OCULUS
2013. Dir. Mike
Flanagan.
Hace once años, Kaylie de doce y su
hermano Tim, de diez, fueron testigos del crimen de su madre a manos de su
padre. Luego, Tim fue acusado de haberlo matado. En todo este tiempo, Kaylie
vivió en casas de adopción y Tim estuvo en una clínica para enfermos mentales.
Garrett Ryan y Annalise Basso como los niños Tim y Kaylie
El día de hoy, Tim sale de la institución porque se le considera rehabilitado y
acaba de cumplir la mayoría de edad. Kaylie va a recogerlo y es cuando le
recuerda su promesa: tendrán que comprobar que todo se debió a un fenómeno
sobrenatural debido a un espejo embrujado que ha mantenido su maldición por
tres siglos.
Karen Gillan y Brenton Thwaites como los jóvenes Kaylie y Tim
De esta manera comienza todo un proceso
para atrapar a los fantasmas del espejo, y acabar con su maldición, dando lugar
a una cinta que va estableciendo el suspenso más por sugerencia que por imagen
gráfica, más por la palabra que por la acción, más por la confusión entre
realidad e ilusión. El espectador se sumerge en una atmósfera de sueño donde
todo parece real y en verdad todo es falso excepto el recuerdo de aquella
noche.
Oculus significa “ojo” en español.
No es tanto el espejo como la mirada. No es la imagen virtual que engaña ni la
mujer tenebrosa que de pronto se percibe cercana. Es la mirada intermitente; el
parpadeo del ojo hace que veamos cosas que ya no están o estaban. Hay una
secuencia que demuestra la inteligencia del realizador que se sale de la
obviedad: Kaylie, ya grande, mira en el espejo el reflejo de tres figuras
cubiertas con unas mantas detrás de ella. Al voltear, solamente están dos
faltando la central. Al mirar en el espejo, siguen estando las tres que se
mueven mínimamente. Al volver a voltear, están las tres figuras. Se acerca y
quita primero la manta de la derecha, luego la de la izquierda y al intentar
hacerlo con la tercera, la interrumpe un empleado. Al volver a mirar, se da
cuenta que ya no está esa tercera figura. Es casi al comienzo de la acción por
lo que el ojo engaña o no quiere ver.
Otra cualidad de la cinta es su
verbosidad. Kaylie habla, explica antecedentes, muestra fotografías, explica el
procedimiento a seguir para demostrar que hay un fantasma, pero jamás cansa ni
distrae sino que mantiene el interés. Ojo y boca: mirada y palabra. Ambos se
van confundiendo como es el caso de la realidad y la virtualidad o el presente
y el pasado que se entremezclan como estilo narrativo. No es la usual película
sangrienta (aunque no deja de haber imágenes incómodas) y es un retorno al
horror sugerido por la atmósfera impecable.
Kaylie logra hacer que Tim reconozca que
no fue culpable pero ahora, en otro tiempo, otra etapa, otra edad, retorna la
culpa: el problema sigue inmanente, perenne. El mal está en el interior del
espejo que viene a ser la metáfora del ser humano.
Oculus
es otra obra maestra del cine de terror contemporáneo porque refleja una
situación que ya nos ocupa en estos tiempos: la confusión moral debida a la
poca diferencia entre ficción y realidad terrible = entre realidad personal y
virtualidad constante. Espejo igual a pantalla: Como las pantallas de las cámaras que reflejan una engañosa realidad en el experimento frustrado de Kaylie ya que el mal se encuentra por encima de todo.