sábado, 22 de octubre de 2011

VIVIR EN FAMILIA


EL ÁRBOL DE LA VIDA
(The Tree of Life)
2011. Dir. Terrence Malick.



Una muerte esclarece a la vida. Al enterarse del fallecimiento de su hermano menor, Jack (Sean Penn, genial, sin diálogos, mera fuerza expresivo-actoral)
recuerda fragmentos de su niñez al lado de su estricto padre (Brad Pitt) que representaba a la Naturaleza y a su madre que era la Gracia (Jessica Chastain). Es como inicia la película con imágenes soberbias (que se mantendrán durante todo el tiempo) y la voz narrativa que comenta lo que tenía que hacerse para vivir en familia. Nunca sabremos qué motivó la inesperada muerte: hay sollozos, gestos desesperados y desolación. Entonces, el director Malick nos lleva al principio de los tiempos: el caos, los planetas, el mar, la vegetación, los primitivos protozoarios, las medusas, los dinosaurios, en una Tierra que da idea de virginidad y pureza (hasta sentimos que el aire está fragante). Luego viene el choque de un meteoro que cimbra a nuestro planeta. Inicio. Nace Jack y vamos de momentos en momentos (no hay secuencias largas; la continuidad es cronológica) siguiendo su evolución al lado de padres y dos hermanos menores.


Malick nos lleva a una visión global de la humanidad al unir esa cosmogonía con una historia individual que muestra lo que deben ser los rasgos esenciales y básicos de una familia que ama y produce efectos negativos al mismo tiempo. Vemos cómo un hombre inseguro de sí mismo no sabe si ha logrado lo que sería su gran triunfo terrenal: los hijos.

Todo es ambiguo, como la vida misma. Jack va descubriendo paulatinamente que puede odiar y hasta desear la muerte: producir dolor en sus seres queridos y arrepentirse para demostrar su ternura interior. La reunión con los pícaros y malvados lo torna malo; otros momentos hacen que abrace a su padre ofreciendo una imagen ejemplar.

Quinto título en una filmografía que ha cumplido 38 años. Luego de la nunca estrenada en México “Badlands” (Malas tierras o Yermos, serían las traducciones literales) filmada en 1973 acerca de una pareja de jóvenes asesinos, Terrence Malick
pasó a la espléndida y visualmente impactante “Días de gloria” (Days of Heaven, 1978) para luego callar por veinte años hasta que llegó “La delgada línea roja” (The Thin Red Line, 1998) con su visión cruel sobre la segunda guerra mundial que producía la unión afectiva, casi familiar, de soldados exhaustos y hartos. Siete años más tarde vuelve al cine épico con la historia de John Smith y Pocahontas en los albores de un nuevo país, o sea “El nuevo mundo” (The New World, 2005) y afortunadamente no han pasado muchos años para que nos entregue la cinta que hoy comentamos.

La acción sucede en los años cincuenta pero alcanza al tiempo contemporáneo cuando Jack es adulto. Vemos edificios, ciudad moderna, desarrollo contra la imagen tranquila y calmada de la niñez en un pueblo del sur (un vehículo oficial indica que es Waco, Texas). El tema de la familia es constante en toda la filmografía de Malick y la película muestra un segmento que no debo narrar en este artículo porque es importante que el lector lo descubra para que se cierre el círculo y quede establecido este árbol existencial.

Me he limitado a una descripción básica y somera destacando el discurso y la continuidad de una obra rica en temas, grandiosa en metáforas, pero habrá otras visiones desde el punto psicológico, teológico, evolutivo que los expertos podrán descubrir en esta cinta ganadora de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, entre abucheos y aplausos, porque es una cinta polémica que primero desconcierta (toda la propuesta cosmológica) para luego atrapar y no soltar al espectador que siente que su propia vida se está desplegando sobre la pantalla. Doble alabanza para Brad Pitt como excelente actor y como productor de la cinta.
Los jovencitos, destacando al actor Hunter MacCracken,
como Jack pequeño, están justos; son talentosos. Uno se pregunta dónde los encuentran y qué atinado es el director de reparto y más que nada el genio del realizador.

No debe de perdérsela: primero emborráchese de imágenes y luego conmuévase con esta cinta que es sencilla y complejísima en todos sus niveles.