esperanzador: Salima, embarazada del hijo que tendrá, del cual nunca informó al marido que la abandonó, entra al mar, mira al horizonte y sonríe, como un pequeño triunfo dentro de su espacio personal.
El realizador marroquí Nabil Ayouch presenta su sexto
largometraje luego de haber llamado previamente 
la atención en Cannes

viernes, 14 de septiembre de 2018

¿EL TRIUNFO DE LA MÁQUINA?


UPGRADE: MÁQUINA ASESINA
(Upgrade)
2018. Dir. Leigh Whannell.



         En un futuro pleno de tecnología, el mecánico Grey (Logan Marshall-Green) sigue adherido a las viejas costumbres. Arregla y maneja autos convencionales cuando ahora son robóticos, que ni siquiera requieren ser conducidos, aparte de escuchar discos de vinilo y desconocer los dispositivos en casa. Su esposa Asha (Melanie Vallejo) es una ejecutiva, al día, que trabaja en una corporación que implementa todos estos avances. Cierto día, cuando regresan de una fiesta, su auto es intervenido, los lleva hacia un barrio bajo en los suburbios donde la pareja es atacada por un grupo de maleantes: la mujer es asesinada y Grey resulta con lesiones que lo dejan parapléjico. Un eminente y joven científico, Eron Keen (Harrison Gilbertson), cliente del mecánico Grey, lo visita en el hospital y le ofrece implantarle en su cuerpo un microprocesador que servirá como sistema operativo y le permitirá volver a utilizar sus extremidades. Como Grey está deprimido y no desea vivir, lo acepta con la intención de buscar a los asesinos de su esposa. La operación tiene éxito, Grey permanece en su estado inmóvil frente a la sociedad, pero en privado inicia su búsqueda: lo que no ha esperado es que el sistema operativo se comunique a través de su cerebro y lo convierta en una máquina hábil para la defensa personal y el enfrentamiento con sus enemigos, a los cuales va encontrando.

La felicidad efímera
Stem, el implante
La lucha moral

         En el ámbito del realizador David Cronenberg, donde el cuerpo es el medio para dar paso a las emociones, el autor completo Leigh Whannell nos ofrece otra incursión en la inquietud acerca de la inteligencia artificial, la preponderancia de las máquinas y su dominio sobre el ser humano. Stem, el nombre de su implante, comienza a seducirlo ante la fuerza y el poder que le brinda a su recipiente para que inicie una lucha entre los límites éticos y morales de Grey contra la frialdad implacable de una máquina. Viene a ser una explicación colateral: ante un grupo de jóvenes que se divierten con la realidad virtual con la cual pasan de días a semanas, se escucha la explicación de que “ese mundo es mejor que en el cual vivimos”. Grey se convierte en una especie de Jekyll y Hyde con dos personalidades simultáneas, o como una relectura del Frankenstein al revés, donde un sistema operativo se transforma en Dios para que la vida continúe.

El refuerzo del bien
El poder de la máquina
y, al fondo, la enajenación
de la realidad virtual
El otro ente superior: la verdad

         Como aparente antagonista tenemos a la detective Cortez (Betty Gabriel, la sirvienta sometida en Huye) quien no se explica la presencia de Grey en las escenas de crímenes cuando está impedido muscularmente. De forma indirecta, la buena policía será el reforzamiento moral para Grey cuando las cosas vayan alcanzando un extremo. Y el verdadero asesino de la esposa resulta ser otro ente avanzado que representa a los intereses comerciales de corporaciones ambiciosas aunque con un extraordinario giro de trama que se irá dando hacia el final de la película donde se tendrá salida hacia las realidades distintas: una que resulta mejor, imaginada, a aquella en la cual vivimos.

Un realizador genial e inteligente

         Leigh Whannell, actor y guionista (El juego del miedo y secuelas, La noche del demonio y secuelas), cercano colaborador del eminente James Wan, apenas en su segunda cinta como realizador demuestra que conoce la atmósfera en que debe moverse y termina estando a la altura de los objetivos que se ha trazado. Una cinta muy satisfactoria porque no deja interrogantes dentro de ese mundo distópico que hemos visitado en otras oportunidades (Terminator, Blade Runner y su secuela extraordinaria Blade Runner 2049, o de manera más “amable” en Las mujeres perfectas, por mencionar pocos ejemplos). Realidad virtual contra el poderío de la máquina.