GONZÁLEZ
2013. Dir.
Christian Díaz Pardo.
Harold Torres es uno de los mejores actores
contemporáneos como lo demostró en "Norteado",
al ser mejor que la cinta "La cebra" o en la serie
de televisión "Crónica de castas".
González (Harold Torres, extraordinario
como siempre) es un hombre desempleado. Busca trabajo y no encuentra. Debe la
renta del cuarto donde vive. Debe una televisión. No ha podido enviarle dinero
a su madre enferma. Cierto día encuentra un anuncio donde se piden auxiliares
telefónicos y resulta ser el call center de un templo cristiano. Es aceptado y
comienza su labor como asesor espiritual. Conoce al pastor (Carlos Bardem en falso predicador español con acento portugués) en sus sesiones
cotidianas, aunque también lo sigue por un programa de televisión donde utiliza
su acento portugués. González empieza a pensar (y a fantasear) que él puede ser
también pastor.
La película inicia como una denuncia de
la pobre situación laboral, la falta de oportunidades (más bien la poca oferta
ante tanta demanda: cuando González va a alguna oportunidad siempre hay cuatro
o cinco delante de él) para luego pasar al problema del empleado clase media o
baja que tiene adeudos en tarjeta de crédito o en el artículo que compró a
plazos. No todo termina ahí: la misma situación que ahoga y que no tiene fondo
queda de lado cuando está la alternativa de explotar la fe de los seres a
nuestro alrededor con tal de salir de dicha asfixia. González cree en sí mismo y que Dios está en él.
Ópera prima del realizador Díaz Pardo
con guión suyo y del productor-escritor Fernando del Razo, tenemos el tema de
la falta de credibilidad. Si no es posible creer en la oferta laboral ni
tampoco en las instituciones (banco, tienda) aquí se muestra el asunto de la
explotación de la fe religiosa. A la masa se le convence de que el dinero no es
la vida porque la vida es Cristo, así que en lugar de tenerlo en tus manos,
entrégalo a la iglesia. Sabemos desde hace mucho tiempo de los fraudes que se
cometen en nombre de Dios y la proliferación de iglesias cristianas. No puede
generalizarse pero el gran porcentaje de nuevas denominaciones y pastores
dudosos da lugar a pensar en la charlatanería. Podemos verlo en canales de
televisión (como lo hace el personaje de la cinta) o escucharlo por la radio.
Y la película sorprende porque no sigue
los lugares comunes que uno esperaría. La transformación de González en su
persona y su forma de pensar a lo largo de la experiencia con quienes llaman en
busca de ayuda o confort espiritual (porque no tienen otra salida), además de
las relaciones con una compañera de trabajo (Olga Segura), creyente que será sorpresivamente
cambiada por el propio joven, y las largas esperas y reflexiones para ir
creando un plan que le permitirán llevar a cabo todos sus anhelos y futuras
acciones. Se llega a una frase final espléndida que tiene mucho sentido ante la
impunidad, la violencia, los medios digitales que han también transformado
nuestra realidad.
Nota.- Es una pena y una lástima que
Cinépolis programe algunas cintas mexicanas en salas lejanas o en horarios
infames. Tuve la experiencia de ver “González” con otras cuatro personas. “Cuatro
lunas” aparece en una sola sala lejanísima y en barrio problemático. Son cintas
“premiadas” (pero no con el “Óscar”: eso es para cineastas mexicanos
exiliados). Lo mínimo que se pide es que le den la misma oportunidad en los
cuatro puntos cardinales del área metropolitana. Son las mejores salas de la
ciudad: sean equitativos.