MUNDO
JURÁSICO
(Jurassic
World)
2015. Dir.
Colin Trevorrow.
Si algo es notorio en esta nueva
secuela de Parque Jurásico (1993) es
que no la dirigió Spielberg (ni tampoco Joe Johnston que hizo una labor
espectacular en la segunda de ellas). Hay un nuevo espécimen creado
genéticamente que ha resultado ser muy poderoso, inteligente y con el instinto
asesino. Es otro parque de diversiones en una isla costarricense donde se
supone que hay mayor control que en el anterior (y uno se pregunta el motivo de
que la mortífera experiencia previa no hubiera sido suficiente para seguir con estos
experimentos; además, ¿por qué Costa Rica?).
Chris Pratt (que ahora está en su punto de gran popularidad)
y Bryce Dallas Howard, hija del superficial realizador Ron Howard)
La administradora del lugar, Claire
(Bryce Dallas Howard con sus ojos maravillosos y su insípida personalidad),
recibe la visita de sus dos sobrinos, hijos de una hermana que se encuentra con
problemas maritales. Tiene un carácter frío y organizado por lo que se derrite
interiormente por el viril coordinador de velociráptores, Owen (Chris Pratt,
carismático y gracioso desde que adelgazó para la divertida “Guardianes de la
Galaxia”) al mismo tiempo que lo rechaza.
La administradora que rechaza al hombre que le atrae
Entre el escape de la bestia asesina
que pone en jaque a los veinte mil visitantes del lugar, además de la
conspiración de un malvado encargado de seguridad, se van desarrollando
situaciones que no llegan a conmover ni asustar. Está el recuerdo de las
versiones previas donde el suspenso era constante, la edición era magnífica y
daba lugar al hecho inesperado, además que la secuencia de hechos estaba
perfectamente ligada: el camión que está a punto de caer al precipicio y la
científica que está recargada sobre un vidrio que se agrieta, por ejemplo…
La versión "dinosauria" de los delfines en "Sea World"
En 1993 fue deslumbrante la creación de
esos dinosaurios que parecían estar ahí durante la filmación. Ahora son comunes
y corrientes. Ya no impactan y hay momentos en que se nota la superposición de
imágenes. Se regresa a los filmes primitivos que utilizaban figuritas de
plástico o dibujos en movimientos intermitentes donde la solución estaba en las
batallas entre los propios animales prehistóricos para su mutua aniquilación.
Nick Robinson y Ty Simpkins no le llegan
a sus antecesores infantiles
Los niños (en este caso un pequeño y un
joven de dieciséis años) no tienen la gracia ni el candor de sus antecesores
(porque siempre han estado presentes) y sus momentos vulnerables son pocos y
sin mayor trascendencia. El
conflicto entre sus padres entra con calzador, lo mismo que su repentina
relación debida al peligro.
Lejanísimos ecos hitchcockianos de "Los pájaros"
Hay una secuencia que nos recuerda a Los pájaros (Hitchcock, 1963) donde las
aves prehistóricas atacan a los visitantes del parque. Todos corren y ellos van
detrás. A algunos levantan y a otros simplemente acosan. Uno se da cuenta que
no hay comparación: mientras los pájaros terrenales de Hitchcock eran una
metáfora metafísica sobre el castigo o la presencia constante del mal, aquí se
queda como homenaje indirecto, lejano y frío truco visual.
Los efectos visuales son excelentes pero ya no asombran
Sin embargo, ante mi rechazo hacia una
cinta que considero espectacular a medias y fracasada en sus intenciones de
continuidad (aunque no lo será en taquilla), disfruté viendo a un niño, sentado
delante de mí, que aplaudía con fuerza y duración al término de la película. Recordé que yo me entusiasmaba de igual manera cuando las películas se volvían parte de mi vida. Será que he perdido mi capacidad de asombro o que todavía tenía a mi niño
interior en 1993 con los dinosaurios de Spielberg.
Chris Pratt escondiéndose de la mortífera bestia