miércoles, 1 de julio de 2015

LA ENFERMEDAD DEL ALMA

LA TIRISIA
2013. Dir. Jorge Pérez Solano.



         Cheba (Adriana Paz) da a luz el hijo que tuvo con Silvestre (Gustavo Sánchez Parra) mientras su esposo Carmelo (Alfredo Herrera) trabajaba en Estados Unidos. Al mismo tiempo Silvestre ha embarazado a Ángeles (Gabriela Cartol) la hija de su mujer. Cheba deberá entregar su bebé a Silvestre porque no puede permitir que su marido se entere del adulterio. Cheba vive todo el tiempo triste, encerrada en sí misma, con la única compañía de su vecino, homosexual, llamado Canelita (Noé Hernández). No hay otra salida para su penar. Lo mismo le sucede a Ángeles, aunque ella decide partir. Carmelo regresa para quedarse, lo que incrementa la “tirisia” de su mujer.

Adriana Paz como Cheba


         Una cinta que tiene una hermosa fotografía, paisajes heterodoxos y cautivantes que no parece ser México (aunque lo es para quienes somos extraños en nuestro propio país). Uno recuerda a Gabriel Figueroa con las imágenes esporádicas de mujeres estáticas o las tomas de la naturaleza. Hay una escena que es reminiscente de la Aurora Clavel en Tarahumara (1964, Luis Alcoriza) que daba a luz agarrada de un tronco (en este caso, una cuerda). El reparto es adecuado con otra oportunidad para los actores nacionales con rasgos indígenas que se repiten en este tipo de papeles (Hernández, Paz, Cartol), aunque el personaje principal, el macho Silvestre lo tiene Sánchez Parra quien, a pesar de ser buen actor, ha caído en el tremendo encasillamiento y quizás no se le creería en otro rol.

Un paisaje desolado donde Silvestre 
(Gustavo Sánchez Parra) embaraza mujeres


         La cinta denuncia la pasividad obligada de las mujeres que viven en estas comunidades olvidadas (la mixteca poblana, en este caso) y el abuso que sufren por los hombres. La necesidad de hacer sacrificios para conservar su mínimo estatus familiar y bajo económico. Uno no se imagina cómo se sobrevive ante la producción de sal o la caza de gusanos comestibles. Hay una escena donde se va a celebrar un mítin por el candidato a Gobernador quien, al darse cuenta que hay un puñado de habitantes, decide dejarlos plantados.

Gabriela Cartol en el rol de Ángeles,
otra "tirisienta"


         Todo tiene su interés: el personaje homosexual que por ser físicamente masculino vive otro tipo de privilegios al tener por amantes a soldados destacados en el lugar. La labor política es igual de ladina y convenenciera que en cualquier otro lado: hay una mujer que dirige la porra insistente e irritantemente; el desprecio del candidato es simplemente la reiteración de que buscar el voto es inútil al tener los hilos en la mano. La madre de Ángeles, esposa de Silvestre, permite el estupro calladamente. El director establece los cinco capítulos de la cinta con meses diversos, dándole subtítulos religiosos (Mayo, mes de María; Noviembre, mes de las ánimas del purgatorio, por ejemplo) para darle la connotación de la fe que solamente sirve para continuar ritos (hay un árbol santificado).

Noé Hernández es Canelita, el homosexual,
interpretado con tono sobrio e inteligente


         El gran problema de esta cinta es el ritmo y la perniciosa influencia de los aburridos Reygadas y Escalantes de este mundo. Aún, sin llegar a los extremos de estos tipos, la película permite que uno cierre los ojos de repente con el peligro de caer en la tentación (y con las deliciosas butacas y el clima de la Cineteca Nuevo León, está para dormir a pierna suelta). El realizador Pérez Solano filmó previamente Espiral (2008), donde se hablaba de la migración de los jóvenes oaxaqueños para conseguir dinero y poder conformar una familia, que era mucho menos rígida.

Los personajes masculinos de la película son 
Alfredo Herrera,
Noé Hernández y Gustavo Sánchez Parra


         La tirisia viene a demostrar el estado del cine contemporáneo en México. O se tiene el cine impuesto por los académicos y prestigiosos que realizan películas de exportación que se ganan Arieles, otros premios internacionales, pero a nadie le importa en nuestro país (como pasa con la espantosa Güeros o los mamotretos de Reygadas). O se tiene el cine ligero e idiotizante que imponen las cadenas exhibidoras porque permiten reír al respetable pero lo dejan tan hueco como cada noche con la televisión (hablamos de Cásese quien pueda, No se admiten devoluciones y sobre todo, la estupidísima Nosotros los Nobles, entre otras, claro). Hay mucha producción pero poca calidad y solidez (González: falsos profetas, La jaula de oro, Paraíso, Cinco días sin Nora, por mencionar pocos títulos coherentes, interesantes y con ritmo).

El oaxaqueño Pérez Solano


         Al inicio de esta irregularcísima película se explica que la “tirisia” es una enfermedad del alma: el espíritu deja el cuerpo y entra la tristeza. Es semejante al morir en vida. Hay momentos en que uno, como espectador, adquiere la enfermedad al estar viéndola…