NO SE ACEPTAN DEVOLUCIONES
2013. Dir. Eugenio Derbez.
Eugenio
Derbez es un tipo simpático con un sentido del humor bastante reconocible,
basado en juegos de palabras y con personajes que ya han quedado en la memoria
colectiva (sobre todo el disfrutable “Lonje Moco”). Desde que estaba jovencito
quiso ser distinto y recuerdo que en sus primeros programas intentó bailar tap
e innovar formas de hacer televisión. Lo logró y su éxito permitió que se
tornara consentido de Televisa. Debe reconocérsele sus intentos de
internacionalizarse sin dejar de lado su forma de hacer reír. Su gran defecto
ha sido la vulgaridad. En su afán de hacer reír llega a extremos que caen en el
mal gusto (por ejemplo, su personaje femenino semejante a Blancanieves, donde
mostraba un amplio escote impensado en el dibujo animado), pero esto permite
que se conecte con un público poco exigente, acostumbrado al chiste barato o
que, simplemente, ríe con cualquier cosa.
Su
película, donde debuta como director, está muy bien filmada y tiene ritmo. La
trama es una copia de copia de copia de melodramas sobre parejas separadas, con
el conflicto de la custodia de los hijos. Los matices se encuentran en el
personaje que crea Derbez y que está inspirado en su pasado creativo. Está el
juego de significado de palabras o la respuesta que parece obvia pero que toma
otros rumbos. Está el sentimentalismo que apela a las emociones primarias del
espectador para que ría y, sobre todo, que llore al final de la película con
frases que son dignas de cualquier Cuauhtémoc Sánchez o César Lozano porque
hablan “poéticamente” de la muerte, del más allá, de la injusticia-justicia de
la vida, en el estilo del motivador personal. Y es la cinta que termina sorprendiendo al público porque lo que parecía que era destino fatal del personaje en realidad pertenecía al otro (como infra "Sexto sentido").
Las escenografías son de un mundo de juguete: el
departamento donde vive el personaje con su hija tiene dos puertas: una normal
y otra pequeña para que entre la susodicha.
La trama ya
ha sido muy comentada. Lo que debe destacarse es la niña que interpreta a su
hija con bastante gracia y efectividad (Loreto Peralta, güerita, ojo claro, que
seguramente pertenece a familia acomodada). El resto del reparto cumple y hay
un momento delirante cuando se detiene un tráiler en la carretera ¡y la
conductora es Rosa Gloria Chagoyán! (Claro que ya vieja, caballona, pero sin
que se niegue su calidad de última gran estrella del cine nacional).
La película
es un gran éxito comercial. Tuve que hacer cola para entrar a una sala amplia
que casi se llenó a las dos semanas de su estreno y paso por muchos cines. El
público estaba gozando y riendo por cualquier tontería. Usualmente la crítica negativa se toma como soberbia
ante cintas que gozan del gusto popular. No es así. Lo que sucede es que a uno
le duele que se ofrezca un producto televisivo extendido a la gran pantalla
donde hay una realidad ajena a la que se vive (las libertades y las poéticas
del cine tienen sus límites). Molesta que se tomen situaciones sentimentales
gratuitas y formularias. Derbez es inteligente y sabe manipular al público: lo
logra, al grado de meter cuarenta millones de dólares en el país vecino (aunque
uno imagina que es, sobre todo, público latino emigrado). Y ya ven que taquilla es sinónimo de éxito.
Ni modo: el
cine mexicano del siglo XXI logrará sentar sus reales con productos tipo “Nosotros
los Nobles” y “No se aceptan devoluciones” o no será… Y sin embargo, son preferibles tonterías manipuladoras como esta película a verdaderas mierdas como "Heli", "Post Tenebras Lux" o "Lake Tahoe" que nunca alcanzan ni la centésima (¿milésima?) parte de espectadores que este empalagoso algodón de azúcar.