sábado, 7 de mayo de 2016

FÓRMULA PREDECIBLE


 

CAPITÁN AMÉRICA: GUERRA CIVIL
(Captain America: Civil War)
2016. Dirs. Anthony Russo y Joe Russo.

 


            La segunda secuela de otro personaje del universo Marvel es en realidad una reunión de Los vengadores sin considerar a algunos de ellos, además de incluir a Ant Man y Spider Man, con la finalidad de mostrar sus lados humanos gracias a las pasiones y deseos de venganza. En este caso, la guerra civil del título se refiere al enfrentamiento que los personajes llevan a cabo entre ellos. Debido al tratado que firmarán 117 países, tendrán que limitar sus intervenciones libres. Solamente podrán actuar cuando se soliciten sus servicios. Todo se debe a las muertes de civiles en sus acciones pasadas, siendo la última en Nigeria. Si no acatan dicha orden, serán tratados como criminales con las consecuencias respectivas. Y es la muerte de unos civiles lo que lleva al ex militar Zemo (Daniel Brühl) a buscar su venganza provocando un encuentro brutal entre Capitán América (Chris Evans) y Tony Stark (Robert Downey Jr.) al revelarles un secreto del pasado que tiene que ver con el antiguo amigo - enemigo, el Soldado de Invierno o Bucky (Sebastian Stan).




            La película inicia con la secuencia en Nigeria donde la acción es intermitente y el ritmo trepidante. La edición es demasiado rápida y al espectador se le atrapa por el movimiento. Las destrucciones y muertes son excesivas. Y luego se entra en materia para informar acerca de las quejas mundiales por sus actos. A partir de este momento los altibajos son recurrentes entre la verbosidad abundante y los momentos de muchos efectos especiales. Los elementos de la trama se van dosificando viajando entre pasado y presente; de Nigeria a Estados Unidos y Europa para que el espectador vaya atando cabos y, sobre todo, para los admiradores de estas sagas, que coloque en su oportunidad los hechos que se están presentando.




            ¿Cuál es el problema con esta película? La misma que en muchas de su género producidas por Marvel Studios: ya son idénticas y se han tornado en fórmulas predecibles. Los poderes de cada personaje se enfatizan y los resultados destructores son impactantes pero semejantes a lo que ya se ha mostrado previamente. Las grandes secuencias de la película ocurren, primero, en un aeropuerto alemán donde seis personajes del lado de la ley se enfrentan con seis personajes en contra. La coreografía es nítida. Luego, la segunda sucede en una vieja base militar en Siberia que da lugar a la pugna final. No hay sorpresas en la ejecución. Este comentario surge luego de haber gozado el año pasado de Ant Man (2015, Peyton Reed) y a principios de éste Deadpool (2016, Tim Miller) donde las circunstancias de tiempo y espacio, además de las formas iconoclastas de ser en sus personajes, le dan otro marco de referencia y otras dimensiones a las secuencias de acción. Uno disfruta de las “personalidades” (un hombre débil e ingenuo; un tipo amoral y lúbrico), así como de motivaciones; y la respuesta resulta original.


Sebastian Stan interpreta a Bucky,
el soldado de invierno


            La gran diferencia con la reciente Batman vs. Supermán (2016, Zack Snyder) donde también se tienen los usuales efectos especiales reside en la reflexión sobre la posición en el mundo de sus personajes, además de proponer las angustias y las pasiones de los héroes, ya sea con poderes ultra humanos o técnicas tecnológicas. En el caso de nuestro Capitán América todo es ligero, de paso. Por eso la cinta de Snyder es completa y equilibrada, mientras que la que vemos satisface lo inmediato, lo consumible para desechar.

 


            Los discursos de estas películas justifican la necesidad de la guerra: la búsqueda de la paz aunque sea a costa del sacrificio de vidas humanas porque no hay de otra, porque el enemigo está siempre latente, y porque el conflicto siempre es inminente. En este caso, la polarización de lo que se considera el bien (dentro de la ley) y el mal (fuera) se maneja desde los mismos personajes usualmente perfectos en su ética personal y comportamiento. Por esto mismo, la cinta atrapa con la acción y envuelve con el tedio cuando ésta se detiene.

Los hermanos Russo, realizadores de esta secuela,
igual que la anterior.