EL CAZADOR DE MONSTRUOS
(The Head Hunter)
2018. Dir. Jordan Downey.
Han vuelto a abrir las
salas de cine y, tal parece, se están estrenando películas de bajos
presupuestos, con uno o dos años de antigüedad, como una manera simple y poco
costosa para que la gente vuelva a estos lugares. Ahora anda en Cinépolis, EL
CAZADOR DE MONSTRUOS (The Head Hunter), cinta de 2018, dirigida por Jordan
Downey en locaciones de Portugal y California, con el actor noruego Christopher
Rygh, con largos cabellos y barbas, además de ser un chaparro fortachón. Con
menos de 70 minutos de duración si se le quitan los créditos iniciales y finales,
estamos ante una época medieval a la altura de los videojuegos. La trama es
acerca de un guerrero que busca monstruos para matarlos y cortarles sus cabezas
que cuelga en un muro de su cabaña. Además, el hombre es hechicero que crea
pociones mágicas que lo curan de heridas cuando las sufre en batalla. Filmada con
apenas 30,000 dólares, se nota la economía necesaria porque toda la acción
sucede fuera de cámara: la cinta se limita a mostrar al tipo caminando o
cabalgando en bellos escenarios naturales y solamente lo reencontramos
malherido, sangrante, con las cabezas de las criaturas que nunca veremos. Sin
embargo, se sabe que busca venganza en un ente al cual siempre espera y quien
fuera la culpable de la muerte de su hija pequeña a la cual ha enterrado al pie
de un árbol. Tediosa, sin acción de interés, llega a un clímax igualmente
contenido con final sorpresivo que, de todas maneras, no vale tanto la pena
esperar, aunque sea simplemente una hora. Viene a ser una variante, en otro
nivel, de la estupidísima El proyecto de la bruja de Blair, cinta suprema
de la nada cinematográfica, ya que podrá apantallar a ingenuos que “sienten lo
que se sugiere”. Con este tipo de oferta, mucho menos van las salas a lograr
que retorne un público que tiene mejores opciones en las plataformas de “streaming”.
Como antecedente, le diré que el director es el responsable de “Thankskilling”
(2009) donde un pavo asesino, notoriamente de plástico, asesinaba a cinco
estudiantes universitarios (interpretados por sendos actores tan antipáticos
como los personajes), en el día de acción de gracias. El tema de venganzas
personales es apasionante, pero al menos se exige que esté bien hecho… ¡Un
fraude!