JULIA GUZMÁN Y EL CINE
Julia Guzmán (1906 - 1977)
A mitad de los años ochenta la UNAM publicó un libro de Martha Robles, escritora jalisciense, historiadora e investigadora, bajo el título Escritoras en la cultura nacional donde hacía un recuento crítico de las mujeres que se habían dedicado y destacado en la narrativa de México. Nadie deja de reconocer a Sor Juana pero desconoce a otra monja del siglo XVI llamada María Anna Águeda de San Ignacio, que consignó Robles en este libro.
Martha Robles en la actualidad.
Hace poco tiempo tuve la suerte de “pescar”
por televisión las exhibiciones casi simultáneas de Divorciadas (Alejandro Galindo, 1943) y Nuestros maridos (Víctor Urruchúa, 1945). Coincidentes en que ambas son adaptaciones fílmicas de las únicas novelas que escribiera Julia Guzmán (1906-1977), nacida en Puebla, perteneciente al grupo de mujeres que Robles menciona en su libro dentro de los llamados “Años oscuros” refiriéndose a finales de los años treinta e inicios de la década siguiente. Entre ellas se encuentra Adriana García Roel, neoleonesa, ganadora de un premio literario en 1942 por “Hombre de barro”, pero esa es otra historia.
Son los años oscuros porque , a
pesar de que fueron éxitos de ventas, el público las leyó (y hasta se
escandalizó), pero no siguieron adelante. Sus huellas fueron ligeras. Solamente
el tiempo y la distancia, los homenajes tardíos, o accidentes felices como esta
visión de dos películas, permiten el recuerdo y la reconsideración. Julia Guzmán tiene como cualidad haber
subrayado aspectos de las mujeres sometidas por sus maridos, que fueron víctimas
de la inequidad y de la tradición. Sus novelas fueron precursores de
manifiestos feministas. Divorciadas
habla de la diferencia entre libertad y libertinaje, aparte del esfuerzo de la
mujer divorciada por salir adelante contra supuestos previos de su condición. Nuestros maridos se ocupa de la mujer
casada que sufre la injusticia, el abuso, la explotación sentimental y
material, por parte del esposo en contrapunto con la solterona romántica que se
entrega por amor al engaño. Por otro lado, como dato anecdótico, Julia Guzmán
fue madre de la actriz Rita Macedo.
Blanca de Castejón (1907 - 1969), nacida en Puerto Rico,
fue esposa de Rafael Banquells. Debutó en el cine mexicano
en "La razón de la culpa" (Ortega, 1942). Fue actriz de teatro
y doblaje principalmente. Su última cinta fue "Los signos del zodiaco" (Véjar, 1963).
Milissa Sierra, nacida en Jalisco,
actuó en "Sólo los ángeles tienen alas" (Hawks, 1939),
filmó 4 cintas mexicanas y luego se dedicó a la
grabación de discos con cuentos infantiles.
Delia Magaña (1903 - 1996) nació en el D.F. Se hizo muy popular
en el teatro de revista, trabajó en Hollywood, debutó en 1934
con "La sangre manda" (Bohr, 1934), pero fue hasta inicios de los
años cuarenta cuando despuntó su carrera en el cine.
Divorciadas narra la historia de tres mujeres: Cristina (Blanca de Castejón), recién divorciada por no tolerar el desamor de su esposo, sobre todo luego de la muerte de su hijo pequeño. Carmen (Milissa Sierra), divorciada desde años atrás, con una fortuna legada por su esposo, quien vive una existencia libre y sin prejuicios. Juanita (Delia Magaña), empleada del tribunal donde conoce a Cristina, casada pero abandonada desde hace mucho tiempo por su marido. Cristina y Juanita deciden unir sus soledades y mantenerse juntas. Carmen, vieja amiga de Cristina, es seducida por el canalla Rolando (Ramiro Gómez Kemp),
Ramiro Gómez Kemp (1914 - 1981), actor cubano quien además
fue cantante, compositor y escritor. Su carrera fílmica la realizó
principalmente en los años cuarenta. Ganó un premio literario en 1972.
René Cardona (1905 - 1988), actor cubano, pionero del cine mexicano sonoro,
y posteriormente prolífico director cuya carrera merece una entrada completa.
Juan José Martínez Casado (1903 - 1987), actor cubano que realizó
su carrera en México desde los años treinta cuando era galán y personaje
principal de muchas películas.
Virginia Zurí apareció en una de las primeras cintas mexicanas
sonorizadas por medio de discos ("Contrabando", 1931) y en la primera versión
de "La llorona" (1933). Su carrera duró hasta 1944.
Cristina viene a ser la abnegación:
la madre frustrada que persigue la ilusión de rescatar lo que pudo haber sido
su vida. Carmen es la sensualidad libertina que, por desgracia, debe pagar las
consecuencias porque cumple con la idea machista de que la mujer divorciada ya
no tenía nada que perder en cuanto al sexo. Juanita es un paliativo
intermedio, el apoyo materializado. El divorcio había sido implementado por las
leyes mexicanas en 1915 gracias a un decreto de Venustiano Carranza. Se
consideraba a la mujer en desventaja ya que al pertenecer al núcleo principal
de la sociedad no se educaba, dependía del marido económicamente, debía sufrir,
por lo tanto, de sus carencias pero dejar de lado sus sufrimientos. Cristina
ejemplifica a la sometida que no sabe trabajar. Carmen es la afortunada
enriquecida por un marido acaudalado. Juanita es la que proviene de clase media
baja: cualquier empleo simple, poca paga, supervivencia. Es otra de las
características que definen a las novelas de Julia Guzmán: se preocupa por la
problemática de las clases con cierta posición. De hecho, los conflictos de
Cristina se deben a que no ha podido encontrar un préstamo sobre una propiedad
y de ahí conseguir el dinero que le haga salir de deudas (¡cinco pesos que se
le deben al panadero, por ejemplo!).
Por su parte, Nuestros maridos se ocupa de otras tres mujeres, aunque ahora son
hermanas: Gilberta (Emilia Guiú), solterona según su propia apreciación;
Emilia Guiú (1922 - 2004)
Mery
(Beatriz Aguirre), casada con el haragán Carlos (Jorge Reyes) que vive de
pedirle dinero para sus aventuras;
Beatriz Aguirre (1926)
y Anita (María Douglas, anunciada en los créditos
como Claudia Monterde), frívola y cursi, casada con el licenciado Ernesto
(Eduardo Casado) que le es infiel y con el cual ha tenido hijos (que nunca se
ven).
María Douglas (1922 - 1973)
Gilberta acaba de llegar de estudiar por varios años en la Sorbona y se
siente mujer moderna que aconseja a sus hermanas no depender de sus maridos.
Mery tiene un negocio de fabricación de sombreros. Anita es ama de casa. A
Gilberta la persigue el mujeriego novelista Javier (Rafael Baledón)
y no le
hace caso hasta que logra convencerla que cambie de aspecto: así, la adusta
mujer con lentes y cabello recogido, se convierte en una mujer despampanante
con vestidos entallados y abrigos de pieles.
Se entrega a Javier quien luego la
abandona y la deja, sin saberlo, embarazada.
Mery decide cerrar su negocio y
dejar a Carlos luego de verlo con otra mujer. Anita también se aleja de Ernesto
cuando le llega por error un brazalete que iba dirigido a una vedette. Con el tiempo los hombres se dan cuenta que
añoran a sus mujeres y las buscan. Carlos en un camión urbano;
Ernesto acude a
la tienda de antigüedades que ha establecido Anita para llorar frente a ella.
Javier, mientras tanto ha vivido con la libertina pintora Lina (Beatriz
Visher) de la cual esperaba una relación estable pero quien lo deja al darse
cuenta que no lo quiere y que nunca podrá satisfacer sus deseos.
Javier se va
degradando: las editoriales le rechazan porque sus novelas ya no gustan al
público. Piensa en sus amoríos pasados y solamente destaca Gilberta.
Al ir a verla,
se entera del hijo que tuvo con ella, la ayuda, pero la mujer le hace entender
que no puede confiar en él. La última escena ofrece algo de esperanza (no hay
que olvidar que la ley moral era exigente en el cine).
Jorge Che Reyes (1907 - 1985) interpreta a Carlos. Actor argentino
que se estableció en México y fue uno de sus prolíficos actores secundarios.
Eduardo Casado (1913 - 1954), actor cubano, interpreta a Ernesto.
Blanca Vischer (1915 - 1969), actriz guatemalteca interpreta a la frívola Lina.
Esta actriz actuó al lado de Gardel y filmó cintas en Hollywood.
En esta película se muestra el otro
interés de Julia Guzmán al presentar a la mujer dependiente del marido, la que
sufre y es víctima de infidelidad, en contraste con la mujer que quiere ser
libre pero no puede evitar el romanticismo, el sueño y la carnalidad. No
obstante, prefiere vivir sola su condición y no atarse a la vanidad del hombre.
Son personajes unidos por la sangre (tres hermanas disímbolas pero conscientes
de su situación femenina: cada una en su estilo). Los hombres son
desprejuiciados y machistas: el escritor persigue a Gilberta sin ninguna
intención honesta. Ambos maridos son mujeriegos y no le importa a uno quitarle
dinero a su mujer para darlo a prostitutas, o al otro de gastar su dinero en
tiples de teatro para ofrecer migajas a la mujer.
Los protagonistas masculinos vienen a ser culpables de las desdichas
de las mujeres que han desposado o seducido. Por suerte, provocan su emancipación.
Desconozco las novelas de Julia
Guzmán. Quiero pensar que la participación de la propia autora en la cinta de
Galindo hizo que se respetara la novela hasta cierto punto, sobre todo con el
suicidio de Carmen. En la segunda cinta fue el propio realizador Urruchúa el
autor del guión. Personajes y situaciones eran diferentes y audaces para el
cine mexicano de esos tiempos, sobre todo en el enfoque de la sexualidad y sus
consecuencias. Los directores de ambas cintas (hombres, por supuesto) eran
interesantes e inquietos. Ambas cintas terminan con las mujeres seguras de sí
mismas y plenas de esperanza. Son los legados del cine mexicano como documentos
indirectos de épocas, formas de pensar, deseos de superación como en este caso
los representa la condición femenina.