sábado, 26 de noviembre de 2016

EL PASADO IRRECUPERABLE

BELLAS DE NOCHE
2016. Dir. María José Cuevas.



         Según la cineasta Cuevas, con este documental rinde homenaje a varias vedettes que simbolizan una etapa histórica en el mundo del espectáculo mexicano. Lyn May, Wanda Seux, Rossy Mendoza, Princesa Yamal y Olga Breeskin son las personalidades distinguidas. El documental fue filmado a lo largo de seis años y se nota, sobre todo con Wanda Seux quien muestra distintas etapas en su deterioro físico debido a una enfermedad.

Súper Olga (ahora líder de un ministerio cristiano)

         El documental las muestra en sus etapas de esplendor y con el paso del tiempo encima. La cinta podría ser una meditación sobre la vejez en cierto tipo de ser humano: aquél que se dedicó a la farándula, a la vida extrema, a la noche como su imperio pleno de riquezas, caricias, amoríos y alegrías.

Lyn May con su rostro desproporcionado


El documental presenta a las vedettes en la época actual, vestidas como lo hacían en sus etapas de vigencia. El resultado termina siendo patético en una Wanda Seux y todavía generoso en una Rossy Mendoza. Para presentar su verdad humana, Cuevas las presenta sin maquillaje y va alternando el pasado con el presente. Escenas de programas de televisión o secuencias de algunas de las películas que interpretaron.

Rossy Mendoza, autora de un libro de metafísica


Destaca sus logros: Breeskin con todo el apoyo de Televisa que la llevó a ser Súper Olga; Lyn May como reina del strip tease, en los tiempos previos a los desnudos integrales en los teibols; Seux, Princesa Yamal y Rossy Mendoza en las películas de ficheras con los cómicos que se agasajaban en sus cuerpos.

Princesa Yamal, madre feliz, luego de una injusta prisión


         Muestra sus realidades presentes: Yamal con una hija que adora, luego de haber estado en la cárcel al acusarla de formar parte de una banda que robó piezas prehispánicas del Museo del INAH, además de aplicar unas inyecciones de bótox a su amiga Seux; Lyn May amando a su enfermo esposo de veinte años que la dejó sumida en el dolor al morir; Seux con su infinidad de perros callejeros a los cuales cuida; Mendoza con su proyecto de libro sobre metafísica presentando todavía un número musical con sus bailarines; Breeskin convertida en Hermana Olga con todo y su ministerio que tiene en Las Vegas donde reside modestamente, entregada a su fe cristiana.

Wanda Seux, el caso más triste...


En la película se habla de que “todo pasa”: las modas, los artistas jóvenes, ellas mismas. Lo sobresaliente de este documental es el acercamiento a formas de vida alejadas de las realidades del espectador común que, posteriormente, en el tiempo, se tornan tan iguales. Todas preferían el baile, a todas les gustaba mostrar el cuerpo y ser poseídas por millones de ojos que gustaban de sus plumas, tules y sedas en esos vestuarios excesivos y estrambóticos, descendientes de las frutas sobre la cabeza y los estampados de las telas en los cuerpos de Ninón Sevilla o Meche Barba. Sin embargo, es doloroso verlas con la arruga y el deterioro físico (como pasó con Seux).

Entre Wanda y Olga, la directora María José Cuevas,
en la premiére de su documental


Hay un momento en que Olga Breeskin comenta el derrumbe del Hotel Continental donde montaba sus espectáculos fastuosos. En esas fotofijas que paulatinamente van mostrando el colapso del edificio, uno se conecta con el libro de José Luis Martínez S. llamado El día que cambió la noche (Ed. Grijalbo, 2016) para darse cuenta de que los hechos de nuestra cultura se conectan. En este libro, Martínez, colaborador de la revista Su otro yo que por esos años ochenta se dedicaba a mostrar fotos y reportajes de vedettes, comparte su memoria del mundo nocturno y maneja la tesis de que el terremoto de 1985 fue el que lo aniquiló.

Un libro muy interesante, más por la nostalgia
que por otra cosa...


El libro cubre comentarios y recuerdos que van desde la Cueva de Amparo Montes donde platicó con Lupita Palomera, María Luisa Landín o Fernando Fernández hasta llegar al Continental con Olga Breeskin, pasando por tugurios menores con muchas vedettes menores que no alcanzaron la fama ni renombre de las mencionadas.

La revista base que permitió la construcción
de los recuerdos del autor Martínez S.



Tanto el libro como el documental nos devuelven a esos años que se iban acercando al final del milenio pero que todavía no contaban con los avances tecnológicos pero ya permitían audacias antes impensables en el cine o el espectáculo que se fueron incrementando en el devenir de los tiempos echeverristas hasta esa época de De la Madrid. En ambos casos, la finalidad es presentar a las diosas inalcanzables (excepto por los caballeros enriquecidos) como seres humanos comunes y corrientes, con emociones y sentimientos, que de alguna manera habitaron esos mundos de fantasía.

lunes, 21 de noviembre de 2016

AMOR PERDIDO


CAFÉ SOCIETY

2016. Dir. Woody Allen.





         Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg) llega a Los Ángeles en 1936 en pos de otros horizontes. Ha dejado su trabajo en el Bronx, como asistente en la joyería de su padre, y busca a su tío materno Phil Stern (Steve Carell) quien es famoso representante de artistas. Conoce a Vonnie (Kristen Stewart), asistente de Phil, con la cual comienza a salir y a enamorarse. Luego se entera que ella está viendo a un hombre casado que resulta ser su propio tío. Ella lo escoge y Bobby retorna, decepcionado, a Nueva York.


Vonnie y Bobby paseando por las casas de las estrellas
para que surja el romance



         Así, escuetamente, describo la trama base de una película rica en muchos aspectos, típica de su extraordinario autor completo (escritor – director). He dejado fuera las historias de la familia de Bobby que tiene un hermano gánster, Ben (Corey Stoll), una hermana Evelyn (Sari Lennick) casada con un comunista, así como sus padres Rose (Jeannie Berlin) y Marty (Ken Stott). Ben es un hombre sin escrúpulos que mata para ganar poder o lograr sus fines. Es quien da dinero a Bobby para que sobreviva en Los Ángeles mientras encuentra su oportunidad.


El extraordinario Corey Stoll



         La cinta nos lleva a la recreación del ambiente de un Hollywood en los años treinta cuando ya se ha alcanzado una gran estabilidad luego del advenimiento sonoro y el establecimiento de un sistema estelar, con los grandes estudios florecientes a pesar de haber pasado por la Gran Depresión Económica. Uno puede aclarar el año de la acción debido a referencias que el propio Allen disemina en su narración: el letrero de Ritmo loco (Swing Time, 1936, Dir. George Stevens), las escenas intercaladas de La mujer de rojo (The Woman in Red, 1935, Dir. Robert Florey) o Los enredos de una dama(Libeled Lady, 1936, Dir. Jack Conway). Por otro lado están los diálogos que hablan sobre Adolph Menjou queriendo abandonar el set de una filmación o que una producción de Warner Bros. será perfecta para Bette Davis o que Joan Crawford era una mujer muy bella e imponente. A los espectadores viejos (y cinéfilos), dichas referencias son valiosas y muestran las pasiones particulares del ya anciano realizador que, tal vez, no importarán a los jóvenes del público pero que dejan clara la admiración que el propio norteamericano tiene hacia su cultura popular. Todo sirve para aclarar el momento histórico.


Las referencias de una cultura popular venerada



         Sin embargo, es más importante para Allen narrar una historia de pasión no correspondida. Bobby se enamora irremediablemente de Vonnie y escoge dejarla atrás cuando ella decide casarse con el divorciado Phil. Lo que le ha servido como experiencia para crecer profesionalmente le permitirá, gracias también al apoyo de su hermano hampón, abrir un cabaret importante en Manhattan, pero no sobrepondrá el aspecto romántico. Bobby encuentra a otra Verónica (Blake Lively) con la cual inicia una relación que lo lleva al matrimonio y la paternidad. Vonnie viaja con Phil a Manhattan en plan de negocios y su tiempo libre sirve para pasear con Bobby e intentar el cierre del pasado. La posible infidelidad queda solamente en un beso. El año nuevo dará lugar a una fiesta en el cabaret donde Bobby besará a su Verónica pero el pensamiento estará en la Verónica original.


La segunda Vonnie no logra desvanecer a la primera



         Allen nos lleva otra vez al pasado de la misma manera que lo hizo con Días de radio (1987) o El gran amante (1999) para enmarcar sus tramas dentro de circunstancias adecuadas para narrar su historia: ya no existen, en el presente, ni el glamour ni los representantes de estrellas que finalmente estaban atrapadas por un sistema de producción; tampoco existe la curiosidad por conocer las casas de las figuras de Hollywood. La corrupción y el crimen permanecen, pero la manera en que Bobby puede hacerse de su cabaret se debe a usos y costumbres gansteriles de esos años treinta. Estos detalles son los que identifican y destacan a Allen que introduce en sus películas las obsesiones y las pasiones que lo engullen. Aquí, hasta se da el lujo de hablar de Errol Flynn y sus aficiones por muchachas menores de edad, como contrapunto a su propio escándalo personal que lo envolviera hace unos años.


Vonnie con su marido Phil



         Café Society habla de un esplendor perdido, de una Norteamerica que fue y vivió de cierta manera que el tiempo, obviamente, borró por el progreso. El romanticismo de Allen deja entrever las ironías del Destino: Bobby jamás se imaginaría que la dulce Vonnie hubiera ligado su ambición a la del propio tío, pero así son las cosas. Sacrificar el verdadero amor por otros usos y costumbres, sacrificios para alcanzar un lugar en esa sociedad donde todos hablaban de todos, el chisme, la infamia, la riqueza o la decadencia. Allen rescata un tiempo donde el país resurgía de la pobreza inesperada, cuando Roosevelt ganaba su segunda elección al haber sacado al país del caos, donde Hollywood reinaba en los sueños de los cinéfilos al haberlos evadido de tristes realidades. Ese ambiente, esa idealización, ese Hollywood del momento, traicionará la pasión de Bobby que solamente podrá mantener en sus recuerdos.




         El maestro Woody Allen con el elenco
de su más reciente, extraordinaria, película




viernes, 11 de noviembre de 2016

ALBRICIAS Y DESCARRILAMIENTO

LA LLEGADA
(Arrival)
2016. Dir. Denis Villeneuve

LA CHICA DEL TREN
(The Girl On the Train)
2016. Dir. Tate Taylor

1.- LA LLEGADA



         Han llegado doce naves extraterrestres a sendos lugares del planeta. En Estados Unidos sucede en Montana hacia donde es trasladada la Dra. Louise Banks (Amy Adams), eximia lingüista, junto con el físico Ian Donnelly (Jeremy Renner) para buscar la manera de comunicarse con los seres que han llegado. Previamente hemos sido enterados que Louise ha tenido una bebé que luego creció y falleció. Durante el proceso, Louise va descifrando los signos (algo que también se intenta desde los otros países que tienen a estos huéspedes) hasta que logra enterarse de las intenciones de los visitantes.



         Con esta base argumental estamos ante un acercamiento intelectual dentro de la ciencia ficción que propone al lenguaje como uno de los grandes dones que puede poseer la humanidad para llegar al entendimiento. La disertación sobre la comunicación y los sentidos diversos que las palabras pueden adquirir. De esta manera también el hombre puede apropiarse del tiempo y llegar hasta la visión del futuro. Lo más importante es aceptar el destino que nos ha tocado vivir aunque nos traiga situaciones difíciles. No puede comentarse nada preciso sin echar a perder el punto clave de esta extraordinaria película que no se regodea en el efecto especial buscando llegar al cerebro y no a la panza del espectador. El juego temporal de la narración la torna singular. Simplemente es otra joya del realizador de cintas soberbias como La mujer que cantaba, Intriga, Enemigos idénticos, Sicario y ahora esta obra maestra.

         2.- LA CHICA DEL TREN



Todo lo contrario debe decirse de la fallidísima adaptación de esta novela bestseller a la pantalla grande. La historia de Rachel, una dipsómana (Emily Blunt), que vive frustrada por el fracaso matrimonial y acosa a su ex marido y a la nueva esposa. Rachel pasa todos los días por el tren que la lleva a la ciudad frente a su antiguo hogar (donde ahora sigue habitando el ex marido). Dos casas abajo vive una pareja a la cual ha idealizado porque la considera ejemplo perfecto. Cierto día se da cuenta que la mujer se está besando con otro hombre. Esto la lleva, estando alcoholizada, a bajar del tren, perseguirla para gritarle que es una perdida, pero entonces sufre un accidente del cual no recuerda nada. A los pocos días sale la noticia de que ha desaparecido la joven mujer. Ella empezará a entrometerse para llegar a una inesperada solución.



La novela original mantenía un juego de tiempos que retrocedían de manera distinta según la protagonista femenina de la que se estaba hablando. El suspenso era gradual y la atención se mantenía por esta razón. En pantalla todo resulta lento, un terrible sentido del ritmo, y se va resolviendo de manera simple sin que se sostenga, ni se sienta, esa angustia existencial de Rachel, ni su obsesión por la pareja inicial que daría lugar al desencadenamiento de coincidencias. El realizador Tate Taylor nos había dado previamente Historias cruzadas (2011), otra trama basada en una novela popular, aunque mucho más trivial, donde destacaba el reparto (Viola Davis, Octavia Spencer, Emma Stone). En este caso sucede lo mismo con Emily Blunt, cuya presencia es fuerte, aunque se sienta desperdiciada.



domingo, 6 de noviembre de 2016

CÓDIGOS MORALES

EL CONTADOR
(The Accountant)
2016. Dir. Gavin O’Connor.



         Christian (Ben Affleck) es un hombre autista. Presta sus servicios como contador a grandes firmas para descubrir errores o delitos. Gana mucho dinero haciéndolo y eliminando, además, a quienes cometen dichos actos fraudulentos. Cuando una compañía robótica lo contrata para revisar sus cuentas y éstas salen a la luz, inicia una serie de crímenes que serán definitivas y cambiantes para el contador. Tal como se la describo deja fuera toda la riqueza del guion, muy bien estructurado y bastante elaborado, ya que inserta de manera fragmentada, la infancia del jovencito autista, la relación con un padre autoritario y una madre que le abandona, sus diversas experiencias de crecimiento, para llegar al enfrentamiento final donde habrá una relación familiar. Para que todo esto se aclare, hay una agente de la tesorería federal y su amenazante jefe, involucrados en la búsqueda del inteligente autista que sabe realizar sus actividades para no ser localizado. No se vale contarlo.

Anna Kendrick y Ben Affleck descubriendo 
el problema contable que dará lugar a muertes...


         La cinta tiene dos vertientes: aquella que se dedica a mostrar un conjunto de valores tergiversados. El autista posee un código moral que, al verse roto, le produce un grave conflicto existencial. Una vez vista y digerida la cinta, se comprueba la validez de las acciones del personaje, además de la forma de actuar de las autoridades fiscales. Utilizando a las ricas empresas, y a sus dueños, como astutos mercaderes cuya única finalidad es la acumulación de mayores capitales, el aparente villano eliminador se torna en figura heroica.

Cynthia Addai-Robinson y J.K. Simmons como oficiales
de la Tesorería; Jon Bernthal como el letal Braxton.


         La otra tiene que ver con los lazos familiares que nos lleva a la congruencia temática de su realizador Gavin O’Connor. La última pelea (2011) mostraba a un par de hermanos que llegaban a enfrentarse en el hexadrilátero de artes marciales luego de estar separados por ciertos rencores provocados por su entrenador, el propio padre de ambos, alcohólico recuperado. Código de familia (2008) tenía como protagonistas a una familia de policías. Luego de una masacre en el caso de un narcotráfico, un oficial descubría que su cuñado, sargento, estaba involucrado. En ambas películas, la base argumental partía de las relaciones familiares, algo básico para comprender esta cinta y aceptar sus giros narrativos.

Gavin O'Connor, director congruente


         Demasiado entretenida porque tira muchos cabos que deben atarse. El espectador debe estar atento y aceptar que todos tienen sus razones y aquello que parece extremadamente casual posee finalmente una explicación lógica (y hace uso de la libertad que tiene el cine). El reparto es perfecto desde el protagonista Affleck pasando por grandes personalidades (John Lithgow, Jeffrey Tambor, Jean Smart) hasta las jóvenes presencias (Anna Kendrick o Jon Bernthal).