domingo, 29 de enero de 2012

EL SUPLICIO DE UNA MADRE


MILDRED PIERCE
Dirigida por Todd Haynes.
Miniserie HBO, 2011.


Basada en la novela de James M. Cain, autor de El cartero siempre llama dos veces y Doble indemnización, entre otros títulos, que dio lugar a una versión cinematográfica en 1945, producida por la Warner Bros. para ganarse varias nominaciones a los Óscares (y darle a Joan Crawford el único de su carrera), esta miniserie en cinco partes con una duración cercana a las seis horas, fue adaptada por su director Todd Haynes para recuperar la fidelidad a la trama original, imposible de pensar en los años cuarenta por los códigos morales establecidos por esos tiempos.

Mildred Pierce (Kate Winslet)
se divorcia y debe mantener a sus dos hijas, Veda y Ray, primero como mesera y luego como empresaria de sus propios restaurantes. Ray muere por una rara enfermedad. Veda es una jovencita ambiciosa y altanera quien, al crecer (Evan Rachel Wood), se da cuenta que no tiene talento para ejecutar música pero descubre su potencial como cantante de ópera. Al descubrir Mildred que quiere chantajear a un joven rico haciéndole creer que está embarazada, se enoja y la corre de casa. Mildred reencuentra a un rico en desgracia que había sido su amante (Guy Pearce) y lo desposa. Éste procura la reconciliación entre la cantante Veda y su madre. Cuando sus negocios sufren un revés económico, Mildred va a buscar a Veda para pedirle que le preste dinero pero la encuentra en la cama con su padrastro. La ataca, casi estrangulándola, pero el hombre evita que llegue a matarla. Pasa el tiempo, Veda está en recuperación porque su voz se ha dañado; Mildred se ha divorciado y vuelto a casar con el padre de sus hijas. Veda regresa a pedirle perdón pero deja al descubierto que su enfermedad fue mentira para lograr un jugoso contrato que la llevará a Nueva York donde la espera su ex padrastro y ahora amante. Mildred se da cuenta de su perversión y la despide diciéndole que se vaya para siempre. Mildred y su esposo deciden que se vaya al diablo, aunque ella duda.

¿Por qué filma Todd Haynes
esta novela en 2010?

Encuentra similitud entre los tiempos de la Gran Depresión económica (la acción inicia en 1931, en Glendale, California) y los años de los problemas con bancos, intereses, falta de pagos de vivienda, en los Estados Unidos casi al terminar la primera década de nuestro siglo. Las ambiciones materiales y el consumismo se han disparado aunque no haya dinero para pagar, como sucedía en esa etapa del siglo veinte. Por otro lado, la película de la Warner Bros. había hecho una labor endemoniada para mantener la atmósfera de la novela sin poder adaptarla fielmente por razones morales. Era necesaria, entonces, una versión fiel, adecuada al lenguaje y a los tiempos de la narración literaria.

La película de la Warner Bros., titulada en español como “El suplicio de una madre”
no podía mostrar la perversión de Veda. La cinta inicia con el asesinato del interesado padrastro, Monty (Zachary Scott), cuyas últimas palabras se refieren a Mildred (Joan Crawford). La policía la detiene y comienza a narrar en retroceso su historia. Todo sigue casi igual a la sinopsis referida previamente, excepto que Veda (Ann Blyth) se casa con el joven rico que la embaraza aparentemente para chantajearlo.
Luego de que es corrida de casa por su madre, pasa a ser cantante de cabaretuchos donde la reencuentra Mildred quien accede a casarse con Monty para tener la clase de su apellido. Veda empieza a coquetear con Monty lo que lleva a una decepción. Veda es quien realmente dispara sobre Monty y Mildred toma la culpa aunque finalmente se descubre la verdad.

Haynes presenta a Veda (la actriz Wood está extraordinaria)
con toda su maldad y crueldad. Desde pequeña reta a Mildred fumando un cigarrillo y maldiciéndola: la madre le abofetea para arrepentirse posteriormente. La furia de Mildred cuando se entera del engaño y chantaje hacia el joven rico que la adoraba se disuelve luego de unos momentos pero Veda ya ha decidido irse de casa. El descubrimiento de la relación casi incestuosa entre el padrastro e hijastra ocurre en el momento pensado por Veda para que ocurra la agresión de su madre y utilizarla dentro de sus planes calculados. Veda viene a ser la gran creación del escritor Cain en un momento cuando había que tener mucha inventiva para decir lo que se deseaba sin expresarlo directamente. Una víbora, es como la describe su maestro de canto. Luego de que la encuentra Mildred, sus movimientos para tomar un cigarrillo, salir de la cama sin ropa en su cuerpo y moverse suavemente, para adoptar una posición perfecta, con un pie de punta y el otro perpendicular, viéndose al espejo, mostrando su triunfo ante la madre que ya no puede más por lo que reacciona. Mildred ha quedado estupefacta, sin moverse, viendo al hombre y a la hija que muestran una desfachatez ilimitada. No obstante, todavía llega esa revelación final: todo ha sido organizado para lograr sus fines: ganar un jugoso contrato y, como añadido extra, quedarse con el hombre de apellido aunque sin cualidades.

No hay castigo para la malvada. La novela muestra una revuelta moral. Hay todo un camino circular: Mildred se divorcia de su marido quien le es infiel con una mujer casada, aunque separada en la distancia de su propio marido, y queda al cuidado de sus hijas para terminar vuelta a casar con el mismo hombre luego de haber vivido aventuras que la fueron normando. Mildred estaba en la pobreza y ha vuelto a una situación poco mejor que la previa. Ha tenido relaciones sexuales con un ex colega de su marido quien le ayuda en su empresa; luego ha estado con un hombre rico venido a menos para finalmente volver a los brazos de un marido que fue abandonado por su amante.

Mildred Pierce muestra dos retratos femeninos excepcionales: la mujer que pudo salir adelante gracias al amor por su familia: esa clase de amor sin precio ni límites; la mujer sin sentimientos (lo que ahora catalogamos como “sociópata”) que no valora más que su propio beneficio y desea colmar su ambición. Son dos modelos bastante apreciados y conocidos en este siglo veintiuno aunque la cabeza de un genio los ideó desde el anterior y la sensibilidad de otro creador los aterrizó para los ojos contemporáneos.

Se puede conseguir en Blu-ray nacional (la edición norteamericana trae tanto el DVD como el Blu-ray con comentarios y extras); seguramente se repetirá en algún momento por HBO, su casa productora; a pesar de que le haya contado la trama, nunca igualará a la emoción, el descubrimiento, el goce de disfrutar actuaciones de primera, atmósfera perfectamente recreada y conceptos que van conmoviéndonos desde la mirada.

sábado, 14 de enero de 2012

RETRATO DE UN MONSTRUO


J. EDGAR
2011. Dir. Clint Eastwood.


J. Edgar o el retrato de un monstruo. La película nos lleva a sus inicios, a su delirio de persecución, a su egocentrismo, su discriminación hacia todo lo que pareciera “antiamericano”, su homosexualidad reprimida y abierta, sus míticos archivos confidenciales y privados. Desde Calvin Coolidge en 1924 hasta Richard Nixon en 1972 fue jefe del FBI que impulsó a fundar y fortalecer con el tiempo.

J. Edgar Hoover fue temido por las grandes personalidades políticas de su tiempo porque los tenía en sus manos según les contaba y amenazaba. Un hombre que abominaba de la homosexualidad y gustaba de vestirse como mujer. Un niño de mamá que era su motor pero también su limitante. No podía ser una “florecita” porque para la madre era preferible tener un hijo muerto que un hijo maricón.

J. Edgar Hoover, el gran mentiroso que narraba sus hazañas cuando no había estado presente en ellas. El gran verdugo porque llevó a la muerte al supuesto secuestrador del hijo del aviador Charles Lindbergh aun con muchas dudas sobre su culpabilidad. El terrible sádico que sentía placer ayudando al malhadado senador McCarthy en la cacería de comunistas cuando la guerra fría. El que rehusaba aceptar mujeres, negros y homosexuales en las filas de su poderosa FBI.


El maestro Eastwood ha logrado una de sus cintas más secas y frías porque era el único tono que merecía un personaje de esta naturaleza. Un ser contradictorio que disfrutaba el momento de un beso para luego gritarle a su amado compañero de cama y trabajo Calvin Tolson que jamás volviera a hacerlo y, sin embargo, siempre lo quería a su lado y lo nombró su heredero. Un hombre pleno de contradicciones y astucia: no puede negarse que fuera brillante para haberse mantenido por 48 años en el mismo puesto.


La película nos habla de un ser despreciable, con doble moral y cara oculta. ¿Qué mejor que este siglo XXI para recordarlo y mostrarlo como espejo de tantos otros personajes semejantes que ahora padecemos? El maestro Eastwood, en su versatilidad de temas, sabe perfectamente cuál es el discurso para compartir con su público. Redentores que nadie solicita pero que llegan a sus puestos para imponer su voluntad porque es el gran beneficio para el pueblo. El guión es equilibrado. Fue escrito por el autor de "Milk" pero no se regodea en el tema homosexual: todo está en su justa medida y todo es adecuado. Un ejemplo: Cuando está sufriendo por la muerte de su amado, el ya también viejo Clyde lee una carta privada dirigida a la esposa de Roosevelt por una amante lesbiana donde habla de un beso y las comisuras de los labios: sin estridencia ni obviedades, sabemos lo que está sintiendo el hombre gracias a las palabras de una personalidad que estuvo amenazada por este tipo que compartía esa preferencia sexual. Hasta en ese momento, se muestra la contradicción presente...


Y luego tenemos la brillantez del reparto: Leonardo DiCaprio alcanza la madurez: uno no podría imaginarlo en este rol y, sin embargo, está perfecto. Físicamente oculta sus ojos azules con los cafés oscuros que proveen la dureza del monstruo original. Su sobrepeso es el adecuado y sus gestos, ademanes, tonos, dan idea de su valor actoral. En un rol poco agraciado (aunque importante) está Naomi Watts y como el amado Clyde aparece el joven Armie Hammer. Judi Dench es la estricta madre.

La fotografía es luminosa pero casi monocromática en cuanto a la falta de colores brillantes y diversos. Hay que darle esa opacidad a un personaje nada admirable porque era una vida en blanco y negro, monótona y oculta. ¡Qué gran realizador es Clint Eastwood!
Cada película es una obra soberbia, ejemplar, trascendente.