sábado, 2 de noviembre de 2013

LEVEDAD


GRAVEDAD
2013. Dir. Alfonso Cuarón.

 


            La primera secuencia de “Gravedad” es espectacular. La cámara se mueve y uno se deslumbra con ese azulado planeta Tierra que sirve de pronto como imagen de fondo o luego se aleja dependiendo del ángulo. Hay acercamientos a los astronautas que trabajan en reparaciones de unos satélites: hay tres personas pero solamente se centran en dos de ellos, las estrellas Sandra Bullock y George Clooney. De pronto se les informa que habrá unas ráfagas de desperdicios metálicos debido a la destrucción de un viejo artefacto espacial. No pueden hacer nada y su nave queda destrozada, el tercer astronauta muere (por eso no tuvo close up; lo vemos con el rostro partido por la mitad). La mujer queda flotando alejándose de su compañero: luego pueden reunirse. Una cuestión final hará que ella sea la única que permanezca y que el hombre se aleje simplemente hacia la nada.


            Después de esta secuencia seremos testigos de los inverosímiles procedimientos (no lo digo peyorativamente: es una película y así debe de ser en este género, como un sueño, como personaje invencible ante todo) que la mujer realiza al entrar a una vieja cápsula rusa donde tiene una alucinación que da lugar al momento mejor y más inspirado de la cinta, dirigirse a otra nave china y finalmente regresar al planeta. El “mensaje” es obvio como “la belleza mató a la bestia” que nos gritaba fácilmente “King Kong”: aquí estamos con “el hombre es insignificante ante el universo”, “la soledad del infinito”, “el gran vacío espacial” y todo lo que usted desee.


            La película es un despliegue maravilloso de tecnología cinematográfica(Emmanuel Lubezki es uno de los grandes directores de fotografía contemporáneos). Permite que la Bullock siga irradiando su simpatía y talento. Es una producción multimillonaria en los tiempos cuando ya no se da oportunidad al experimento ni la audacia: ahora sería dificilísimo que se produjera algo como “2001: odisea del espacio” y su aparente, ambiguo final. Ya no se puede tratar el tema del hombre y la soledad frente a la inteligencia artificial perversa. De ahí que la película se convierta en otra cinta de aventuras que permita las imágenes finales donde la mujer pisa tierra, casi la besa, deja la huella en la arena húmeda porque todo el tiempo estuvo flotando. La gravedad del asunto no es tanto la falta de gravedad corporal sino el resultado que cumple con esa ligereza, esa levedad. Y uno se aburre luego de la primera secuencia.


            El momento mejor de la cinta es cuando una alucinación, un truco inconsciente, un resultado de la soledad y la angustia hace que la mujer vea que su compañero, ya perdido, reaparece, rompe el vidrio de la nave para introducirse. Su conversación hará que ella retome fuerzas, recuerde procesos e instrucciones, además de recuperar el deseo de sobrevivir. La forma en que está realizada sorprende y desconcierta: uno no puede aceptarlo (la ventana se nota impecable) y lo va descifrando. Es un toque fantástico que da idea de lo que pudo haber sido la película si tuviera otro objetivo. Es un paliativo para la soledad (además que se agradece poder disfrutar de Clooney por otros minutos).

 

            Cuarón es el mejor de los “tres amigos” donde el detestable Del Toro ha fracasado directamente y ha sido mejor productor que creador; y González Iñárritu no ha dado una. Queda claro que sus deseos eran tornarse en directores de Hollywood y Cuarón lo ha demostrado con más eficiencia en sus producciones previas ya que satisface al espectador “menos” exigente.

            Nota: Lo que queda en la mente de algunos espectadores (como es mi caso) son las imágenes de la basura que viaja por el espacio. No contentos con contaminar nuestro planeta, la misma tecnología nos ha llevado a amagar ese vacío con los productos que ahora nos permiten tener una vida más cómoda: no importa llenar ese espacio porque al fin de cuentas, es infinito: es la filosofía de quienes usan y abusan de terrenos que dan lugar a los problemas meteorológicos que vivimos sobre el suelo, donde hay gravedad.