MELANCOLÍA
(Melancholia)
2011. Dir. Lars von Trier.
MIS TARDES CON MARGUERITTE
(La tête en friche)
2010. Dir. Jean Becker.
LA INCREÍBLE HISTORIA DE ALBERT NOBBS
(Albert Nobbs)
2011. Dir. Rodrigo García.
INMORTALES
(Immortals)
2011. Dir. Tarsem Singh.
¡ESTO ES GUERRA!
(This Means War)
2012. Dir. McG.
GIGANTES DE ACERO
(Real Steel)
2011. Dir. Shawn Levy.
FURIA DE CENTURIONES
(Centurion)
2010. Dir. Neil Marshall.
Hay mucho cine que tenemos
que ver en vídeo. Ya no queda otra porque el trabajo, la distancia, lo que Ud.
quiera, hace que no podamos llegar a las salas de cine. La gran ventaja es que
para cuando llegan muchas cintas a pantalla grande ya han salido en DVD (¡o Blu-ray magnífico!) previamente (excepto con los estrenos simultáneos y recientes, claro, aunque la
piratería ayuda pero con copias infames: no es lo indicado). Aquí reviso varias
cintas que tal vez ya vieron, o pueden conseguirlas en videoclubes, o podrán
ver en la Cineteca esta semana ( 26 y 27 de junio: “Melancolía”).
Melancolía es la siguiente cinta
pretenciosa de quien fuera un deslumbrante cineasta. Luego de la obvia “Anticristo”
(2009) con su imagen del antijardín del edén como sardónica broma a sus
espectadores (que cayeron redonditos como moscas impresionadas en un ambiente de
insecticida en aerosol) al mostrar al matrimonio como infierno en la tierra,
ahora vuelve a las andadas. El primer juego hacia el espectador es dar a
entender que su cinta es sobre la melancolía (esa tristeza inexplicable que definieron
los griegos) cuando es el nombre de un planeta que se acerca fatalmente para
chocar con el nuestro y provocar la destrucción total. La cinta tiene dos
partes: primero es “Justine” (Kirsten Dust, excelente y seductora) quien se va
a casar, a pesar de la amenaza, mostrando una falsa alegría y echando a perder
su fiesta de bodas. Luego es “Claire” (Charlotte Gainsbourg, fea pero
magnética), su hermana, con la cual está pasando los momentos previos al
desenlace. Al querer mostrar una sociedad decadente como metáfora de
aniquilación, Von Trier cae en el ridículo total porque todo es superficial,
volviendo a caer en la obviedad. En vez de llegar al delirio, cunde el tedio.
No puede negarse que alguna vez deslumbró y ofreció melodramas excelsos. Es otro
triste equivalente a los desprestigiados Reygadas que se ganan premios porque
es la moda, lo que hay que hacerse, para continuar con la entropía que nos
llevará hacia esa destrucción: es más divertida en la vida real.
Mis tardes
con Margueritte es la penúltima cinta de Jean Becker, surgido en la Nueva Ola (hijo de
otro gran realizador), quien ahora, a sus casi 80 años, nos muestra una historia
conmovedora. Basada en una novela de Marie-Sabine Rogier (que puede conseguirse
en librerías) cuyo título original es “La cabeza en la nada” porque el
personaje principal, Germain (Gérard Depardieu) es un hombre lento, ingenuo,
ignorante, con una madre que lo desprecia aparentemente, y cuya existencia se
mejora cuando conoce casualmente a la anciana Margueritte (Gisèle Casadesus,
con 95 años encima) quien le abre los ojos a la lectura y a la ternura nunca
experimentada. La hermosa película es
una metáfora sobre las oportunidades que están flotando sobre el aire para que
seamos mejores: si las tomamos o no, dependerá de muchas circunstancias, pero
siempre de nosotros mismos.
La increíble
historia de Albert Nobbs sucede a finales del siglo XIX en Irlanda. Albert Nobbs es una mujer
que se ha hecho pasar como hombre desde que era adolescente, luego de ser
violada, como una manera de protegerse y subsistir. Ha sido mayordomo y mesero
desde entonces. La llegada de otro personaje semejante que la descubre y luego
le confiesa su naturaleza verdadera (otra mujer travestida) le incrementa sus
ilusiones de una vida normal que la lleva, por desgracia, a su destrucción.
Glenn Close, fea y andrógina, ofrece una actuación impactante que todavía es
sobrepasada por Janet McTeer (todavía más hombruna en sus rasgos y estatura)
como su inesperado cómplice. La trama se basa en un cuento del libro “Vidas
célibes” de George Moore, autor naturalista irlandés, bohemio que escandalizó a
la sociedad de su tiempo con sus escritos. Quizás una película sobre este
personaje sería más interesante.
Inmortales es una cinta visualmente
esplendorosa. Los efectos por
computadora son evidentes pero dan lugar a espacios y situaciones que llaman la
atención del espectador y complementan la que, de por sí, es una trama simple
que habla del libre albedrío, de la supuesta inmortalidad que en realidad
deviene trascendencia. Henry Cavill, un actor con buena presencia pero poco
carisma, interpreta a Teseo, campesino que llega a la heroicidad gracias al
patronazgo de Zeus, el gran dios del olimpo.
¡Esto es
guerra! es una comedia tan simple y tan boba que se salva gracias al atractivo
reparto: Chris Pine es el más blandengue, pero Reese Witherspoon con su gracia
natural y Tom Hardy finalmente en un rol ligero que acentúa su magnetismo dan
vida a tres personajes tan inverosímiles y harto convencionales: dos agentes de
la CIA, grandes amigos que dan lugar a ese homoerotismo tan común que existe
pero no se consuma, conocen a la misma mujer y se tornan rivales. Ella no sabe
a cuál seleccionar. Ellos utilizan sus recursos tecnológicos para espiarla y
espiarse. La cinta fue un gran fracaso crítico-taquillero (para las
expectativas económicas usuales) pero en realidad es una comedia amable que
será mejor valorada con el paso del tiempo.
Gigantes de
acero ocurre en un futuro cercano: los boxeadores han sido reemplazados por
robots para llegar a excesos que con seres humanos serían fatales y carniceros.
La cinta narra la historia de un pícaro
manejador ambulante con robot viejo y barato que vive emproblemado por deudas y
audacias mal pensadas. La reunión con un hijo de once años le llevará a darse
cuenta del desperdicio de su existencia. La mera presencia de Hugh Jackman (quien
es ejemplo de lo que significa ser una estrella magnética, una personalidad del
cine, independientemente del talento: otros casos serían Clooney, Pitt o Denzel
Washington; Willis y Neeson en su momento; Michael Fassbender, más
recientemente) eleva a la película. El realizador no cae en el chantaje
sentimental ni en la salida fácil. Tampoco hay un robot mágico que
repentinamente adquiera vida: todo es inherente a la naturaleza humana, al
valor de los sentimientos. Gran entretenimiento con sensibilidad.
Furia de
centuriones es otra versión de la misma trama de “El águila de la legión perdida”
(McDonald, 2011) donde se narraba la desaparición de una legión romana en
tierras escocesas. Mientras que en ésta, el punto de vista era más novelesco
(el hijo del general extraviado buscaba recuperar el honor del padre) en la que
ahora les comento se centra en el sentido épico y en el enfrentamiento con la
tribu bárbara. Quintus (Michael Fassbender) sobrevive con otros pocos soldados
a una emboscada sangrienta que produce la eliminación de dicha legión. Junto
con sus amigos debe recobrar el honor y vengar la muerte de sus congéneres.
Visualmente impacta y el personaje de una guerrera casi indestructible (Olga
Kurylenko) mantiene el suspenso (y la indignación) del espectador.