ANA BERTHA LEPE (1934 - 2013)
Filmó 69 películas, aunque en algunos casos fueron simples
apariciones musicales. Luego de su triunfo como finalista de Miss Universo en
los tiempos cuando México estaba muy lejos de considerarse dentro de las
grandes ligas y ese cuarto lugar era demasiado éxito, ya alcanzó su estelar en películas
(“Miradas que matan”, 1953, Fernando Cortés) y a partir de ahí entró al
conjunto de bellezas regulares del cine nacional (Ana Luisa Peluffo, Sonia Furió,
Yolanda Varela, Lorena Velázquez) que alternarían con cómicos, o serían motivo
de celos entre machos rancheros o urbanos, o participarían como meros objetos
de belleza.
Todos tenemos
nuestros propios títulos preferidos de las estrellas que admiramos, o nos
gustan, o porque simplemente estaban ahí, cuando íbamos al cine en su momento
de esplendor, y Ana Bertha no fue la excepción porque tenía presencia, la
revisitamos mucho por la televisión, aunque no todo de ella se exhiba. Ana
Bertha apareció con papelitos cortos y esporádicos desde 1951; luego del
estrellato tuvo el cartel y el poder de cargar con el peso estelar que
garantizaría la taquilla de una película. Sus promedios de cintas por año eran
de cinco a seis hasta antes del asunto del asesinato de Agustín de Anda por su
padre. No filmó en 1960, cuando sucedió la tragedia, pero al año siguiente participó en
nueve películas.
Un dato que me
resulta curioso es que Ana Bertha Lepe filmó en 1958 una ignota cinta en
España: “Una chica de Chicago” bajo la dirección de Manuel Mur Oti, nada menos,
(el director de “Cielo negro”, “Orgullo” o “Condenados”, obras soberbias de los
cincuenta dentro del cine franquista). Considerada menor, era un rotundo
discurso de triunfo de la “españolería” sobre las ideas norteamericanas. España
entró a la ONU en 1955 y necesitaba enfatizar su independencia ideológica y la
conservación de sus tradiciones: Palmira Blanco (Ana Bertha Lepe) regresa a su
pueblo luego de pasar varios años en Norteamerica donde ha estudiado. Ahora se
hace llamar Pal White y azuza a las mujeres para que defiendan su dignidad al
verlas sometidas a sus maridos. Los hombres, enojados, consiguen a un galán que
seduzca a Palmira. Ésta cae rendida ante sus redes, se casa y el hombre la
somete para que se torne en otra esposa más del pueblo. Una “esposa de Stepford”
como la describe Ira Levin, aunque sin necesidad de robots mecánicos, sino por
convencimiento gracias al sexo y la pasión, porque la mujer española era
nacional y católica. Aparte de filmar en coproducciones que la llevaron a otros
lugares, no apareció en otras cintas internacionales.
Hay muchas cintas
destacables por factores extra cinematográficos y por secuencias debidas a la
gracia y belleza de Ana Bertha (las cintas con Tin Tan; haber sido pareja del
Ratón Macías y del Pajarito Moreno en sendas películas; la extraterrestre
buenísima de “La nave de los monstruos”; las comedietas vulgarzonas de José Díaz Morales; hasta su rol como chicana al lado de
Cornelio Reyna, cuando ya era cuarentona). Uno selecciona lo que le llamó la
atención y piensa, por ejemplo, en 1962 con “El beso de ultratumba”; 1964 con “Preciosa”;
1966 con la deliciosa “Desnudarse y morir”. Eran los años en que estaba en plenitud y su
cuerpo era perfecto.
“Desnudarse y morir” está basada en una novela policiaca del español,
exiliado en México, Juan Miguel de Mora, publicada en 1957. Con un estilo
semejante a los escritores norteamericanos de este tipo de literatura, utiliza
nombres en inglés para sus personajes a pesar de que la acción ocurre
abiertamente en México: se habla del periódico “Tribune” y Ana Bertha se llama
Dina Mulbery así como el periodista Guillermo Murray es John Moore, entre
otros, pero en la tradición Orol, sin
llegar a la ingenuidad ni a los absurdos, se muestran edificios y lugares del
Distrito Federal. Un cine exhibe “Agente OO Sexy” y Dina vive en un edificio al
lado de la Mueblería Fey.
La cinta empieza
con la narración que hace el teniente Chulka (Jaime Fernández) sobre lo que
vamos a ver: Voy a contarles la amarga
historia, una de tantas que vivimos a diario los policías, de una bellísima
mujer que, de pronto, se vio en el centro de un torbellino de asco y de horror.
Ella supo que la muerte estaba cerca y tomó la decisión de buscarla porque su
destino era desnudarse y morir.
Ana Bertha
aparece como modelo de alta costura y eso le permite portar un vestuario lujoso
y hasta extravagante, propio de los años sesenta. Su cabello suelto o recogido,
gracias a pelucas y peinados muy estilizados. Usa pieles y estolas, aparte de
joyas. En la mejor tradición de las estrellas de cine de esos tiempos, no podía
descuidarse ni salir mal vestida cuando la trama lo exigía. Le han matado a la
hermana: hay un asesino en serie que desnuda y mata a sus víctimas. Ana Bertha,
o sea Dina, se pone a buscarlo. La película muestra, entonces, sus aventuras. A
la pobre Ana Bertha le dan de cinturazos en la espalda, le dan puñetazos en
rostro y estómago, la arrastran por el suelo y le disparan, aunque sin herirla.En tres episodios: “Desnudarse y morir”, “En busca del asesino” y “Juramento de Dina” ya que fue filmada en los Estudios América, la película está muy bien filmada y tiene lógica, aparte de coherencia. Por supuesto que con las pobrezas de producción, pero fue otra cinta total del realizador Miguel Morayta (hace poco fallecido más allá de la centena) quien realizó la adaptación y cuyas cualidades se han ido conformando con la revisión de su obra cinematográfica (sobre todo su trilogía con Leticia Palma).
Ana Bertha
encuentra hampones y galanes al por mayor. Guillermo Murray y Carlos Piñar son
los principales sospechosos. Pérez Prado, en el papel de mafioso chaparro (y
deforme como era su cuerpo), aparece como imposible actor que puntualiza cada
palabra y da risa por el tono en que da sus órdenes. Da lugar a un momento
delirante. Ordena a Ana Bertha “¡Vaya usted allí! ¡Desnúdese!”. La estrella se
dirige al frente, pero antes de empezar a quitarse la ropa, ¡se maquilla!,
porque verdaderamente ¡era una estrella!
Conservó su belleza hasta la vejez
Descanse en paz.