sábado, 5 de enero de 2013

RETRATOS FEMENINOS



DOS PELÍCULAS DE ALEJANDRO GALINDO

=Una=

LAS INFIELES
Alejandro Galindo (1953)

         Alejandro Galindo (Monterrey, 1906 – Distrito Federal, 1999) inició su carrera como director de cine en 1937 con Almas rebeldes que sería el primer título de una larguísima filmografía que lo colocaría como gran retratista del personaje urbano-popular (Campeón sin corona, ¡Esquina bajan! o Una familia de tantas). Sin embargo, en 1953 comenzaría a filmar una serie de melodramas con discursos contra la hipocresía de clase, el aborto, la infidelidad y los atentados hacia la pureza juvenil.

El retrato de la vanidad y la ambición disfrazada de fervor religioso: Alejandro Galindo (1950)

         Usualmente criticados negativamente o considerados como otra etapa dentro de su carrera ya que el común denominador está en que la clase alta es el espacio de las peores ignominias y las clases medias o bajas tienen el dominio de las buenas intenciones, se olvida que al maestro Galindo siempre le interesó el personaje sencillo como víctima de las circunstancias sociales (Campeón sin corona), denunció al rico hacendado que estaba contra la reforma juarista (Doña Perfecta)o estableció a la clase media, en la vieja concepción previa al modernismo alemanista, como parte del infierno sobre la tierra (Una familia de tantas).

Irasema Dilián, actriz europea transplantada a México de 1950 a 1955.

         Las infieles es una superproducción de Clasa Films Mundiales. Su reparto está conformado principalmente por mujeres: de hecho, los hombres son minimizados en sus roles como maridos y ni siquiera aparecen en los créditos, fuera del galán Armando Calvo (Rafael). La trama gira alrededor de un grupo de damas de sociedad: Consuelo (Martha Valdés), Emilia (Emperatriz Carvajal), Carmen (Rebeca Iturbide), Enriqueta (Eva Martino) y Leticia (Rita Macedo) que están al pendiente del retorno de Rafael, escritor de fama, quien ha pasado años fuera del país. El día en que se ofrecerá una cena en su honor, llega Beatriz (Irasema Dilián) para atender a Luisito y Rosaura, los hijos de Constancia (María Douglas), mujer distraída, ya que es tiempo de vacaciones. Constancia es hermana del escritor, además de hija de Remedios (Prudencia Grifell) quien les ha heredado en vida la cantidad de cincuenta millones de pesos.

Armando Calvo, actor español que hizo su carrera en México, principalmente.

         ¿Por qué el título de la película? Todas las mujeres, excepto Beatriz, núbil, educada en Europa, han sido de alguna u otra manera infieles con sus maridos: Consuelo, casada con el mejor amigo de Rafael, fue amante de éste, por lo que al enterarse de sus amoríos, el esposo decidió suicidarse dejándoles una carta de reproche (y por tal motivo Rafael decidió alejarse de México); Emilia vive seduciendo jovencitos (“¡Ay, son tan lindos!”); Enriqueta (“me regalan los vestidos porque le regalo diseños al modisto"), lo mismo que Carmen (“es que es tan emocionante saber que va uno a caer, sin tener la seguridad de que va uno a caer”), engañan a sus maridos; Leticia fue novia de Rafael pero luego se alejaron: ahora es amante de Carlos (Alberto Carriére), rico venido a menos quien le propone matrimonio (“¿Para qué?, ¿para seguir con esta vida de quiero y no puedo?”) pero ella sigue con la ilusión de que volverá a atraparlo.

Rita Macedo como la malvada Leticia y Alberto Carriére como su amante.

         La trama no es fácil de resumir. Baste con establecer que Beatriz y Rafael se conocen de manera ruda por parte del escritor. Luego van enamorándose. Aunque las mujeres buscan la manera de ponerla en vergüenza (hay una secuencia donde hablan en inglés, la critican, le llaman “sirvienta” y hasta se preguntan en dónde habrá adquirido sus cualidades como dama, a lo que Beatriz les responde, en el mismo idioma, que fue en el colegio irlandés donde estudió), Rafael llega a desposarla ante el enojo de todas las mujeres.

Emperatriz Carvajal, Rebeca Iturbide y Eva Martino 
en una interesante composición fotográfica de Agustín Jiménez.

        Luego viene la otra parte: Beatriz viene a ser la confidente de Constancia quien le revela que el padre de su hijo Luisito (Fernando Luján) es nada menos que Carlos quien la chantajea para no contarle la verdad. Beatriz, quien ha recibido un cheque por 30,000 pesos de parte de Remedios, lo endosa a Carlos para que calle su amenaza. Leticia se entera y cuenta el hecho a Rafael quien reclama a Beatriz pero ésta debe callar. Cuando Carlos se enferma, al borde de la muerte, por despecho a Leticia que lo ha abandonado, llama a Constancia para decirle la verdad, antes de morir.

María Douglas como la infiel Constancia confesando su pecado a su cuñada Irasema Dilián

         Y entonces llega el epílogo: todas las mujeres se reúnen en casa de Beatriz para darle el tiro de gracia pensando que Rafael la repudiará finalmente, sobre todo cuando le han arreglado una cita a ciegas con un gigoló profesional. Beatriz aprovecha el momento para poner a cada una en su lugar; Rafael llega en este punto ya enterado de la realidad detrás de las calumnias contra la buena Beatriz.

Fernando Luján, a los 13 años, representando menos edad, en su tercera película

         La película es tan elaborada como cualquier melodrama que se respete (y que ahora podemos reencontrar en las telenovelas) y sus cualidades recaen en los valores de producción. El argumento original de Dino Maiuri (esposo de la Dilián) fue adaptado por Julio Alejandro (uno de los mejores guionistas que tuvo el cine mexicano: junto con Edmundo Báez fue campeón del género) al servicio de la actriz, aunque sin descuidar a los demás personajes. La cinta inicia en un inmenso y barroco salón de belleza (al estilo de esos años, con cortinas corredizas y los grandes cubos para sudar, aparte de las salas de masaje) donde las damas de sociedad platican y se cuentan los chismes de moda. Cada personaje se sugiere. Luego vendrá una fila de secuencias que subrayarán su estatus de pareja para, finalmente, durante la fiesta, cerrar las descripciones. Todo es amoral, deliciosamente perverso: juegos de apariencias porque ni todas son tan ricas pero todas son condenables.


Irasema Dilián no puede contarle su secreto a la suegra Prudencia Grifell

         La mansión sí parece ser una gran casona desde la locación exterior, hasta los inmensos interiores que describen sala, comedor, biblioteca, cuartos de los niños, pasillos. Los vestuarios son lujosos y variados. Al ser una cinta con personajes femeninos, de posición, se muestra una gran diversidad de modelos. Hasta los vestidos cotidianos de Irasema Dilián no se sienten comprados en cualquier almacén clasemediero. No olvidemos que era la Clasa Films de los años cincuenta: marca de prestigio y de producciones importantes. Y la fotografía es excepcional: Agustín Jiménez nos ofrece composiciones perfectas, grandes panorámicas de barrancas y campos, iluminaciones perfectas con sus luces y sombras, claroscuros.

La fotografía es toda una lección de encuadre y composición por Agustín Jiménez

         Otro detalle que da idea de la apabullante modernidad es la aparición de una grabadora de cinta en carrete (ya no de hilo metálico como había sido común durante la guerra mundial) que ha recibido Luisito como regalo de su tío cosmopolita. Apenas tres años atrás habíamos visto una grabadora directa sobre disco de pasta en El amor no es ciego (1950, Patiño Gómez) y ahora otro aditamento electrónico surgía para ser nuevamente cómplice del melodrama: Luisito se enteraba que era hijo de Carlos, al dejar encendido el aparato con toda intención: otro punto que no había mencionado pero que servía más que nada para enfatizar el alma de sacrificio de Beatriz y el amor filial entre el marido engañado y el niño inocente. En la cinta de Patiño Gómez, era más con fines humorísticos.

Emperatriz Carvajal y Eduardo Alcaraz quien interpreta a su marido. 
Los hombres, fuera de Armando Calvo, no reciben crédito en la película

         Al maestro Galindo no le hunde el género. Al contrario, le sirve como vehículo para terminar las películas con sus moralejas y sus condenas. Los personajes “buenos” permiten la redención de quienes han sido orillados al mal por seres perversos. Existe esperanza de bondad, sin que esto diga que se ha eliminado por completo al demonio. Es el momento en que Dios aleja a las “infieles” y los espectadores hemos disfrutado de un género netamente nuestro. 


=Dos=


ESPOSA TE DOY
Alejandro Galindo (1956)


En los créditos de la película, Martha Elena Cervantes es anunciada como Malena. Ya había participado en un rol pequeño en "El diario de mi madre" (Roberto Rodríguez, 1956).

         Dentro de esta serie de melodramas, Galindo filmó, como autor completo (guión y dirección), una alabanza al matrimonio, con todos sus problemas debidos a la inexperiencia, así como su correspondiente condena al divorcio, en la historia del Ing. Alberto del Valle (David Silva, con aspecto mayor, ya que estaba a punto de la cuarentena: aparte fue coproductor de la película) y Sofía de la Llave (Martha Elena Cervantes, aunque en los créditos se presenta como “Malena Cervantes”, bastante jovencita y contrastante) que reciben sendas despedidas de solteros. Luego de la boda comienza lo que Tennessee Williams plasmaría en una obra teatral como “período de ajuste” donde cada uno establece sus costumbres y hábitos personales dando lugar a pequeños pleitos (no dejar la ropa tirada; no exprimir el tubo de pasta dental desde el centro).

De izquierda a derecha, la segunda es Maricruz Olivier y luego Cervantes: las otras, son efímeras e ilustres desconocidas que tanto apoyaba el maestro Galindo, aunque les dio crédito, no trascendieron.

El tema central es la influencia de la madre de Sofía sobre su modo de actuar, además del ingreso en su vida social de su amiga Amelia (Maricruz Olivier), divorciada, a la cual apoya Alberto contra la discriminación social que recibe (“los hombres me toman como disponible”), sobre todo cuando conoce a otro hombre, Honorato (Carlos Riquelme), con el cual se casará. Al invitarlos a cenar a su casa, y luego repudiarlos por consejo materno, hay un pleito que hace que Sofía quiera dejar su casa. Alberto la detiene y es él quien se va (“me voy y no volveré hasta que no reconsideres tu actitud”). Sofía comienza a vivir los problemas de estar sola. Un amigo abogado de Alberto inicia los trámites de divorcio. Amelia visita a Sofía para convencerla de que comete un error. Sofía recapacita y ambos inician lo que, aparentemente, será su etapa de felicidad.

Elena Luquín y David Silva en el burdel donde le dice que ya no le interesan otras mujeres.

Como en todas las demás cintas de Galindo suceden muchas cosas: la película inicia con la despedida de soltera donde las mujeres hablan de la importancia de los aparatos eléctricos para la felicidad del hogar y en donde se enteran de la situación de divorciada de Amelia. Inmediatamente se pasa a la despedida de soltero en la cual los amigos de Alberto le obligan a visitar un burdel donde le escogen a una prostituta que el hombre rechaza porque le explica que desde que decidió casarse, mira de manera diferente a las otras mujeres. Una visita a la casa de los suegros, donde Alberto llega tarde permite que nos enteremos que el padre de Sofia deba irse a una reunión que, entonces sabemos, es en realidad con una amante. Son estos momentos los que van complementando los datos, por ejemplo, del personaje materno y su amargura.

La divorciada Amelia le dice que hubiera preferido hacer su vida 
con el hombre al cual le entregó su virginidad

Galindo juega con una paradoja: Sofía está por convertirse en aquello que ha criticado en Amelia. Al sostener su pleito con Alberto le llama “una cualquiera” y hasta llega al grado de comentarle que su nuevo matrimonio será “una tapadera”. Por eso es interesante que sea Amelia quien vaya a convencerla de que no lo haga (“los hombres nunca se van: nosotras los echamos”) y llega al grado de confesarle que aunque ama a Honorato, rechaza su situación (“yo siempre hubiera preferido el haber hecho mi vida con el hombre al que me entregué por primera vez y nunca haber sido ¡una divorciada!”). Sofía cede ante este cubetazo de agua fría: en realidad ama a su marido (en un gesto que recuerda a la Raymunda en “La malquerida” de Emilio Fernández, Sofía acaricia el saco de su marido ausente como muestra de amor y deseo).

Expresión del deseo ante el hombre ausente al acariciar sus ropas

Galindo ofrece sus comentarios urbanos y sus detalles verbales y  visuales. Mientras firman el acta de avenencia en el juzgado, se acerca un bolero con el juez (“¿Grasa, jefe?”). Al tomar un café Alberto y su abogado se atraviesa la mesera pidiendo órdenes para otras mesas y un billetero ofrece su lotería. Hay otros casos que se mencionan para dar idea del mundo que rodea a un divorcio. Hay un personaje lateral, Guadalupe (Emma Roldán), la sirvienta que atendió la casa de Alberto cuando era niño, a la cual se obliga a usar uniforme formal y hacer las cosas de otra manera.


La madre de Sofía (Maruja Grifell) le pide a su marido (José Baviera) 
que se vaya a cumplir con su amante

Hay todo un conjunto de personajes femeninos estupendos, rescatables, en el universo del maestro Galindo. Diferencia por supuesto, de manera implacable, a las “malas” (infieles, perversas, amargadas) de las “buenas” (entregadas a la moral, las buenas costumbres, la entrega de la virginidad al marido que lo será para toda la vida).
El juzgado mexicano: escenario importante en el cine de Alejandro Galindo

El discurso pertenece al mundo masculino. No eran los tiempos de la liberación femenina y las mujeres tenían pocos años de haber conseguido el voto. Lo que ahora nos parece una aberración era entonces “la clave de su felicidad” porque estaba al servicio del hombre, del salario, las comodidades y la casa con sus hijos y sus aparatos eléctricos. Hay un contexto y un marco histórico, real, correspondiente a esos años cincuenta. Lo que se critique negativamente al maestro Galindo siempre dependerá del cristal con que se miren sus películas.

Para ser felices toda la vida: es la clave de la felicidad...