UN LIBRO INDISPENSABLE
por Roberto Villarreal Sepúlveda(Texto de presentación del libro "Cine y propaganda para Latinoamérica")
En una entrevista al historiador Marc Ferro,
personaje icónico del concepto “Cine e historia” se le preguntó:
-¿Cómo llegó a considerar el cine de
ficción para el análisis de la historia?
“El cine es un poco como las novelas en la literatura; es decir, entrega a menudo una verdad social tan grande como los discursos políticos. En los filmes de ficción muchas veces vemos hechos y análisis que no entregan ni los documentos oficiales ni los discursos ni las estadísticas".
“El cine es un poco como las novelas en la literatura; es decir, entrega a menudo una verdad social tan grande como los discursos políticos. En los filmes de ficción muchas veces vemos hechos y análisis que no entregan ni los documentos oficiales ni los discursos ni las estadísticas".
Y al solicitársele un ejemplo comentó:
-¿Recuerda algún ejemplo representativo?
"Está mi experiencia con las películas rusas de los años 1925-1930, donde se ve bien cómo vivía y se comportaba la gente en las ciudades y en el campo. El filme soviético 'Tres en un sótano' (1927) es la historia de una pareja en que el marido trabaja en una fábrica y ella es dueña de casa. Un día, llega un amigo desempleado a alojarse con ellos, quien tiempo después se convierte en amante de la mujer. Ella queda embarazada y los amigos -el marido y el amante- juegan a las cartas para saber de quién es el bebé. La esposa se escandaliza al verlos y va a una clínica para abortar, donde hay filas de mujeres esperando. Al final del filme, ella dice: 'Desde ahora seré una mujer libre y voy a ir a trabajar'. Eso es en 1927, pero jamás se habló del tema en la historia tradicional, ni Trotsky ni Lenin ni nadie lo hizo. Y, sin embargo, uno ve que era una realidad de la época, lo cual entrega una mirada absolutamente asombrosa de la Rusia de 1927".
-¿Recuerda algún ejemplo representativo?
"Está mi experiencia con las películas rusas de los años 1925-1930, donde se ve bien cómo vivía y se comportaba la gente en las ciudades y en el campo. El filme soviético 'Tres en un sótano' (1927) es la historia de una pareja en que el marido trabaja en una fábrica y ella es dueña de casa. Un día, llega un amigo desempleado a alojarse con ellos, quien tiempo después se convierte en amante de la mujer. Ella queda embarazada y los amigos -el marido y el amante- juegan a las cartas para saber de quién es el bebé. La esposa se escandaliza al verlos y va a una clínica para abortar, donde hay filas de mujeres esperando. Al final del filme, ella dice: 'Desde ahora seré una mujer libre y voy a ir a trabajar'. Eso es en 1927, pero jamás se habló del tema en la historia tradicional, ni Trotsky ni Lenin ni nadie lo hizo. Y, sin embargo, uno ve que era una realidad de la época, lo cual entrega una mirada absolutamente asombrosa de la Rusia de 1927".
(entrevista
publicada en El Mercurio, de Santiago de Chile, en 2009)
Esas miradas son las
que nos va descubriendo Francisco Peredo en esta monumental obra con la cual
alcanzó su Doctorado en Historia. Siempre se dice que toda película es un
testimonio o documento. Otra forma de leer la realidad aunque sea
indirectamente. Los vestuarios, los automóviles, las calles que vemos en las
imágenes silentes (por mencionar un período ya lejano y que sentimos ajeno),
nos ofrecen un panorama de cómo vivían nuestros antecesores en otros tiempos.
Las actitudes, costumbres, diálogos, nos permiten confrontar una época con la
nuestra para notar cambios, variaciones o diferencias.
El autor nos explica que su tesis
utiliza a las películas como documentos susceptibles de análisis,
interpretación y explicación: puntos de partida y base de un estudio de
carácter histórico, y el tema particular reside en la propaganda ideológica a
través del cine latinoamericano. En esta segunda edición, aumentada con nuevos
datos e ilustraciones, se plantean los antecedentes de las potencias europeas
que crearon conflicto (el nazismo en Alemania, el fascismo en Italia, la guerra
civil española para llegar al momento del enfrentamiento bélico) para dejar
claras sus intenciones de penetración dentro de lo que era el medio más
influyente de comunicación en la época. Argentina, España y México eran los
países líderes en la producción cinematográfica. La supuesta neutralidad de
Argentina y el apoyo franquista a los nazis hizo que Estados Unidos centrara su
apoyo en México para fomentar el nacionalismo y contrarrestar las intenciones
del fascismo para introducirse sutilmente en el espectador de la América
Latina. Lo que ahora llamamos “la época de oro del cine mexicano”, más que
explicarse tradicionalmente por las faltas de recursos técnicos y materiales y
el cierre de mercados para Hollywood, ahora adquiere otro matiz porque
Francisco Peredo, en su minuciosa investigación establece el trasfondo que dio
lugar al apoyo norteamericano dentro del cine mexicano.
De
esto nos habla el Dr. Peredo en su libro que se encuentra estructurado en tres
bloques y seis capítulos. Un primer bloque de antecedentes y contexto
histórico. El siguiente donde se trata ya de la industria fílmica y películas
clasificadas por géneros para llegar a lo que será el desenlace y las
consecuencias. De ahí que se tenga un tratado desde los años treinta hasta
principios de los cincuenta.
Mapy Cortés en "Las cinco noches de Adán" (Martínez Solares, 1942), ejemplo del cine que fomentaba el panamericanismo, a través de la conga, la canción ranchera o el tango...
Es
imposible tratar en esta charla por completo, o minuciosamente, todo lo que
resulta ser un libro rico en detalle, que nos llevaría horas. Destacaré una
sección que se me hace deliciosa y se llama “El cine que yo soñé”. Francisco
Peredo disecta temas como el panamericanismo mostrado en cintas musicales que
ahora resultan mera curiosidad porque eran canto a las américas y una forma de
insistir en la unidad entre naciones al mostrar personajes de diversas
nacionalidades en alguna situación amorosa donde finalmente la armonía imperaba
como pasa en “Las cinco noches de Adán”; la hispanofilia que sirvió como
alegoría para mostrar la ruptura civil en España como sucede en “La barraca” o la
demostración de amor hacia los refugiados españoles como en “Los hijos de don
Venancio” o “Los nietos de don Venancio”; a su vez, la adaptación de literatura
latinoamericana como reforzamiento de identidad: se recreaba a otro país a
través del cine mexicano con fuerza y realismo como sucedió con Rómulo Gallegos
quien fuera adaptado en diversas ocasiones (“Doña Bárbara”, “Cantaclaro”, etc.)
y hasta escribiera un guión original (“La señora de enfrente”) como mensaje de
unión e identidad transmitido hacia el país de origen, como era en este caso,
Venezuela; lo mismo sucedió con la literatura universal que permitió mostrar el
lujo y la prosperidad de la industria del cine mexicano aparte de exaltar los valores
clásicos positivos de unidad y lucha contra la injusticia (“El conde de
Montecristo”, “Los miserables”, “El camino de los gatos”).
Luego
se llega al tema de “la búsqueda de la mexicanidad” que se ocupa de lo que son
los “géneros” del cine mexicano que finalmente se podrían aglutinar en
“melodrama” con sus variaciones.
Al
hablar de la “Escuela Mexicana de Cine” nombrada así por el éxito obtenido por
el equipo de Emilio Fernández que se coronaría al ganar premios en Cannes con
“María Candelaria” se discute la oposición del gobierno por tratar el tema de la revolución que se hizo presente con
“Flor silvestre” para luego llegar a “Las abandonadas” con la mención de la
banda del automóvil gris. Tal parece que no era favorable para el discurso de
unidad nacional, pero tampoco era bueno mencionar hechos donde estaban involucrados
militares.
No
así con el porfiriato que se
dedicaba más a los problemas sentimentales que a los sociales durante la
dictadura, sin exaltar al personaje, como pasa con “México de mis recuerdos”,
por ejemplo, donde el Dr. Peredo nos habla del corte de una imagen donde una
viejecita le besaba la mano a Porfirio Díaz el día de su partida de México. El melodrama ranchero venía a ser el
espacio folklórico, idealizado con inocencia, en el cual irrumpía de pronto
otra realidad como el caso de las “gringas”, objetos de pasión amorosa, en “Los
tres García” y “Guadalajara pues”, por ejemplo, aunque su popularidad como
género ya venía desde “Allá en el rancho grande” (1936).
La
época dio lugar a la realización de un subgénero insólito para el cine mexicano
con argumentos bélicos: “Cinco
fueros escogidos” o “Tres hermanos”, por ejemplo, donde la primera sucedía en
un pueblo europeo invadido por nazis que vengarían la muerte de uno de sus
oficiales, matando a su vez a personas del pueblo que se tornaban solidarios y
hasta voluntarios por orgullo como demostración de su sentido cívico, social,
patriótico. En “Tres hermanos”, los personajes que no eran norteamericanos pero
vivían en Estados Unidos, se debatían emocionalmente para ir a la lucha de un
país que no era suyo, como mensaje sublime de apoyo a quien era protagonista
principal del conflicto.
La religión fue simbolizada por el
guadalupanismo y la biografía cristiana como “La virgen que forjó una patria”
que partía del hecho de la independencia que portaría el estandarte de la
virgen para narrar la historia del milagro del Tepeyac, para aprovechar el
fervor católico como medio de unión entre el pueblo. Lo mismo sucedió con “La
virgen morena”, o con el personaje de Cristo en “Jesús de Nazareth”.
El
cine histórico daba lugar al
nacionalismo rampante y, ahora sí, a la exaltación del héroe y uno de sus
grandes exponentes fue “Simón Bolívar”, entre otros, así como las biografías de
Morelos.
No
he comentado, con todo propósito, el tema del espionaje. En un momento más se exhibirá su mejor ejemplo que es
“Soy puro mexicano” y creo que Francisco o Genaro podrán platicar más de ella.
Lo interesante es que muchas de las situaciones que describe Francisco en su
libro, han sido eliminadas de las copias que circulan de la
película. Una imagen de lo que significaba la amenaza del mundo hacia México y
el macho bragado mexicano, sin miedo, que podía confrontarla.
Como
todo tiene un inicio, lo mismo existe una conclusión. Pasó la guerra y el cine
mexicano dejó de tener el interés y apoyo por parte de Estados Unidos que
tendría que buscar la recuperación de sus mercados. México siguió adelante con
una producción promedio, considerando que ya estaba encarrilada la industria.
Lo
más importante de este libro es que abre otras perspectivas y puntos de vista
hacia lo que ya eran argumentos manidos, sin explicaciones, de una época de
auge en el cine mexicano. Es lectura obligatoria para quienes gustan y se
complacen con sus películas. Agradecemos al Dr. Peredo la oportunidad de
compartirlo y disfrutarlo.