CHAPPIE
2015. Dir.
Neill Blomkamp.
Nota: se revelan algunas situaciones y el
final de la cinta.
Es el futuro cercano y en
Johannesburgo, ciudad de alta criminalidad, se han impuesto los policías
robóticos. De esta manera se ha logrado disminuir la tasa de robos y
asesinatos. El científico responsable de estos robots, Deon (Dev Patel) ha
logrado un programa que además, puede dar lugar a que estas máquinas posean una
conciencia. Al serle negada la autorización para experimentarlo, se apropia de
un robot que va a ser destruido por inservible para comprobar su teoría. Al
mismo tiempo, un trío de criminales lo secuestra para pedirle que les
“fabrique” uno de estos especímenes que les ayude a cometer un gran asalto.
Así, con el robot reconstruido y el programa, se da lugar a la creación de Chappie como lo bautizará la chica que forma parte de los delincuentes. Es
como un niño que poco a poco irá creciendo y aprendiendo de las circunstancias
que lo rodean. En pocas palabras, tiene conciencia.
Dev Patel como el científico Deon, al lado de su creación.
Patel se dio a conocer por "¿Quién quiere ser millonario?"
La película sirve como pieza de ciencia
ficción (mientras no ocurra la creación real de una inteligencia artificial)
pero lo más interesante es su discurso de subversión moral. Deon se emociona al
notar que su robot es inocente, que deberá ir aprendiendo paulatinamente las
cosas del mundo real y ser instruido dentro de la moral convencional, la
honestidad y lo que está dentro del bien común. El trío criminal
aprovechará la conciencia (e inocencia)
de Chappie para que acepte realizar actos inmorales disfrazados de racionales
y correctos. Una prueba es soltarlo en el mundo para que enfrente a seres
deleznables que lo atacarán ante su incomprensión. De esa manera, ganando su
confianza, será más fácil el engaño.
Yolan-di Visser y Ninja son miembros de una banda sudafricana
y participan en la realización de videos y en la actuación,
como sucede en esta cinta donde son parte de un trío de delincuentes
que "provocan" la creación de Chappie.
Ante la trama bien planteada por el
propio realizador y un coguionista (Terri Tatchel) tenemos a la empresa
diseñadora y productora de los robots con sus intereses definidos (una
agradable Sigourney Weaver recordándonos otros tiempos de ficción). Hay otro
científico rival, Vincent [Hugh Jackman en villano: solamente lo había hecho en
cintas realistas: por dolor en Intriga (Prisoners, Denis Villeneuve, 2013) y
por ambición en Engaño (Deception, Marcel Langenegger, 2008) que tiene otro
modelo de máquina extrema, sin permiso de utilización; aquí trae un corte de
pelo extravagante, adecuado para su personaje]; y por supuesto están los
criminales que provocan indirectamente la creación de Chappie.
El extraordinario Jackman aparece como villano
con una apariencia extravagante, pero nada puede
cancelar a su carisma.
Es una película que debía tener una
trama que atrapase e interesase al gran público para llegar al establecimiento de
su principal objetivo: la máquina que puede humanizarse, tema que ha
obsesionado a grandes realizadores desde Paul Verhoeven pasando por Kubrick a
quien Spielberg rindió tributo. Así como la computadora Hal de 2001: odisea
del espacio en los años sesenta, para llegar al Robocop cuando los años
ochenta hasta su versión más reciente que mezclaba naturaleza humana con la
parte biónica para su recuperación (o resucitación); o el caso triste que era una
relectura del “Pinocho” de Collodi en Inteligencia artificial, tenemos ahora
a un Chappie acorde con los tiempos.
Por su conciencia, el robot puede pintar y apreciar el arte.
Se tiene humor (cuando los tres
delincuentes y Chappie caminan juntos, amenazantes, al partir a su primera
misión o al enseñarle Ninja la manera de cómo moverse para demostrar su superioridad
y estilo); hay momentos conmovedores (el robot ha sido atacado por una pandilla
y luego debe sentarse a meditar lo que ha sucedido: un perro se acerca y lo
acaricia como compañeros del mismo dolor); y suspenso (cuando Vincent “apaga” a los
robots para imponer su creación o los momentos en que debe “salvarse” la
conciencia de Chappie, Deon y hasta la accidentalmente grabada de la mujer
delincuente).
Neill Blomkamp, ejemplo del realizar que triunfa en Hollywood
pero siempre involucra a su patria en lugar de dar discursos
y rascarse la panza con el "american way of life".
Neill Blomkamp viene a ser ejemplo de
lo que debería ser realizador extranjero en Hollywood. Desde la primera cinta Sector
9, también transgresora al mostrar una mezcla repulsiva de extraterrestres con
humanos, que sucedía en una invadida y sobrepoblada Sudáfrica (de donde es
originario), pasó a Elysium como superproducción norteamericana, pero ha vuelto
a Johannesburgo con locaciones y actores sudafricanos (aunque con estrellas
taquilleras) para ofrecer una obra soberbia y seguir dándole importancia a su país de origen. Permanece fiel a su tema del
futuro con implicaciones morales y subvertidas (la explotación de los extraterrestres en Sector 9; la diferencia extrema y racista de Elysium). Por otro lado, sigue utilizando a su actor sudafricano preferido: Sharlto Copley que ahora provee de voz al robot estelar.
Chappie es uno de los grandes personajes del año.
Su voz es cortesía del gran Sharlto Copley.
La cinta fue golpeada “críticamente”
por lo aparente. Quizás se esperaba que el robot fuera “divertido” y que tomara
un bando para llegar a la típica cinta violenta y de acción. Estamos ante una
propuesta intelectualizada de la corrupción y sus efectos. Finalmente
“sobreviven” los delincuentes menos malos, triunfa la ciencia y la salvaguarda de la ciudad, y queda en la
imaginación del espectador cuál será el siguiente paso evolutivo. Una película
extraordinaria.