domingo, 5 de abril de 2015

AUTOS EN PARACAÍDAS

RÁPIDOS Y FURIOSOS 7
(Fast & Furious 7)
2015. Dir. James Wan.



         Peleas entre dos mujeres aguerridas. Carros que se lanzan por paracaídas. Saltos entre vehículos en movimiento. Una ambulancia que cae sobre un dron poderoso. El cruce de un auto entre tres torres altísimas en Abu Dhabi. Todo es excesivo y, sin embargo, fascinante. Una persona inteligente me dice: “James Wan sabe que las peleas y los trucos improbables son aburridos, pero cuando son peleas y trucos imposibles, jamás”. Esa es la esencia del buen entretenimiento.

Los autos vuelan con paracaídas
o cruzan altísimas torres


         Lo que comenzó como un renacimiento del cine de carreras de autos, y la lucha entre la ley y el rebelde, para dar lugar al concepto de familia interracial (el policía blanco Brian se enamoraba de Mia, la hermana de Toretto, el multiétnico fortachón que, a su vez, adoraba a Lety, la chicana) se fue tornando en franquicia de aventuras. De delincuentes pasaron a apoyar al Gobierno, subrepticiamente como en el caso de Ethan Hunt por ejemplo, dando lugar a locaciones internacionales para vivir las aventuras más imposibles y, no obstante, magnéticas. Si se quiere dar un ejemplo de lo que significa diversión para un mundo dominado por la tecnología y salido de la ya transformadísima fábrica de sueños, aquí se tiene la respuesta. Bien valió la espera.

Michelle Rodríguez y Vin Diesel,
la pareja emblemática de la franquicia


         Toretto (Vin Diesel) y sus amigos son perseguidos por Deckard Shaw (un magnífico, por detestable, Jason Statham), hermano del villano de la secuela previa, quien llega a lisiar al oficial Hobbes (Dwayne Johnson, simpático y con un cuerpo envidiabilísimo) y matar a Han (Sung Kang, que solamente aparece en foto). Antes de que vayan a cazarlo, la CIA solicita al equipo que recupere a una “hacker” que ha creado un programa que puede localizar a cualquier persona del planeta. Este es el punto de partida de una cinta larga, emocionante, redonda, producida sin limitantes, dirigida por un genio del cine contemporáneo, donde se mantiene el sentido de “familia”.

Jason Statham es la representación
del mal acechante, tema recurrente
en el cine de James Wan


         La película recorre el mundo nuevamente. Se recuperan a los personajes que estaban distanciados para encontrar sorpresas. No queda cabo suelto y lo imposible viene a reinar. A pesar de golpes, balaceras, estallidos, no hay rasguños siquiera. Eso no importa (y a quien le importe, le recomiendo que no vaya a ver este tipo de película donde la lógica es inexistente por fortuna). El villano se ha convertido en monstruo humano que nos refiere al Jason de Halloween omnipresente e indestructible que se aparece por todos lados y es la representación del mal acechante, tema favorito del realizador Wan, que imparte su extremo sentido de lo cinematográfico.

Un genio contemporáneo: James Wan



         Hay una secuencia-homenaje al desaparecido Paul Walker y la cinta está dedicada a su memoria. De esta manera se hace un micro resumen de la saga y se le da, ahora sí, lógica terminación, reverenciando a quien fuera un gran actor de películas menores en el cine actual de Hollywood (fuera de esta franquicia, sus actuaciones fueron en cintas interesantes pero jamás producciones millonarias: al menos, una de ellas es una obra maestra El día del crimen). Y se rinde pleitesía al concepto de familia que tanto se repite en esta película dadas las relaciones entre personajes y la manera en que se protegen entre sí. Al final de la película alguien expresa ¡Increíble! y sí, es el mejor adjetivo para dejar clara la admiración y la sorpresa.  

El desaparecido Paul Walker (1973 - 2013)
nos dejó un grupo de cintas menores, soberbias,
además de esta popular franquicia