VENTANAS
AL MAR
2011. Dir.
Jesús-Mario Lozano
Una película sobre el recuerdo y el
olvido. Dos puntos de vista diferentes: mientras una pareja de viejos españoles
descansa en Cozumel esperando la visita del hijo que se ha alejado de ellos,
otra pareja de jóvenes mexicanos llega para disfrutar de su (aparente) luna de
miel. Ambos se relacionarán para darse cuenta de sus limitaciones: la mujer de
edad sufre con la amenaza de la demencia senil y no quiere que se olviden ni el
amor ni sus palabras; el hombre joven desea alejarse de su presente y olvidarlo
todo para reiniciar su vida con la mujer que es en realidad su amante.
Emma (Charo López) es traductora.
Su
mundo, su vida, han sido las palabras. Al principio sabemos que debe terminar
pronto el trabajo que tiene al frente. Joaquín (Fernando Guillén) es el marido,
político retirado, a quien le ha llegado la edad: el mar lo arrastra, se le
debe salvar, porque ya no es el mismo de antes. Su vulnerabilidad queda
demostrada y sus temores establecidos. Mauricio (Raúl Méndez) es un hombre
casado, atento todo el tiempo al celular porque debe estar al tanto de su
trabajo y familia. Explota cuando se entera que su mujer está enferma, que él
no está a su lado y se preocupa, dentro de su pusilanimidad, por las
apariencias. Ana (Natalia Córdova) es la amante perfecta porque conoce la
situación de su hombre y sigue la corriente dentro de un mundo de conveniencia
y costumbre.
Cuando una excursión mar adentro produce resultados inesperados
(debidos a la bebida, la confianza, la euforia), estalla la realidad.
Los viejos han estado a la espera, ilusionados en que verán a su hijo para volver a abrir un capítulo que suponemos
habían cerrado. Una manera de dejar todo en paz. Los jóvenes imaginan otra
etapa en sus existencias: igualmente a la espera, aunque con otro tipo de
barreras; llegará el momento de quitarse las máscaras: no tienen futuro, nunca
lo han tenido. Así convergen (los planes, las esperanzas) y luego se bifurcan
(la unión amenazada, la desunión presagiada) los caminos de ambas parejas. Alrededor
de todo está el destino: la furia de los dioses en esta metafórica isla maya
con su hermoso mar caribeño y las mujeres que descienden de ese pasado
fatalista. No
se deja de lado al deseo ni al anhelo del mismo. Los viejos descubren
accidentalmente a sus jóvenes vecinos de cuarto mientras hacían el amor en su
terraza, a lo que reaccionan riendo. Más tarde, Joaquín ingresará al cuarto de
los jóvenes para oler las sábanas, luego el calzoncito de Ana. Tampoco la
culpa: Mauricio se ahoga literalmente y sueña que la habitación se inunda,
mientras que Emma se anticipa y conduele porque no estará presente cuando le
suceda algo a su viejo amado como ha ocurrido con el accidente en la playa.
Ventanas
al mar es el tercer largometraje de Jesús Mario Lozano
quien ya muestra la
depuración técnica y el dominio del medio, gracias a la experiencia. Su primer
largometraje Así, era un impresionante y peligroso ejercicio de estilo que
podía haber caído en el aburrimiento y la repetición sin sentido de 32 segundos
cotidianos en la vida de un joven artista, y sin embargo, deslumbraba.
Al
segundo Más allá de mí, solamente lo conozco en una copia de trabajo que
permitía, al menos, darse cuenta de otra forma de narrar dentro de una trama
que era bastante limitada, con el tema de la amistad y otros tintes (políticos,
por ejemplo).
Ahora ya se puede asegurar que Lozano (dentro del cine mexicano
que debe filmarse) ha estado buscando su propia voz, sin caer en la imitación
de otros modelos, expresando aquello que lo mueve en su interior.
Para los ojos de este viejo que pudo
vivir momentos maravillosos de juvenil cinefilia le resulta curiosa la manera
en que los tiempos se repiten y se enlazan con nuevos ciclos. Escucho a Charo
López traducir del italiano y mientras veo la película, me llega la referencia
a Antonioni y su cine de personajes plenos de angustia o frustración: me lleva
al mar de “La aventura”, el acercamiento al Pavese que no admite soluciones
obvias, los finales indefinidos que en realidad son definitivos. El hecho de
que el mismo cine nos devuelva la experiencia del sentimiento inteligente se
debe a personalidades sensibles. Y se agradece.