martes, 27 de abril de 2021

NADIE SÍ ES PERFECTO

 

NADIE
(Nobody)
2021. Dir. Ilya Naishuller.

         Fuera de todo realismo y toda lógica, dentro de la categoría de cintas como Búsqueda implacable, Otro día para matar, la saga de Rápidos y furiosos  o la reciente entrega de Rambo, estamos ante una cinta que posee ritmo, gracia y personaje cautivador. Cualquier objeción vendrá de quienes no aprecian al cine como lugar de catarsis o proyección de deseos reprimidos contra toda instancia de abuso o prepotencia. Nadie narra el resurgimiento de Hutch Mansell (Bob Odenkirk) hacia su propia naturaleza. Un tipo manso, un “don Nadie” que resulta ser un lobo con piel de oveja. Una noche su casa es invadida por una pareja de asaltantes. Aunque tiene la oportunidad de defenderse y golpear a uno de ellos, prefiere contenerse, aunque eso le deje mala impresión a su hijo adolescente y cierto rechazo por parte de su esposa, aparte de las burlas de su suegro y cuñado, para los cuales trabaja como contador en una compañía que maneja diversos metales. No obstante, al enterarse de que los ladrones se apropiaron de un brazalete de su hija pequeña, quien lo admira de manera incondicional, se despierta una fiera dormida. Antes, su hijo le ha pedido una entrevista para un trabajo escolar donde debe narrar las experiencias de un familiar en el ejército: el padre le responde que solamente fue “auditor”, por lo que la decepción del hijo es todavía mayor.

         Lo que se desconoce es que un “auditor” era un asesino oficial, el encargado de eliminar a todos los delincuentes y personas non gratas en diversas misiones para el gobierno, por lo que su identidad es ultrasecreta. Hutch había decidido renunciar a todo aquello para formar su propia familia cayendo en la rutina cotidiana, con tal de disfrutar de sus seres queridos. Ahora, está a punto de perder su confianza, por lo que debe de tomar una decisión. El brazalete debe ser recuperado: unos tatuajes en la muñeca de uno de los asaltantes es la clave para encontrarlos, pero eso lo coloca en un camino donde ya no habrá retorno. Un enfrentamiento. La ira de la mafia rusa. La necesidad de recrear la vida anterior, revitalizar a un padre retirado, exoficial del FBI, además de otro ser cuya identidad se revelará hasta el final.

         Nadie utiliza la calma y el sosiego como detonadores de violencia que se justificará en términos de justicia. El tema de la familia, a la cual se deberá de proteger contra cualquier obstáculo, hará que se derriben las barreras morales y los escrúpulos personales. Lo que acerca más al espectador a esta trama rica en humor e ironía, y mucha aspereza, es esa presencia plácida de un ser que, en apariencia, “no rompe un plato”, pero que se transformará radicalmente para defender lo suyo. Hutch es la persona de la que menos esperarías una reacción violenta, pero quien, contrariamente a cualquier personaje cínico, muestra seguridad y entereza para enfrentar al enemigo. Fuera de la rudeza de trato cuando se encuentra inflamado de enojo, está un sentimiento interior que le ablanda. Mucho tiene que ver el guion compacto (apenas 90 minutos), equilibrado (al inicio, se muestra la rutina sin cambios de Hutch), extremo (una vez que inicia la acción, ya no puede detenerse), bien realizado y actuado por un reparto que se encuentra medido y preciso. Canciones del pasado sirven como coro griego que comenta consecuencias o realidades (“I gotta be me” –“tengo que ser yo” se escucha cuando Hutch debe tomar una decisión violenta; “Don’t Let Me Be Misunderstood” – “no me mal entiendas” cuando no reacciona inicialmente; el concierto de piano de Tchaikovski se escucha cuando entran en escena los rusos; y así, inteligentemente se suceden otras melodías). Y no hay mejor recompensa que efectuar una venganza, cumplir con la justicia, y salir con un Van Gogh bajo el brazo.

UN INTELIGENTE PÁJARO

 

UN MILAGRO INESPERADO
(Penguin Bloom)
2020. Dir. Glendyn Ivin.

         Basada en hechos de la vida real, tenemos la historia de Sam Bloom (Naomi Watts), madre de tres hijos pequeños, cuya vida con su marido fotógrafo, Cam (Andrew Lincoln) era perfecta, en su casa frente a la playa australiana. En unas vacaciones a Tailandia, Sam se apoyó sobre un barandal que cedió, provocando una caída que la dejó paralizada. Así, inició un período de depresión. Cierto día, uno de sus hijos trajo a casa a una urraca que estaba herida, con problemas en un ala. Aunque al inicio Sam no le prestaba atención, luego se fue convirtiendo en una de sus preocupaciones. Hay que aclarar que en Australia existe una variedad de urraca, distinta a la común, negra, que vemos todos los días aquí en México. Esta especie se considera superior e inteligente ante sus reacciones hacia el exterior.

         Estamos ante otro retrato de perseverancia y resiliencia, aunque la cinta se enfoca en el proceso inicial de rechazo y frustración, además del sentimiento de culpa por parte de uno de los niños. La metáfora es obvia y es innegable que habrá una conclusión satisfactoria dentro de lo razonable. Naomi Watts, camaleónica, que tanto pasa de Lynch y Cronenberg hasta las cintas más comerciales, es el principal punto de atracción en lo que sería una cinta más adecuada para los espectadores promedio de Netflix o el canal Lifetime (de hecho, Netflix la está distribuyendo en Europa y Estados Unidos: hace mucho que se pudo ver por plataformas). Debe de destacarse que el conjunto actoral, entre ellos los pequeños actores, cumple con creces. Es admirable y destacado el trabajo que se hizo con las aves utilizadas para encarnar a “Penguin” (así llamada la urraca, porque al estar herida, solamente saltaba como pequeño pingüino). Es el retrato de una familia que acoge a seres lastimados para unir energías y salir adelante.

         Lo que sucede es doloroso y nadie lo puede desear. El proceso de sanación es fuera de lo común y eso es lo que se vio como gancho comercial. En estos tiempos de tristeza y baja moral, cualquier indicio de esperanza, en diversas circunstancias, es bienvenido. Quizás eso sea lo que pueda darle oportunidad a lo que viene siendo otra cinta de casos inusuales de la vida real para que el espectador se sienta bien. Extrañamente, al terminar, se olvida: será porque no hay urracas heridas e inteligentes al alcance de nuestra mano.

UN PUNTO DE PARTIDA CANINO

 

MI PERRO TONTO
(Mon chien stupide)
2019. Dir. Yvan Attal.

         Henri (Yvan Attal) es un escritor que tuvo un éxito literario hace veinticinco años, lo que le permitió tener muchas comodidades, como la enorme casa donde vive ahora junto con su mujer y cuatro hijos. Desde entonces, solamente ha podido publicar novelas sin importancia y guiones de películas de baja calidad. Culpa a su familia porque las responsabilidades le han evitado tener la tranquilidad de años atrás cuando, en Roma, pudo producir su gran creación. Todos los hijos viven en casa: el mayor no hace nada y pasa el tiempo inmerso en las drogas. La hija, igualmente, tiene novio y solamente exige dinero. Uno de los hijos menores le gusta surfear y desea continuar con el deporte en su vida. El otro es brillante, pero su activismo social lo mete en problemas. Una noche encuentra en su jardín a un enorme perro gris, babeante y apestoso que toma posesión de la casa. Le nombra “Estúpido” y lo adopta contra las quejas de su mujer. La llegada del perro será el inicio de una transformación completa en su cotidianidad: los hijos se irán alejando, la esposa lo abandonará, para que su soledad sea la mejor consejera.

         Basándose en una novela del norteamericano John Fante (1909 – 1983), publicada póstumamente en 1986, estamos ante una deliciosa representación del proceso creativo. Es el cínico sentido del humor que Attal explota en su personaje, lo que le da mayores fundamentos a lo que sería otra comedia de rupturas familiares. Henri toma de manera casual, pero objetiva, la partida de cada uno de sus hijos. Entiende que la rutina les ha enfrascado en disputas y dependencias que no les ha permitido crecer. Además, su constante queja del bloqueo en su inventiva e imaginación, soportan indirectamente la aceptación de la desbandada. De la misma manera, el amor que siente hacia su mujer, se ha debilitado por su falta de solidaridad.

         Cada hijo es un caso especial. La dependencia en las drogas o los proyectos fallidos. Las relaciones sentimentales tortuosas. Uno que se aprovecha de la madre, también con estudios literarios, para que le escriba ensayos que son mal calificados por evidente fraude. El más brillante es el más preocupado socialmente por lo que su activismo le lleva a juicio y cárcel temporal. Cuando la esposa decide también dejar al marido, no queda más que el perro, elemento que servirá para que el escritor realice una introspección, examine su vida previa y presente, para que todos esos elementos permitan que termine el bloqueo. Al final del día, cada uno de los integrantes de esta familia habrán encontrado un camino para su satisfacción individual.

sábado, 3 de abril de 2021

UNA CINTA DEL OESTE EN 2257

 

CAOS: EL INICIO
(Chaos Walking)
2021. Dir. Doug Liman.

         La acción sucede en el planeta denominado Nuevo Mundo y es el año 2257. Hay una civilización primitiva en el pueblo llamado Prentisstown donde solamente viven hombres. Años atrás, los nativos del planeta, denominados “Spackles” aniquilaron a las mujeres, según cuenta Prentiss (Mads Mikelsen), el alcalde del lugar. Entre los jóvenes se encuentra Todd Hewitt (Tom Holland), quien cierto día descubre a una joven, Viola (Daisy Ridley), sobreviviente de un fallido descenso exploratorio desde una nave espacial que sobrevolaba al Nuevo Mundo. La cinta, entonces, cubrirá el intento de la joven por comunicarse con la nave, y será apoyada por Todd para lograrlo. Un detalle importante es que los hombres del lugar, llegados también desde años atrás como colonizadores, pueden escuchar, entre ellos, sus pensamientos. Eso es lo que provoca “el ruido”, algo que solamente el alcalde puede dominar para encubrirlos y someter a sus pobladores.

         El género es ciencia ficción, pero en realidad estamos ante una cinta del oeste. El pueblo es primitivo y hay algunos caballos. La búsqueda de una posible salida para lograr la comunicación será a través de un escape por los espacios abiertos, el bosque, ríos, aparte de tener que enfrentar las aguas caudalosas de uno de ellos, mientras requieren alejarse de la partida de enemigos. La chica viene a tornarse fugitiva cuya cabeza es anhelada por el alcalde porque representa un peligro. Y tenemos al héroe, de bondadoso corazón con pureza de sentimientos. Existe todo un código moral y tenemos al predicador que oculta, igual que el alcalde, secretos que han definido la existencia de Prentisstown. Si en el cine del oeste habrá que llegar a la confrontación entre bien y mal, representados por personajes bastante configurados, en esta película no podrá dejar de ocurrir.

         Un elemento común en estas distopías es que mientras se muestran lugares plenos de vegetación, entre otras ventajas, con civilizaciones que debieron adaptarse, siempre coexisten elementos negativos. La historia previa de la exterminación de las mujeres nos lleva a pensar que en un futuro cercano también significará la eliminación total al no haber posibilidades para la reproducción de nuevos seres. De hecho, Todd ha sido adoptado, desde que murieron sus padres, por dos hombres que conviven como pareja. Al darnos cuenta de la terrible realidad climática y poblacional en la cual estamos sumidos, resulta esperanzador la búsqueda de otros lugares para sobrevivir, aunque sea mera ficción (por el momento: nadie sabe cuál será el progreso científico).

         Y es una película del maestro Doug Liman. Sus anteriores incursiones en el género (Jumper, 2008; Al filo del mañana, 2014) mostraban al héroe ignorante de sus circunstancias, en espera de que la experiencia y el progreso de sus aventuras le fueran aclarando su realidad. Lo mismo sucedía con Identidad desconocida (2002) donde el agente Bourne ni siquiera conocía su propia historia. Y en el caso de la farsa, tenemos a Sr. y Sra. Smith (2005) con una pareja cuya intimidad estaba sesgada por sus realidades profesionales. En fin, entre otros ejemplos, estamos ante uno de los realizadores más interesantes surgidos a finales del siglo XX y quien se consolidara con el paso de los años. Tom Holland, en su tercer estreno distinto al rol de Spiderman, continúa demostrando su versatilidad y carisma. El reparto reúne a actores de excelencia (Mads Mikelsen, David Oyelowo y a un contenido Demián Bichir).

         Basada en una trilogía de novelas de aventuras dirigidas a un público juvenil, queda solamente la incógnita de su continuidad, algo difícil de definir ante la pandemia y su éxito en taquilla o plataformas, además del hecho de que su distribución fue detenida por Lionsgate en una fecha inicial para 2019: ya conocemos los motivos. Caos: el inicio es otra representación de un mundo posible. Es cine escapista que refleja realidades actuales transpuestas a otras. Un concepto interesante reside en las mujeres que fueron exterminadas y de las cuales no se podía leer su pensamiento, o sea que no producían “ruido”. Esta lectura, materializada en nubes colorizadas con algunas imágenes, alrededor de las cabezas masculinas, viene a ser uno de los sustentos de esta narración. Ante la crueldad contra las mujeres, el personaje femenino se fortalece (y en otra secuencia, que no contaré, se redime).

 El maestro Doug Liman

 

        

jueves, 1 de abril de 2021

DUELO DE TITANES

 

GODZILLA VS. KONG
2021. Dir. Adam Wingard.

         En 2014 escribí lo siguiente por el estreno de Godzilla, dirigida por Gareth Edwards:

Sabemos que este tipo de película “de verano” no es para gente pensante sino para personas que quieren solamente ver imágenes pasar ante sus ojos y quedarse con la anécdota y los efectos especiales: quizás por eso la cinta fracase (o gane por el morbo, mientras no se deje de recomendar a la película). O tal vez le agrade esta soberbia alegoría sobre el descontrol del poder o el peligro inminente de la energía nuclear (cf. Chernobyl) o el caos paranoico luego de las Torres Gemelas o el entendimiento tardío de los sacrificios personales.

Siete años más tarde, luego de Kong: Isla Calavera (2017) y Godzilla: rey de los monstruos (2019), el mismo estudio nos trae una confrontación, que será aparente, entre ambos iconos del cine de fantasía y aventura, bajo la idea de congraciarlos con el espectador.

         Kong vive en una isla donde es observado bajo un biodomo por la doctora Andrews (Rebecca Hall) quien protege a la huérfana (sordomuda) Jia que tiene una relación intuitiva con el gran gorila. Cuando el Dr. Lind (Alexander Skarsgard) es contratado por Simmons (Demián Bichir), el dueño de la compañía Apex, para que llegue hacia la Tierra Hueca (en el centro del planeta) y pueda conseguirse un tipo de energía poderosa, deberá utilizarse a Kong como guía, debido a su fortaleza. Mientras tanto, ha reaparecido Godzilla, porque no quiere que existan dos titanes en el mundo y busca a Kong, además de destruir las instalaciones de Apex en Florida. Por otra parte, un trío de jóvenes, extrañados por el resurgimiento de Godzilla, investigan cuáles son los motivos del hecho.

         Estos elementos dan lugar a una trama esquemática que no produce confusiones y que repite, de otra manera, con espléndidos efectos visuales, el mismo discurso de seres que, en principio, son destructores y amenazantes para la humanidad, pero finalmente son justificados como benéficos. Lo que busca esta cinta es darle un sentido de pertenencia y origen al gran mono, además de reivindicar al gran reptil. La exploración hacia el centro de la tierra da lugar a una serie de cuestionamientos interesantes que no se exploran y permanecen como mera idea de un origen. La facilidad del viaje nos trae, como referencia obligada, las tribulaciones narradas por Julio Verne en su novela, que eran más imaginativas. Un director mediocre como Wingard debió disfrutar mucho sus efectos especiales.

         El personaje de Godzilla es una marca de la compañía japonesa Toho que ha producido infinidad de cintas a su alrededor. De hecho hubo ya una confrontación entre King Kong y Godzilla en 1962,  pero también “Godzilla contra Mecagodzilla” en 1974. La diferencia, ahora, es, aparte de muchos millones de dólares en producción, que la ciudad destruida ya no es Tokio sino Hong Kong. Esta nueva entrada en la franquicia de universo de monstruos queda como mero entretenimiento banal. No posee las características que mencioné al inicio por la cinta de Edwards. Viene a ser el regodeo con los efectos especiales de moda, sin profundizar en el peligro de la energía descontrolada, ni en las conspiraciones corporativas. Se explica de manera sencilla ante la tragedia que hemos vivido en 2020 con la pandemia: hay que divertir y divertir. No debe reflexionarse sobre un posible apocalipsis alegórico.