PERDIDA
(Gone Girl)
2014. Dir. David Fincher.
El arte de manipular la verdad. Amy (una excelente Rosamund Pike)
desaparece y todo hace pensar que ha sido asesinada por su marido Nick (un
terrenal Ben Affleck). Inicia una serie de investigaciones, salen a la luz
evidencias, los medios lo atacan porque ha sido un mal marido para la dulce
inspiración de una serie de exitosos libros infantiles. Han vivido en ese pueblo de
Missouri desde que murió la madre de Nick y la recesión les ha puesto en mala
estabilidad financiera.
Ahora
cumplen cinco años. La cinta nos lleva del presente al pasado y viceversa hasta
que se equilibran esos tiempos. Por un lado hay un diario que cuenta sorpresas. Por
otro, está la verdad detrás de Nick (infidelidad, hastío) y Amy (una
personalidad distorsionada). Estamos ante el tipo de película que no puede
contarse sin echar a perder sorpresa. Adaptada por la misma autora de la novela
original, la cinta atrapa al espectador y no lo suelta jamás. A pesar de la larga duración, no siente uno pasar el tiempo real, el de proyección.
El estilo
del realizador Fincher es directo y superficial: no escapa a la cruz de su
parroquia que fueron los antecedentes de sus videoclips. Su cine siempre se ha
basado en temas grandilocuentes, muy elaborados, técnicamente impecables, pero
rodeados de una terrible frialdad. “La habitación del pánico” o “Zodiaco”, por
mencionar dos títulos, mantienen la atención del público sin darle tiempo a
pensar, a reflexionar en el significado, por ejemplo, de la violencia que tanto
le gusta.
Cine
eficiente: una trama compleja, con diversos planos bien resueltos, que no
permiten dejar de ver la pantalla. Por esta ocasión, el malhadado Fincher ha
encontrado la trama perfecta: la manipulación de la verdad por una mente
enferma: a imagen y semejanza del propio realizador. Aunque en la cinta aparecen conductoras que mueven los hechos
sociales, de escándalo, a su gusto y manera porque “es lo que el público quiere
ver”, en realidad estamos ante otro tipo de manipulación que es la personal, la
de la pareja que llega al grado del rechazo y la venganza. Los personajes no
son cómo los vemos, sino que pertenecen a ese género del cine neonegro donde hay traición, venganza, el irónico
azar.
Si
Hollywood es la fábrica de los sueños y debe entretener, aquí lo cumple con
creces. Es el retorno con tecnología, riqueza al estilo siglo XXI, de un género
que ha estado vigente desde los años cuarenta con la investigación policiaca y
la verdad detrás de personajes monstruosos. Es otra cinta ligera, que explica
todo, que deja cabos sueltos que el mismo destino y poder anula, aunque
solamente se pregunte qué hay dentro de una mente convencionalmente maliciosa.
Nos dejamos manipular en todo lo que es la vida cotidiana, social, política, y ya no hay vuelta atrás, sería una moraleja. Gran
entretenimiento.