domingo, 14 de abril de 2013

SARA MONTIEL (1928 - 2013)


SARITÍSIMA

 


         A mí me tocó ver “El último cuplé” en el Cine Monterrey. Estaba muy chico porque debió ser en 1957 (el año en que se produjo apareció en América Latina y se tornó exitazo). Fui víctima de “Fumando espero”, “Clavelitos”, “Nena”, “El relicario”, “Valencia”, “La madelón” que Sara Montiel cantaba con gracia. Era tanta la pasión por esta música que el “long play” de la película se agotó y solamente estaban disponibles versiones de esas canciones con la mexicana Esmeralda. A partir de ahí, ya era obligatorio ir a ver las películas anuales o bianuales (dependiendo de la distribución) con Sarita Montiel porque así se le conocía, en diminutivo, aunque en los créditos apareciera como era originalmente: Sara. Había encontrado su gran papel. Su nicho. A todos nos atrapó y aunque ya había hecho muchas películas, parecía que apenas empezaba.
 
 
      “La violetera”, “Carmen la de Ronda”, “Mi último tango”, “Pecado de amor”, “La bella Lola”, “La reina del Chantecler”, “Bésame”, “Samba”, “Cada noche un amor”, “La mujer perdida”, “Tuset Street”, “Esa mujer” y “Cinco almohadas para una noche” : 14 películas en 18 años, contando solamente lo que fue su segunda carrera española.

Ya sabía uno que serían melodramas excesivos o fuliginosos. Usualmente habría amores imposibles o se llegaría a un desenlace feliz con otras implicaciones. En todos ellos habría vestuarios muy lujosos, canciones al por mayor y Sara luciría su bello cuerpo ya fuera con escotes descomunales o simplemente en ropa escasa teniendo como pretexto que eran números en revistas musicales de teatro o de cabaret o porque iba a tomar un baño, pero el elemento de la fórmula era mostrar piel dentro de las limitaciones que permitía la censura franquista.

 
En los años de Sara, primero estaría Joselito y luego Marisol, poco después Rocío Dúrcal. Todos tendrían extensión en las películas porque el cine era el medio de difusión natural. (Más tarde sería la televisión y ahora, para qué les cuento). Y esas películas recorrían al mundo iberoamericano (y en algunos casos otros mercados)...
...para crear y mantener los ídolos de quienes éramos chicos y teníamos la ingenuidad para adorarlos porque el cine era parte de la vida y el mundo no estaba globalizado. Teníamos una opinión de España por estas películas que eran inteligentemente producidas y distribuidas fuera de los cánones de la intelectualidad. Aunque la crítica haga creer que solamente cierto cine vale la pena, es una mentira: todos tenemos aquellos títulos o muchas estrellas que marcaron nuestras existencias.

Por otro lado, al revisar a los directores de Sara, estamos ante nombres prestigiosos: personas que destacaron en su tiempo con otras cintas que, dentro de su momento y realidad, estaban bien hechas y a las cuales el tiempo ha dado cierta dimensión y revaloración. Tulio Demicheli, Rafael Gil, Luis César Amadori, Mario Camus, Jorge Grau, entre otros, destacando a Juan Antonio Bardem quien la dirigió en “Varietés” (1971), nueva versión de su primera cinta en solitario (“Cómicos”, 1954).

 
He destacado en este corto artículo la segunda etapa española de Sara. La primera es mera curiosidad donde puede vérsele como jovencita rubia, con 17 años a cuestas, en roles chiquitos (“Alhucemas”, “Bambú”) o de importancia (“Locura de amor”), pero sin que destaque su personalidad.
 
 
Luego vino la etapa mexicana con las inolvidables cintas al lado de Pedro Infante o los melodramas de calidad (rostro cortado en “Piel canela”; presidiaria en “Cárcel de mujeres” y sigamos). Después las cintas en Hollywood bajo la mano de Anthony Mann, Samuel Fuller y Robert Aldrich (nada menos). Y vino a ser el accidente feliz, la pequeña producción en que participó mientras iba de vacaciones a Madrid la que la lanzó verdaderamente al estrellato universal y sirvió para darle la fama de gran diva y de mito por excelencia.

 
Debe reconocérsele que hizo lo que quiso. Tuvo amoríos, maridos viejos y jóvenes, hijos adoptivos: divorciada o viuda. Y alcanzó sus ambiciones. Apareció desnuda en revistas pero nunca se vulgarizó ni se volvió lugar común a pesar del tiempo. En su última entrevista, donde duele verla ochentona y vieja aunque con mucha dignidad, expresa que logró su deseo de ser famosa, de ser artista. Así da gusto haber vivido la vida ¿verdad?