TRUFFAUT (1932 - 1984)
Este martes 21 se conmemoran treinta años de la muerte de
Francois Truffaut, uno de los más grandes cineastas en la historia del cine y
junto con Godard, Rivette, Rohmer, Resnais, Chabrol, trascendente personaje de
la Nueva Ola francesa, participante de los colaboradores de la revista Cahiers du Cinema. Nacido en 1932 con
una infancia desprovista de amor familiar que cuenta indirectamente en su
primer largometraje Los cuatrocientos
golpes (1959) cuyo título puede tomarse de dos maneras: una frase francesa
que se refiere a hacer mil diabluras o los constantes golpes que la vida da al
protagonista, Antoine Doinel, alter ego
de Truffaut que volverá a aparecer en otras tres cintas. Falleció, muy
prematuramente, en 1984, por un cáncer cerebral.
Truffaut amó al cine y a los libros. En una entrevista
comentó que ese fue el motivo para filmar Fahrenheit
451 porque era acerca de una sociedad futura y totalitaria donde se
prohibía leer, por lo que se quemaban a los libros. Truffaut muestra a una
mujer que es incinerada junto con sus tesoros. Al cine, desde pequeño, se
escapaba de la escuela y pasaba la mayor parte del tiempo en las salas de cine.
En otra entrevista expresaba que era lector cuando no estaba en el cine o
filmando y viceversa. Ahora, cuando la gente dice que le gusta el cine, uno
queda indiferente ante ejemplos de verdadera cinefilia como la de Truffaut. No obstante, decía que uno va al cine cuando no está contento con la vida para, entonces, aprender a hacerla más tolerable. También amaba a las mujeres y a pesar de su aspecto inofensivo, era seductor
constante.
Crítico de cine en la revista mencionada, además de otra
llamada Arts, causó revuelo al
publicar un artículo donde despotricaba contra el sentido conservador y
estático del cine francés. Negaba a los nombres prestigiosos del pasado
(excepto a Renoir, Gance, Grémillon y otros pocos) y les acusaba de ser iguales
y convencionales. En 1959 ganó el premio al mejor director en Cannes tornándose
en emblemático personaje de la Nueva Ola e iniciando una carrera con diferentes
temáticas, todas ellas con un sentido crítico y estético, perfecta expresión de
pasiones, emociones, contradicciones, cualidades del ser humano.
La infancia desolada, pero esperanzadora en “Los
cuatrocientos golpes” (1959); la infancia naturalmente destrozada en “El niño
salvaje” (1970); la infancia anecdótica y diversa, divertida en “La piel dura”
(1976).
Los conflictos de pareja donde el amor se divide entre
dos hombres “Jules et Jim” (Una mujer para dos, 1961); entre dos mujeres “Las
dos inglesas y el amor” (1971); entre muchas mujeres “El hombre que amaba a las
mujeres”(1977); o el adulterio intelectual, “La piel suave” (1964); y el
adulterio por la carnalidad “La mujer de al lado” (1981); o la pasión amorosa
que lleva a la locura en “La historia de Adela H.” (1975); o la ausencia de la
pareja que provoca sentimientos mórbidos en “La habitación verde”(1978).
El cine de intriga y suspenso como homenaje a Hitchcock
en “Disparen al pianista” (1960); “La novia vestía de negro” (1968); “La sirena
del Mississippí” (1969); “Una bella chica como yo” (1972); “Confidencialmente
tuya” (1983).
El amor al cine en “La noche americana” (1973).
El amor a los libros en “Fahrenheit 451” (1966).
La autobiografía sentimental (aparte de “Los
cuatrocientos golpes” ya mencionada) con “Antoine y Colette”(1962), “La hora
del amor” (1968), “Domicilio conyugal” (1970) y “El amor en fuga” (1979).
Lateralmente “El último metro” (1980) donde recrea la atmósfera del París
ocupado durante la Segunda Guerra, o sea su infancia y preadolescencia.
Truffaut vive en el recuerdo, en sus películas y en el
amor de sus seguidores, fanáticos, admiradores, cinéfilos agradecidos por lo
que vino a complementar en nuestras vidas, a explicarlas, a darles otro sentido
para vivirlas (y hacerlas más tolerables).