lunes, 25 de noviembre de 2019

NEGRA ATMÓSFERA


HUÉRFANOS DE BROOKLYN
(Motherless Brooklyn)
2019. Dir. Edward Norton.
         Es 1957 y Lionel (Edward Norton), un joven afectado con el Síndrome de Tourette, trabaja al lado del detective privado Frank Minna (Bruce Willis) en el que será el último día de su vida. Lionel ha podido escuchar por el teléfono lo que se dijo en una reunión con unos hombres que luego lo trasladaron hacia un callejón donde lo asesinaron. Lionel no llega a tiempo más que para llevarlo al hospital donde la última palabra que expresa Minna es “Formosa”. Afectado por su muerte y agradecido porque siempre le protegió desde que estaba pequeño, además de aprovechar su condición que le daba una memoria prodigiosa, Lionel se decide a investigar por su cuenta para encontrar motivos y culpables. Por tal razón se encontrará con la corrupción de los altos mandos municipales de Nueva York, sobre todo con Moses Randolph (Alec Baldwin), encargado desde hace muchos años del departamento de construcción quien abusa de las minorías raciales (sobre todo, negros) para apoderarse de sus propiedades y “mejorar” los barrios, además de darse cuenta que se ciernen amenazas contra la vida de una joven activista mulata: la experiencia hará que descubra razones que más que deberse a la política tendrán que ver con secretos íntimos. 
         Basada en una distinguida novela premiada en 1999, el actor Norton tardó veinte años en poder llevarla al cine con cambios radicales como trasladar la acción de finales de siglo XX a la mitad del mismo, con la intención de recrear la atmósfera propia del cine negro, o sea el género policiaco que floreció en Hollywood durante las décadas de cuarentas y cincuentas. Fue un cambio inteligente ya que en esos tiempos alejados de celulares e individualismo, son más convincentes los hechos de abuso e injusticia social. Lionel, nombrado por Minna como “Brooklyn” (que es donde sucede la acción principal) es muy consciente de su estado físico y de su padecimiento. Los tics nerviosos, los gestos que debe repetir para poder detenerlos, las palabrotas que de repente salen de sus labios sirven como contrapunto de una realidad que se desea perfecta pero que resulta distorsionada. 
         Siguiendo los patrones del mejor cine negro (o film noir como lo definieron los críticos franceses de la Nueva Ola) tenemos a los personajes oscuros que aparentan una calidad que no poseen, el desvío de la trama por rumbos jamás pensados, la atmósfera bohemia y la actitud negativa, de enojo, ante la sociedad (no en balde aparece la marquesina de un teatro en Broadway que anuncia la temporada de Recordando con ira de Osborne que sería luego el título que lanzaría, en su versión fílmica, la corriente de los “jóvenes iracundos, enojados” del cine británico) y está el objeto anhelado, aquellos papeles por los cuales se está dispuesto hasta llegar al crimen (como pasaba en El halcón maltés y su ave enjoyada). Hay el secreto oculto que debe permanecer sin conocerse para evitar consecuencias nefandas (como ocurría con la hija disoluta en Al borde del abismo o la relación incestuosa en Barrio chino, la obra maestra de Polanski inserta en el neo noir). Y sobre todo, está el héroe que finalmente triunfa aunque sea con algún sacrificio, dejando alguna deuda pendiente con la esperanza de que finalmente el culpable pague sus pecados.
         El título está mal traducido: “motherless” significa huérfano o sin madre, pero en este caso “Brooklyn” viene a ser el mote de una persona. “Brooklyn huérfano” que se refiere al personaje de Lionel. Así estaba cuando lo amparó Frank Minna y así ha terminado sin su protector. Norton ofrece una actuación equilibrada y admirable por reacciones y respuestas al entorno. Como realizador demuestra que sabe dominar la narración y que de algo le han servido tantos años en el cine.

jueves, 21 de noviembre de 2019

NI CHICHA NI LIMONADA


PLACA DE ACERO
2018. Dir. Abe Rosenberg.
         El cadete Roberto Recto (Alfonso Dosal) se gradúa con honores de la academia de policía y entra a trabajar en una delegación donde le asignan a su pareja Adrián Vázquez (Adrián Vázquez) quien es todo lo contrario a su carácter y forma de ser. Recto no acepta sobornos mientras que a Vázquez no le importa. Pronto empiezan a tener mayor empatía cuando investigan el caso de un caníbal: primero en Xochimilco, luego en un edificio de apartamentos. Descubren que se debe a una droga llamada “la flaca” que provoca que sus usuarios busquen la carne humana. De ahí, iniciará la búsqueda de los traficantes.
         Tan simple premisa se debe a que es todo lo que se va a encontrar en otra película que copia modelos norteamericanos (Mel Gibson y Danny Glover; Chevy Chase y Jack Palance; o mejor Jim Belushi y K-nino): la pareja de policías, detectives o agentes, donde uno será el complemento del otro porque son opuestos en fines y actitudes: Pedro Infante, vagabundo, que equilibra a Luis Aguilar, mundano, en A toda máquina (1951) pero sin el acercamiento que el agente de tránsito o el policía de la esquina tenía con la sociedad mexicana que todavía confiaba en llamar a las autoridades en caso de peligro: ahora la distancia es enorme y hasta la aceptación pudiera ser mayor hacia el personaje de Vázquez por la corrupción, que al cual interpreta Dosal ya que solamente se le puede pensar como aspirante a caer en la corriente que lo arrastrará hacia ella. 
         Sin embargo, este no es el principal obstáculo de la cinta: está la falta total de gracia y ritmo que va decayendo según se desarrolla la trama. La demostración de que un buen actor puede ser terrible en las manos equivocadas o en el trabajito de encargo. Adrián Vázquez, el actor, se ha especializado en personajes corruptos ya que su presencia y rasgos físicos le son adecuados (algo que no ha sido jamás su destino sobre los escenarios teatrales donde ha creado verdaderas joyas memorables) y así lo hemos visto en, por ejemplo, Sopladora de hojas (Iglesias, 2015) donde es un policía extorsionador de jovencitos, con mayor dignidad y congruencia, que en esta caricatura de personaje con mostachón poblado y reacciones exageradas. Por su parte, Dosal, más identificado en comedietas tontas (Todo mal, 3 idiotas o Hazlo como hombre) no puede convencer como personaje formal porque nunca deja su pose dura, de enojo con la vida. 
         Y finalmente, ya que no vale mucho la pena elaborar más sobre una cinta tremendamente fallida, está la indefinición de género: no se decide entre la parodia de risa loca, el cine de intriga, o el homenaje al servidor público, que es donde se confirma la incapacidad del realizador. Ni Adrián se torna en el cómico absoluto ni Dosal en la víctima de su rectitud (como pasa cuando lo ponen a dirigir tránsito para que inmediatamente vuelva a sus investigaciones). A pesar de darle crédito importante a Boris Schoemann, solamente lo vemos como extra, pululando en la delegación. Carlos Valencia, otro estimabilísimo actor teatral, queda en el villano común y corriente. Todo sin ser contundente ni empático. Hay todo un buen cine mexicano contemporáneo del cual esta película, claramente, no forma parte. Resulta ser como aquella canción latinoamericana que decía "usted no es nada, ni chicha, ni limonada". 


miércoles, 20 de noviembre de 2019

UNA CARRERA EXISTENCIAL


CONTRA LO IMPOSIBLE
(Ford v Ferrari)
2019. Dir. James Mangold.

         Carroll Shelby (Matt Damon), corredor de autos, debe dejar su profesión debido a problemas de salud. Se torna diseñador y constructor de autos especiales. Ken Miles (Christian Bale), es mecánico, descendiente de ingleses, conocedor, corredor de autos en baja escala, debido a que su temperamento lo torna difícil persona y los patrocinadores evitan contacto. Alternadamente, Henry Ford II (Tracy Letts) se queja de que su marca ha perdido peso en el mercado. Su ejecutivo Lee Iacocca (Jon Bernthal) le sugiere comprar a Ferrari, la compañía italiana de autos de carreras, que se encuentra en bancarrota. Una mala jugada hace que se pierda esa oportunidad pero causa una herida en el orgullo de Ford quien desea vengarse de Ferrari cuyos autos deportivos han destacado siempre en la carrera de LeMans, en Francia. De ahí que se haga un acercamiento con Shelby quien, a su vez, recluta al impulsivo Miles, al cual reconoce su gran calidad como mecánico y corredor: será quien sepa cómo diseñar el auto deportivo de Ford para competir en LeMans. Estamos hablando de personajes de la vida real y de hechos que acaecieron entre 1959 y 1966.
Shelby y Miles
         La película es otra exaltación de quienes son considerados héroes dentro de la historia contemporánea de Estados Unidos. El hecho de que pusieran en alto el nombre de Ford, marca norteamericana por excelencia, dentro de una competencia internacional donde se venció al líder europeo de siempre, le da la importancia que en estos tiempos es necesaria para enfatizar sobre la hegemonía del país más poderoso del planeta, término que ha estado quedando en duda en los últimos tiempos “trumpianos”. Y así como la reciente Midway: batalla en el Pacífico, se parte de hechos de la vida real, rescatados de un pasado reciente cuando la existencia no se basaba en la tecnología ni en la privacidad ni en la falta de asombro: los esfuerzos ganados a base de ingenio y conocimiento. El orgullo empresarial, asentado en la dinastía de apellidos ilustres, compañías netamente nacionales, boyantes y prósperas, sobre cualquier otro interés o alcance internacional, siempre considerado inferior.
Lee Iacocca conoce a Ferrari
para ofrecer la compra de su compañía
         No obstante, la cinta se distingue por centrarse en los personajes, no solamente en los hechos. Shelby y Miles son dos hombres apasionados, creyentes de sus ocupaciones, dedicados a la consecución de metas. Mientras Shelby demuestra el espíritu capitalista y consumidor, Miles aprecia más sus logros que la economía personal. La cinta indaga y destaca la relación familiar de Miles como motor que lo anima a seguir adelante. Es la profundización en caracteres y sentimientos, en motivaciones y metas, lo que eleva a la cinta del montón de producciones ligeras que dan mayor valor a la presentación de acciones y logros sin permitirse el respiro de lo cotidiano: hasta los héroes tienen derecho a sus momentos de reflexión.
Shelby le muestra a Henry Ford II
lo que significa el control de un auto
 a grandes velocidades
         Y no es todo: la cinta está tan bien narrada que no se sufre por su longitud (más de dos horas y media) ni se permite que haya alguna caída en lo que se está contando debido a su fluidez. La edición es tan perfecta que se aceptan los saltos de tiempos sin que haya falta de comprensión o pérdida de coherencia. Técnicamente impecable (sonido, sobre todo, que impacta), posee otra cualidad que se encuentra solamente en las cintas perfectas: el reparto es tan acertado que ningún personaje, ni siquiera los menos importantes, causan molestia en el espectador. La química tan soluble entre Bale y Damon hace que todo se vuelva naturalísimo y que los actores se mezclan con los personajes para abrirnos una ventana al pasado: se odia a Josh Lucas, como ejecutivo impertinente y adulador como se tienen sentimientos encontrados con Jon Bernthal como ejecutivo que se torna cómplice de los corredores al darse cuenta de su valía. Se admira a Caitriona Balfe como la esposa de temple hacia su marido Miles y se conmueve uno con Noah Jupe, el gracioso Pete, hijo del corredor.
Miles consigue pequeños triunfos
antes de demostrar su valía para Le Mans.
         La cinta se encuentra cercana a su gran referente directo que es Las 24 horas de Le Mans (Le Mans, 1971, Lee H. Katzin) que ocurría durante esta carrera crucial celebrada en 1970, narrada con cámara múltiple (efecto muy común a finales de sesentas e inicio de setentas en el cine norteamericano para mostrar diferentes ángulos de la misma acción, donde el piloto Steve McQueen reflexionaba sobre su vida, tomaba la carrera como una serie de hechos del destino, sin lo que importara fuera si se ganaba o no una competencia: era darle sentido a una existencia hasta ese momento. Gran cinta subestimada de su estrella y gran oportunidad para un realizador de segunda clase quien así pudo filmar una superproducción para luego terminar sus días en la televisión, de la cual había egresado. En otro sentido, la afirmación que Miles tiene al terminar esta carrera viene a ser el sentido y cierre, por desgracia, de su vida.


Las 24 horas de Le Mans (Katzin, 1971), 
antecedente de la carrera como metáfora
existencial, con Steve McQueen.

         Mangold, realizador de excelencia, diverso en sus temáticas que finalmente convergen en la camaradería de sus personajes, ya sean por amistad o romance de parejas, se mete de lleno en sacar a luz sus principios y motivaciones como lo logró en sus cintas sobre Wolverine o en sus exploraciones metafísicas como Identidad o la necesidad de enterrar temores por la necesidad económica en 3:10 a Yuma o, todavía más, el viejo oficial que debe anteponer su profesionalismo sobre la corrupción en Tierra de policías, por mencionar unos cuantos títulos (de sus escasos 11 largometrajes): todo esto viene a corroborarse en los grandes y ejemplares personajes de esta hipnótica película.
El maestro James Mangold

lunes, 18 de noviembre de 2019

VIDEOJUEGO EN PANTALLA GRANDE


MIDWAY: BATALLA EN EL PACÍFICO
(Midway)
2019. Dir. Roland Emmerich.
         ¿Por qué filmar películas que suceden durante la Segunda Guerra Mundial? Hay un momento en que se discute que se está peleando contra “la nación más poderosa del mundo” y en otro momento, luego del ataque a Pearl Harbor, el General Yamamoto expresa “hemos despertado al monstruo dormido”. Tal vez, a pesar de que ya se ha hecho en otras ocasiones, rendir homenaje a los héroes, a quienes lograron derrotar a los temibles enemigos, alemanes y japoneses, por doctrinas y métodos, que hubieran dado un giro completo a la historia del mundo. Más razonable debe ser el hecho de que esos conceptos de invulnerabilidad, gran poderío, invencibilidad, coloso, que tenían los Estados Unidos se ha debilitado, por no decir derrumbado, en los últimos tiempos. La necesidad de imbuir y exaltar el sentido de patriotismo y de reconstrucción nacional, de utilizar a personas que lucharon contra todo obstáculo, en épocas con mayores limitaciones tecnológicas y armamentistas, para alcanzar la victoria, como ejemplos a seguir en otros tiempos de civilización (otro concepto ya con necesidad de revisión), sean los motivos principales.
El primer ataque a Pearl Harbor
         Midway: batalla en el Pacífico nos ofrece un compendio abreviado de lo que sucedió entre 1937 y 1941 con el ataque japonés a Pearl Harbor. Luego, con la ofensiva que vino a culminar con la defensa de la base naval norteamericana en el atolón de Midway en junio de 1942. De esta manera se evitó la expansión de las fuerzas japonesas por el Pacífico que hubiera llevado a mayores desastres. Para ello, se tiene un recuento novelado de los principales protagonistas de estas luchas y se exaltan sus lides heroicas. El piloto Dick Best (Ed Skrein), entre otros. Los Generales adscritos: Nimitz, Doolittle, Halsey, y por el lado japonés, Yamamoto. A Best se le representa como forzado, audaz y consistente con la lucha, además de tener una esposa de temple. Hay otros personajes, dentro de los pilotos que siguen adelante mostrando un gran nivel de entrega a la patria y a la defensa de sus semejantes. Al tratarse de personajes de la vida real, hay un gran respeto y exaltación hacia sus cualidades que sirvieron para esta gran victoria que dio camino a otros tres años arduos pero seguros en el camino hacia el triunfo final. 
Los efectos especiales ante todo...
         No obstante, la cinta es una recreación en efectos digitales, en lo que ahora es el nuevo cine animado del siglo XXI, de un hecho histórico, donde quedan bien definidos los buenos y los malos, creando polos totalmente opuestos en la moralidad, olvidando todo rastro de humanidad. Cuando el capitán japonés decide hundirse con su barco, más que enfatizarlo como un acto ético y de honorabilidad, acorde con una filosofía nacional, se ve como castigo, como darle su merecido a quien se portó mal. La cinta es elíptica narrativamente (y se agradece que se vaya contando de manera breve sin caer en muchos detalles porque el panorama es bastante largo, porque aún así, la cinta dura 140 minutos), como cuando el piloto Bruno (Nick Jonas) cae al mar, se resguarda en una balsa, se avista a un barco de rescate y se corta al momento en que está sobre cubierta capturado por japoneses, amarrado a una pesada ancla, y al negarse a dar información, echado al mar. Se tiene una secuencia constante de momentos de acción con mínimas interacciones fuera de batalla o preparativos de la misma.



Ed Skrein - Luke Evans
Patrick Wilson - Woody Harrelson

Publicidades individuales con la estrellas de la película,
utilizando formatos antiguos de propaganda
patriótica que exaltaba a los jóvenes para
defender a sus conciudadanos del enemigo:
algo que se ha perdido en estos tiempos.


         La diferencia entre cintas inteligentes, que exaltan al patriotismo, definen los horrores de la guerra y dejan claros motivos y razones (Salvando al soldado Ryan, Apocalipsis, Regreso sin gloria, Dunquerque) es notoria al ver estas películas donde solamente importa la acción y la alternativa del uso de muchos efectos digitales: es el equivalente de estar en casa frente a un juego de vídeo. El espectador se convierte en el héroe con la única salvedad de que no controla los actos, aunque viene a ofrecer la misma sensación. Uno imagina a Cecil B. DeMille, el director espectacular de Los diez mandamientos, Sansón y Dalila, El espectáculo más grande del mundo, con la alternativa de usar los efectos digitales contemporáneos, cuya tendencia principal era hacia la acción, dejando atrás personajes: lo suyo era el entretenimiento fácil. Y eso es lo que termina siendo Midway: batalla en el Pacífico con su director siempre ligero, buscador de emociones inmediatas y campeón de los efectos visuales. Roland Emmerich es digno sucesor de DeMille, que no viene a ser halago. Una cinta a la altura del espectador contemporáneo que va al cine a pedir comida y a revisar su celular porque las imágenes ya no importan ni asombran debido a que se encuentran en cualquier lado y no crean diálogo. En este caso, la película queda como anillo al dedo. 
Roland Emmerich, 
más acción que sustancia...

jueves, 14 de noviembre de 2019

COMEDIA (¿O DRAMA?) APRESURADA (¿O APRESURADO?)


POLVO
2019. Dir. José María Yázpik.


         Polvo narra el retorno al pueblo natal de El Chato (Yázpik) luego de más de diez años de haberlo abandonado, dejando atrás a su novia y familia para buscar fama como actor en Hollywood. Un prólogo nos muestra al personaje enfrentando la ironía y la amenaza de muerte de su patrón (Jesús Ochoa) pero lo salva una llamada de último momento.  Luego nos enteramos de que una avioneta se estrelló cerca de San Ignacio, pueblo donde nació. El piloto fue tirando la carga: 500 kilos de cocaína empacada en paquetes de un kilo que cayeron dentro y en los alrededores del pueblo. Lo han enviado porque conoce a sus habitantes. Su trabajo será recuperarlos a cambio de un pago para quienes le ayuden a encontrar y entregar los paquetes. La trama mostrará su reencuentro con el pasado y la negación hacia el futuro.

Yázpik y Mariana Treviño
         La acción sucede en 1982 y la locación es Baja California Sur, para mostrar a una población todavía en retroceso y en condiciones de poco desarrollo. Es el pueblo donde se pasa cine trashumante [se exhibe La adelita (1938)] que Jacinta mira desde la azotea de una casa enfrente, y hay una caseta telefónica para larga distancia. En las afueras cercanas hay un idílico lago y hay sillas en el exterior de la casa, a ras de banqueta, para mostrar que todavía hay cierta inocencia, falta de desconfianza, costumbres y tradiciones de lugares hacia dentro de un estado, lejos de la metrópolis. La anécdota base de la avioneta cargada con droga ocurrió en Colombia: Yázpik y su coargumentista Alejandro Ricaño (más importante como dramaturgo que en este medio del cine) la colocan en este pueblo donde nació el primero. Y el problema en general de la cinta es que no suceden grandes cosas, ni queda claro el desarraigo personal ni la llegada de la violencia y, por ende, del narcotráfico a donde se vivía con la inocencia cotidiana, aunque con las pasiones naturales.
Jacinta y Toto (el maravilloso 
Adrián Vázquez)
         Bellamente filmada por Tonatiuh Martínez (a quien debemos las imágenes de Las oscuras primaveras o Sueño en otro idioma, Yázpik demuestra que es cuidadoso para narrar, pero requerirá de un guion más complejo (o interesante) en el futuro para demostrar su valía. En este caso, con un elenco muy solvente donde destacan el maravilloso Adrián Vázquez (como Toto, el policía) y la graciosa Mariana Treviño (como Jacinta, la novia abandonada que luego se casó con Toto), porque ambos están contenidos y reflejan muy bien a sus personajes, estamos ante una cinta que mantiene la atención pero que deja algo a deber porque todo es sencillo, sin complicaciones, para que de pronto se desate cierta violencia, se llegue a una solución que queda sin cierre y muestre una conclusión apresurada. El Chato descubrirá que ya no tiene nada qué hacer en ese pueblo, además que sus sueños han fracasado y queda atrapado en su inframundo personal del cual quizás nunca saldrá.
Carlos Valencia y Yázpik

sábado, 2 de noviembre de 2019

LA VERDADERA SECUELA


TERMINATOR: DESTINO OCULTO
(Terminator: Dark Fate)
2019. Dir. Tim Miller.
         En imágenes de VHS nos vamos a Guatemala en 1998 para encontrarnos con Sara Connor y su hijo John luego de haber salvado al mundo. Inesperadamente llega otro Terminator que mata a John. Luego, la acción se traslada a la Ciudad de México en 2020 a la cual llegan en dos momentos separados por horas, sendas personas: una mujer que es humana “mejorada” (el subtítulo traduce como “aumentada”) y un hombre que es otro modelo de Terminator ahora bajo el título de Rev-9. Andan en busca de Daniela Ramos: la primera para protegerla y el segundo para eliminarla. A partir de este momento, la cinta se convierte en otro lanzamiento de la misma base argumental de la inolvidable Terminator (Cameron, 1984) y verdadera secuela de Terminator 2 – día del juicio final (Cameron, 1991) para hablarnos de que la humanidad llegó a la misma imbecilidad de crear máquinas que la dominaron. Ahora la líder de la salvación de lo que queda todavía de seres pensantes será la mencionada Daniela para que tengamos otro juego con el tiempo y la relatividad, darle otra vuelta a la fábula que conocíamos (para situarla en realidad alterna) y que permitió un paliativo a la destrucción, insistir en que el mundo se encuentra siempre bajo amenaza, aparte de otra demostración impactante de lo lejos que han llegado los efectos especiales desde que aquellas cintas de Cameron hicieron lo mismo para quienes éramos treintañeros en los años ochenta. Ahora Cameron no se encuentra dirigiendo pero produce, escribe y guía a la dirección de Tim Miller (quien ya nos había atrapado con su delicioso Deadpool en 2019).
Mackenzie Davis y Natalia Reyes
         Y de hecho, lo que sucede con la generación de esta segunda década del siglo XXI al presentarle otra lectura de la misma trama, nos coloca en una realidad alterna (como lo sugería la previa cinta de 2015 Terminator – Génesis, que como la otras dos anteriores: Salvación y La rebelión de las máquinas nos siguieron mostrando a un John Connor en su crecimiento y madurez) para tener como punto de partida que las otras tres supuestas secuelas no ocurrieron. Aparentemente, Cameron estableció que esta sería la cinta que daría continuidad a la cinta de los noventas y cerraría la trama total. Ahora, Daniela Ramos será la líder del futuro que, de cualquier manera, caerá en la destrucción. Para apoyarla, como líder constante, base de todo, será Sara Connor al considerarla eje principal quien recibe señales de coordenadas, mensajes ocasionales e inexplicables, que le dan cierto sentido a su amargura de madre. La humana “aumentada” será un soldado del futuro que tiene fuerza imponente pero es débil ya que tiene una fuente de energía que debe alimentarse luego de gran esfuerzo y el nuevo “Terminator” será todavía más indestructible y hasta tendrá el poder de desdoblarse entre su figura humana y su esqueleto metálico. 
Gabriel Luna, la nueva máquina
         Es indudable que el objetivo fundamental de esta cinta es mantener su punto de vista de peligro para la humanidad. De hecho, la evolución tecnológica suscitada y desarrollada desde las primeras cintas, ha sido casi proféica. Al final de cuentas, se mantiene que la humanidad llegará a estar dominada por las máquinas y ya es un hecho básicamente como metáfora al notar cómo todos dependemos de ellas para seguir adelante cada día: fuera de personas de otras generaciones mayores (entre las que me cuento) que se han acomodado a las funciones básicas del apoyo de celulares y computadoras, la generación del milenio está totalmente sustentada sobre su utilización. Al final de cuentas, la energía es la base de todo, pero ya hay fuentes automáticas de la misma y los panoramas generales del mundo no son tan halagüeños (ya estamos viviendo la sobrepoblación, el aislamiento y el daño atmosférico). 
Las máquinas envejecen...
...la rudeza permanece.
         Lo que resulta entrañable en esta entretenida y dinámica película es la presencia de Schwarzenegger y Linda Hamilton para quienes estamos recuperando las experiencias originales que nos llevaron al deslumbramiento: está presente la rudeza y fuerza de ambas personalidades; mientras el original Terminator muestra que también las máquinas envejecen, la rudeza y pasión de Sarah Connor permanece invariable. Sí vale la pena destacar que el personaje de Daniela es de nacionalidad mexicana y que el aspecto del nuevo Terminator es amenazante y netamente de descendencia latina, algo que es importante en estos tiempos de desprecio trumpiano (Natalia Reyes es colombiana y Gabriel Luna es mexiconorteamericano de Austin, Texas), pero dejando lo caucásico a los tiempos anteriores cuando no era tan importante la tonta “corrección política” que ahora obliga a la diversidad. Mackenzie Davis es canadiense y aquí tiene una gran oportunidad estelar. 
El nuevo Rev-9 contra
la máquina original
La alternativa de esperanza que proporciona la saga Terminator es de reconstrucción luego de la devastación: primero habrá caos y luego, supervivencia. Las imágenes finales de las tres cintas base son hermosas, con una realidad de aspecto normal y continuo, siempre quedando latente el peligro, la advertencia, y tal parece que no habrá otro destino enfrente del planeta.
Las actrices con el realizador Tim Miller