domingo, 14 de junio de 2015

ÉXITO DE TAQUILLA, SOLAMENTE...

MUNDO JURÁSICO
(Jurassic World)
2015. Dir. Colin Trevorrow.


         Si algo es notorio en esta nueva secuela de Parque Jurásico (1993) es que no la dirigió Spielberg (ni tampoco Joe Johnston que hizo una labor espectacular en la segunda de ellas). Hay un nuevo espécimen creado genéticamente que ha resultado ser muy poderoso, inteligente y con el instinto asesino. Es otro parque de diversiones en una isla costarricense donde se supone que hay mayor control que en el anterior (y uno se pregunta el motivo de que la mortífera experiencia previa no hubiera sido suficiente para seguir con estos experimentos; además, ¿por qué Costa Rica?).

Chris Pratt (que ahora está en su punto de gran popularidad)
y Bryce Dallas Howard, hija del superficial realizador Ron Howard)


         La administradora del lugar, Claire (Bryce Dallas Howard con sus ojos maravillosos y su insípida personalidad), recibe la visita de sus dos sobrinos, hijos de una hermana que se encuentra con problemas maritales. Tiene un carácter frío y organizado por lo que se derrite interiormente por el viril coordinador de velociráptores, Owen (Chris Pratt, carismático y gracioso desde que adelgazó para la divertida “Guardianes de la Galaxia”) al mismo tiempo que lo rechaza.

La administradora que rechaza al hombre que le atrae


         Entre el escape de la bestia asesina que pone en jaque a los veinte mil visitantes del lugar, además de la conspiración de un malvado encargado de seguridad, se van desarrollando situaciones que no llegan a conmover ni asustar. Está el recuerdo de las versiones previas donde el suspenso era constante, la edición era magnífica y daba lugar al hecho inesperado, además que la secuencia de hechos estaba perfectamente ligada: el camión que está a punto de caer al precipicio y la científica que está recargada sobre un vidrio que se agrieta, por ejemplo…

La versión "dinosauria" de los delfines en "Sea World"


         En 1993 fue deslumbrante la creación de esos dinosaurios que parecían estar ahí durante la filmación. Ahora son comunes y corrientes. Ya no impactan y hay momentos en que se nota la superposición de imágenes. Se regresa a los filmes primitivos que utilizaban figuritas de plástico o dibujos en movimientos intermitentes donde la solución estaba en las batallas entre los propios animales prehistóricos para su mutua aniquilación.

Nick Robinson y Ty Simpkins no le llegan
a sus antecesores infantiles


         Los niños (en este caso un pequeño y un joven de dieciséis años) no tienen la gracia ni el candor de sus antecesores (porque siempre han estado presentes) y sus momentos vulnerables son pocos y sin mayor trascendencia. El conflicto entre sus padres entra con calzador, lo mismo que su repentina relación debida al peligro.

Lejanísimos ecos hitchcockianos de "Los pájaros"


         Hay una secuencia que nos recuerda a Los pájaros (Hitchcock, 1963) donde las aves prehistóricas atacan a los visitantes del parque. Todos corren y ellos van detrás. A algunos levantan y a otros simplemente acosan. Uno se da cuenta que no hay comparación: mientras los pájaros terrenales de Hitchcock eran una metáfora metafísica sobre el castigo o la presencia constante del mal, aquí se queda como homenaje indirecto, lejano y frío truco visual.

Los efectos visuales son excelentes pero ya no asombran



         Sin embargo, ante mi rechazo hacia una cinta que considero espectacular a medias y fracasada en sus intenciones de continuidad (aunque no lo será en taquilla), disfruté viendo a un niño, sentado delante de mí, que aplaudía con fuerza y duración al término de la película. Recordé que yo me entusiasmaba de igual manera cuando las películas se volvían parte de mi vida. Será que he perdido mi capacidad de asombro o que todavía tenía a mi niño interior en 1993 con los dinosaurios de Spielberg.

Chris Pratt escondiéndose de la mortífera bestia