CARLOS RIVAS (1928 –
2003)
Primeros años en el
cine mexicano
En una entrevista realizada en el año 2001, Carlos Rivas contó que estaba
en un bar de la Ciudad de México cuando un tipo llegó, preguntó si alguien hablaba inglés y él levantó la
mano. Se le acercó y comentó que andaba buscando un actor a lo que Rivas
respondió que “siempre lo había sido” cuando no era cierto. Le dio su tarjeta y
le dijo que el trabajo era suyo; Rivas la tomó y se olvidó del asunto. Tiempo
después la encontró en su abrigo y llamó: tuvo suerte porque apenas estaban a
la busca de su suplente.
De esta manera entró a la filmación de la cinta del oeste Furia en el
paraíso (Fury in Paradise, George Bruce, 1953), coproducción entre México y
Estados Unidos, con un presupuesto miserable, para el lucimiento de un actor
bastante secundario de Hollywood llamado Peter Thompson. En el reparto estaban
Rebeca Iturbide, anunciada como Rhea Iturbi, Fanny Schiller como Fran Schiller,
Claudio Brook que se tornó Claude Brooks. Una anécdota que añadió es que todos
le decían en el set de filmación que su inglés era perfecto sin saber que era
su lengua original ya que había nacido en Odessa, Texas, de padre alemán (su
nombre verdadero, Óscar Karl Weber) y madre mexicana.
La cinta, oscurísima, al grado que es inencontrable, le permitió alcanzar muchas
oportunidades en nuestra industria fílmica. Alto, moreno, bien parecido, y con
apenas 25 años encima, al año siguiente estaba en La vida tiene tres días (Gómez Muriel, 1954), para inmediatamente pasar al rol estelar masculino en De carne somos (Gavaldón, 1954) y un episodio, también estelar, de Amor
en cuatro tiempos (Spota, 1954), aparte de aparecer en otra coproducción con
Estados Unidos: “El monstruo de la montaña hueca” (Nassour e Ismael Rodríguez,
1954). Todo filmado en México, producciones importantes que fueron el trampolín
para Hollywood.
La vida tiene tres días lo presenta como José, un mecánico enamorado de la
pueblerina María (Silvia Pinal) quien desea irse a la capital para dedicarse a
la música. Luego del paso de los años, de una fallida aventura que María tiene
en el Distrito Federal, ésta regresa para casarse con José.
En De carne somos, interpreta a Mario, aspirante a dramaturgo del cual su
vecina Linda (Marga López) se enamora perdidamente, al grado de prostituirse
para cuidarlo, alimentar sus ambiciones y hacer que logre el sueño de estrenar
su obra teatral para encontrarse con la incomprensión de su amado.
Amor en cuatro tiempos es una película que presenta sendos casos de amores sólidos o apasionados que
llevan a la tragedia o a la entrega definitiva. En su caso, la anciana
costurera Marga (Marga López) recuerda que cuando era tiple de fama se enamoró
del tenor Carlos quien tuvo que partir a la Revolución por lo que su amor no se
consumó hasta años después cuando lo reencontró ciego y con el rostro
desfigurado.
Dos años más tarde vuelve para dos melodramas: La ciudad de los niños (Martínez Solares, 1956) y ¿A dónde van nuestros hijos? (Alazraki, 1956),
luego de haber aparecido en “El rey yo” (Lang, 1956), como el enamorado joven
de la princesa Tuptim (Rita Moreno) y otras producciones menores en Hollywood,
entre ellas una con Errol Flynn.
La ciudad de los niños es una fantasía basada en la creación de la
verdadera institución en Monterrey por el padre Carlos Álvarez (quien siempre
levantaría muchas polémicas y comentarios suspicaces) donde Rivas tiene un rol
incidental como sacerdote que ayuda a un niño judío.
En el melodrama ¿A dónde van nuestros hijos?, basada en la obra teatral “Medio
tono” de Usigli, se quiso dar una visión del progreso ruizcortinista con los
multifamiliares y la vida urbana. Carlos Rivas aparece como Eduardo, periodista
pobretón, católico y honrado que aspira al amor de Gabriela (Ana Bertha Lepe)
quien está comprometida con un tipo rico para sacar de problemas a sus padres.
Sin embargo, al final triunfa el amor.
En el período 1958 a 1960, Rivas tendrá seis apariciones diversas e
importantes en nuestro cine. Fuera del país aparecerá en “Lo que no se perdona”
de John Huston y en diversas series de televisión. En México estará en el
díptico Pueblo en armas y ¡Viva la soldadera! (Contreras Torres, 1958);
luego en Sonatas (Bardem, 1959) y ¡Yo sabía demasiado! (Bracho, 1959), para
terminar la década con un papel de galán de Marina Camacho en la serie de
episodios de los Estudios América: La máscara roja y Matar o morir (Peón,
1960).
Como Gorgonio, peón de hacienda, que se lanza a la revolución luego de
sufrir humillaciones aparece en Pueblo en armas para luego alcanzar
importancia como oficial dentro de la bola en la secuela ¡Viva la soldadera!,
cintas con las cuales el pionero Contreras Torres terminaría su carrera fílmica
en México.
Al año siguiente, salió en la segunda parte de Sonatas como otro
cabecilla de renegados que ayudaba escapar al Marqués de Bradomín.
En ¡Yo
sabía demasiado!, era el periodista Ricardo que ayudaba a la secretaria Ana
(Ana Luisa Peluffo) a escapar de unos hampones que buscaban cierta grabación
comprometedora.
Y finalmente en 1960, aparecería como el comisario de un pueblo, novio de
la heroína de la cinta, justiciera que aparecía con una máscara roja (Marina
Camacho) en su lucha contra la injusticia.
Carlos Rivas volvería a México en otras ocasiones. Haría cintas con roles
cada vez menos importantes (como sería el caso de El cuarto chino (Zugsmith,1966), ridícula e incoherente película cuyo terror y suspenso se transformó en comedia de carcajada) pero la etapa mencionada corresponde a su extraño
esplendor. Un actor surgido de un accidente, que alcanzó el triunfo por su
apostura y presencia (en realidad no era un gran actor: más bien, estrella) dentro del tipo latino por lo que Hollywood lo abrazó para sus fines. Todo un caso. Había que rescatarlo para posteriores investigaciones.