lunes, 23 de mayo de 2011

LA HUMILDAD DEL HÉROE


THOR
2011. Dir. Kenneth Branagh.


Thor (el australiano Chris Hemsworth) sufre el enojo de su padre, Odín (Anthony Hopkins, ultrarrepetidísimo como él mismo) al rebelarse y querer luchar contra sus enemigos. Por tal motivo, es enviado a la Tierra junto con su martillo que nadie podrá tener en sus manos hasta que lo tome quien lo merezca. En nuestro planeta, una científica (Natalie Portman, antes del Óscar) es testigo de la llegada del personaje. Entre los hechos que suceden en Arsgard, la tierra natal, donde el hermano malvado de Thor ha hecho un falso pacto con sus enemigos mientras mantiene agonizando a su padre. Thor deberá buscar la manera de retornar a su mundo y acabar con sus enemigos.

La película es un gran ejemplo de los avances de los efectos especiales en el cine; además, es otro capítulo en la larga serie de cintas con personajes de historieta (o héroes de televisión y radio) cuyos puntos altísimos han sido “El hombre araña” (Sam Raimi) e “Iron Man” (Jon Favreau) porque una característica que debe distinguirse es que, en la mayoría de los casos, se ha logrado empatar personajes con realizadores adecuados. La “Elektra” de Rob Bowman, “El castigador” de Jonathan Hensleigh o el caso de “Hulk” (la versión de Ang Lee), “El avispón verde” (Michel Gondry) y lo que se estrenará durante este verano de 2011: “Capitán América” (Joe Johnston, quien ya había filmado la subestimada “Rocketeer” años atrás), “La linterna verde” (Martin Campbell) o “Conan, el bárbaro” (Marcus Nispel), son casos específicos y significativos.



El ambiente de “Thor” con dioses noruegos, reyes y príncipes, requería una atmósfera de intrigas en la corte, de hijos que se rebelaban contra padres, de lenguaje que quería acercarse a Shakespeare y las tragedias del destino. Kenneth Branagh con todo su pasado de realizador de cine basado en obras clásicas, sobre todo basadas en las creaciones del bardo inglés, era la persona indicada: por un lado las escenas de batallas, aquí coreografiadas por los efectos especiales aunque los antecedentes para las mismas sean las confrontaciones de seres humanos (bueno, en este caso, divinos). Es impactante la creación de ese planeta con seres y mitologías de extracción nórdica. La oscuridad de la tierra enemiga y su poderío logrado a través de la congelación ofrece otro tipo de atmósfera, pero el impacto es semejante.

Al llegar Thor a nuestro planeta, el ritmo y las sensaciones cambian. Todo es real, más cercano a nuestro entorno, aunque sea obvia la naturaleza de sueño y fantasía. Thor llega como ser humano y debe irse adaptando paulatinamente, en los pocos momentos que pasa en la Tierra, a las costumbres, pero más que nada a la sensibilidad. Si acaso hay una lección para los niños y jovencitos que ven la cinta recae en la humildad (Thor aprende a dejar de lado la soberbia que marcó su desgracia), pasando a la solidaridad (los amigos del héroe “bajan” para ayudarlo) y luego en la piedad (a pesar de los malos afanes de su hermano, lo quiere y perdona, aunque el destino era otro). No quiero que esto suene cursi, simplemente hay que ser claros que las historietas con héroes tienen (o al menos, tenían) el objetivo de asentar las cualidades y los valores del hombre. En otros tiempos, apoyaban a la imaginación y los dibujos impresos eran una mera introducción a lo que nuestro cerebro podía todavía complementar. Ahora quizás el alcance se haya modificado, pero es lo que uno sabe que encontrará en este género de películas.

También hay que notar la integridad del personaje heroico. Levanta la pasión de la joven científica y surge el enamoramiento, pero Thor nunca olvida su dignidad y clase, como aristócrata, en el trato a su dama. Será ella quien proporcione el beso. Son las reglas alrededor de las tramas y lo que debe esperarse del personaje, como será la piedad, el perdón, la nobleza. Si acaso, debe criticarse el eterno juego de impartirle a los personajes formas de comportamiento y habla semejantes a cualquier espectador norteamericano clasemediero: se entiende por cuestiones mercadotécnicas (fíjese en la forma de hablar de los príncipes cuando aparecen como niños).

El reparto tiene simpatía: es otra cualidad que apoya a la parte “fría” de efectos especiales e imágenes de destrucción. Ya queremos ver todo aquello que está siendo prometido y que se estrenará en los meses siguientes. Otra cosa que usualmente recomiendo (excepto en pocas ocasiones) es que se vea la película plana, en dos dimensiones, para que eviten la pérdida de brillantez de imagen. Finalmente, la tercera dimensión repite los mismos trucos de siempre y sale más caro el boleto.