domingo, 7 de septiembre de 2014

EL TIEMPO Y EL USO DEL CEREBRO

LUCY
2014. Dir. Luc Besson.


          Lo que importa es el tiempo. Es lo que viene a definir la realidad e inmortalidad de Lucy (Scarlett Johansson, estupenda) luego que una droga poderosa le permite ir abriendo su cerebro desde el 10% normal que usamos los humanos hasta llegar a la inalcanzable totalidad. Lucy se convierte, accidentalmente, en “mula” que llevará droga a los Estados Unidos debido a la mafia coreana que opera en Taipei. Al ser golpeada en el estómago, se produce el derrame de la droga dentro de su cuerpo e inicia un proceso de crecimiento sobrehumano en cuanto a la percepción del tiempo y la adquisición del conocimiento. Sabe que es una situación irreversible y se contacta con un especialista en el tema. Mientras tanto, deberá recuperar toda la droga (también portada por otras tres personas) y alcanzar su venganza contra quienes la violentaron.

Scarlett Johansson en uno de sus mejores papeles.


          Luc Besson era insoportable, sobre todo con El quinto elemento (1998) donde demostraba que su interés principal era llegar a la superproducción de Hollywood (como cualquier detestable Guillermo del Toro, igual de gordo, pero qué diferencia en uso del cerebro) con puros efectos especiales y nada de sustancia. Lo redimió la producción. Gracias a Besson se logró tener las joyas de Gérard Krawczyk (Taxi), Pierre Morel (Búsqueda implacable), Olivier Megaton (Colombiana) o McG (Tres días para matar). Ahora nos ofrece la que es su obra soberbia. Lucy viene a tratar nuevamente el tema de la apertura cerebral gracias a la droga (como en Sin límite de Neil Burger, donde se llegaba a la corrupción) pero en esta ocasión la víctima alcanza mezclarse con el infinito.

Se transforma de mujer vulnerable en implacable

          La cinta puede equipararse como la versión “light” del final de 2001: Odisea del espacio en cuanto el tiempo se vuelve uno, las personas y los hechos coexisten o dejan de existir. No es casual que el personaje se llame “Lucy” como se le ha apodado al esqueleto más antiguo encontrado de un homínido: es la primera imagen y llegará un momento en que ambas mujeres se encuentren para cerrar un ciclo sobre la existencia del hombre sobre la tierra. Durante la cinta se discutirán las limitaciones del conocimiento y cómo la ciencia, tal cual la manejamos está determinada por la falta de visión.

Lucy, la primer homínida, cuyos restos se descubrieron
luego de 3.2 millones de años

          Muy bien filmada, al inicio se va alternando una conferencia del profesor Norman (Morgan Freeman) acerca de la capacidad cerebral con los hechos que llevarán a Lucy a vivir su evolución, o como expresa el profesor: una revolución. Los efectos especiales son apabullantes (vemos, por ejemplo, la circulación interna, la vida, de un árbol desde sus raíces para que nos dé envidia y deseo de tener esa posibilidad en la realidad). Y la secuencia final es magistral porque Lucy viene a demostrar la alternancia paralela de los tiempos que es una mera cuestión filosófica pero que sería maravilloso comprobarla (el tiempo pasado está ocurriendo en este instante en su propia dimensión).

Luc Besson, gordo e insoportable como cualquier Del Toro,
pero que sabe usar su cerebro y logra su gran película


          Lucy despierta la imaginación y provoca la inquietud científica. Solamente las almas ingenuas que se dejan llevar por la “trama” salen decepcionadas. Es precisamente esa falta de complacencia la que permite que Besson ofrezca su mejor película hasta el momento. Johansson logra una actuación impecable como la mujer frágil y mediocre, asustadiza y vulnerable, que se va transformando en implacable y valiente, dominadora e infinita. Ejemplo de rol femenino total: hay una escena donde besa al policía que la está acompañando en su lucha contra los mafiosos (“es solamente por recordar”) porque ya no aparece el dolor que nos hace humanos y se ha transformado en máquina de conocimiento. ¡Qué buena película!