sábado, 16 de junio de 2012

PROMETEO Y OTROS SERES


PROMETEO
(Prometheus)
2012. Dir. Ridley Scott.

COLOSIO: EL ASESINATO
2011. Dir. Carlos Bolado.

BLANCANIEVES Y EL CAZADOR
(Snow White and the Huntsman)
2012. Dir. Rupert Sanders.



            Prometeo nos devuelve a Ridley Scott a los terrenos de Alien: el octavo pasajero (Alien, 1979) con esa atmósfera oscura y amenazante. En realidad viene a ser el antecedente de dicha cinta aunque al principio no lo parezca. Dos prólogos separados por siglos donde primero un ente extraño, musculoso-deforme, se sacrifica para crear la vida sobre nuestro planeta. Luego, un grupo de científicos descubre una serie de pinturas rupestres que dan a entender el origen de estos personajes: deciden, entonces, ir en su busca al más recóndito de los posibles planetas. Pasan más de dos años y ha llegado el momento en que una tripulación que se ha mantenido en estado criogénico, al cuidado de un sofisticado robot llamado David (Michael Fassbender, rubio, atractivo, versátil), despierta para que la nave pueda llegar a su destino. A partir de este momento comienza el descubrimiento de los verdaderos motivos de los seres que generaron a la humanidad; la revelación de los armamentos que en realidad devendrían criaturas indestructibles; la fatua ambición de la inmortalidad por parte de un personaje viejo que representa a la sociedad en que vivimos (aunque la acción suceda en las postrimerías del 2093).



            Scott es un realizador talentoso e inteligente. No se deja llevar por la salida fácil y su manejo de la acción resulta turbulenta, inesperada, contínua. Como en tantas otras películas, sus personajes femeninos son fuertes (Charlize Theron, bella y fría se contrapone con la sueca Noomi Rapace, desangelada pero tenaz) y llegan a sobrevivir o morir, pero nunca en vano. Scott es cuidadoso con la imagen porque los efectos especiales son precisos: no se nota un error técnico. Recurre a la exageración narrativa con la finalidad de mantener al espectador en el constante suspenso (a estas alturas del cine de acción, cualquier persona que rechace extremos como una cesárea exprés para que su víctima siga adelante con su misión, resultará ser persona boba amargada o ingenua: se parte de ficción y fantasía, no podemos exigir lógica). Finalmente es una vuelta a los orígenes: tanto Scott como la trama misma viene a ser un cierre explicativo aunque todavía exista otra serie de interrogantes que quizás nos resuelva una secuela.



            Prometeo, en la mitología griega era un titán: ser gigantesco que quiso proteger al hombre, robó el fuego a los dioses para brindarlo a la humanidad: por esto, fue castigado. En esta cinta tenemos una gran ironía metafórica ya que el titán llega al grado de dar origen a nuestra civilización para luego darse cuenta de que no contó con las debilidades del producto - hombre. No obstante, Scott agrega un soplo de esperanza. El robot David, mientras cuida a la tripulación dormida, juega, aprende y ve películas del lejano pasado, entre ellas, la que es su favorita: muestra la escena de Lawrence de Arabia (David Lean, 1962) donde el personaje apaga un cerillo entre un dedo y su pulgar: uno de sus compañeros intenta lo mismo y exclama que le duele, a lo que Lawrence le contesta que “el truco consiste en que no te importe que te duela”. Esto se convierte en una especie de regla para el ser mecanizado que imita al humano por lo que éste a su vez adquiere una lección de fortaleza. Extraordinaria película.

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Colosio: el asesinato es otra película que, como los documentales Presunto culpable o De panzazo realiza una supuesta denuncia de la corrupción que se queda en mera “anuencia” porque simplemente expone sin mayores expectativas. Narra su teoría sobre los motivos del asesinato y la forma en que ocurrió el mismo desde lo que siempre ha sido  la explicación usual que ofrece cualquier ciudadano: lo mandaron matar desde dentro del mismo ámbito de altísimo poder. La película insiste en que es una “ficción” basada desde los hechos reales. Se manda realizar una investigación privada paralela a la oficial sobre el asesinato. Uno se pregunta los motivos de llevarla a cabo porque finalmente resultará en el exterminio de los involucrados: pretexto narrativo inútil como la cinta misma. ¿Qué va a pasar? ¿Reabrirán el caso? ¿Castigarán a los corruptos ex políticos? La cinta pudo llamarse “Fulano de tal: el asesinato” y se llegaría a la misma cosa. El director Bolado “deslumbró a sus cuates” con Bajo California: el límite del tiempo (1998) para luego demostrar su pequeñez en Sólo Dios sabe (2005), una mescolanza de símbolos religiosos y oníricos. Ahora entra a la acción seudopolítica y uno mejor sigue llorando por la corrupción que nos inunda en este país donde nunca pasa nada. Debe destacarse una buena ambientación y un reparto que va desde el estereotipo (Giménez Cacho instalado en político corrupto pleno de lugares comunes) hasta las presencias camaleónicas, maravillosas, intermitentes y efímeras (Harold Torres, Karina Gidi, Gustavo Sánchez Parra). 


(Harold Torres interpreta el rol de Aburto y otros sospechosos)

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Blancanieves y el cazador es una interesante vuelta de tuerca al famoso cuento de los hermanos Grimm. La jovencita es encerrada por su madrastra, asesina del padre en noche de bodas, hechicera que se ha mantenido inmortal y cuyo destino reside en la hijastra. Ahora la cinta se prende de la acción, la joven es guerrera (Kristen Stewart), el objeto de su amor es el cazador (Chris Hemsworth) que se enamora de ella, aunque como en todo cuento sobre clases sociales diferentes, no se consuma el matrimonio como pasaba con el periodista Gregory Peck viendo de lejos a la princesa Audrey Hepburn al final de La princesa que quería vivir (Roman Holiday, Wyler, 1953). Una gran lección sobre el amor que vence a la muerte, aunque la subtrama establezca que no viola las reglas entre nobleza y proletariado. Charlize Theron en otra película estrenada poco antes de Prometeo para recordarnos que belleza y talento no son necesariamente opuestos.