600 MILLAS
2014. Dir. Gabriel Ripstein.
El muy joven Arnulfo (Kristyan
Ferrer, excelente) transporta armas que consigue en Estados Unidos hacia México
junto con un cómplice norteamericano. Las constantes compras levantan la
sospecha del agente federal Hank (Tim Roth) que lo sorprende en una de ellas,
pero es golpeado por el compañero de Arnulfo. Éste no sabe qué hacer: es
novato. Prefiere llevarlo consigo para ver cómo logra información o puede
servir para sus contactos mexicanos. Inicia un viaje hacia Culiacán donde trae
consigo al agente. Se comporta de manera muy normal y gentil hacia el hombre
por lo que su relación, externamente, toma matices de una amistad sublimada.
Ópera prima del hijo de Arturo
Ripstein quien, afortunadamente, no demuestra que sea “hijo de tigre, pintito”.
La cinta tiene tan buen ritmo exterior (e interior), al grado que atrapa al
espectador quien, de pronto, se sorprende al ver que la cinta ha terminado
(dura 85 minutos). Se va narrando el proceso de adquisición de armas legales
para su uso por la delincuencia organizada en México. Arnulfo los pasa
camuflados en las camionetas que le proporcionan en nuestro país. Luego se sigue con el problema entre seres humanos: primero agente que hace su trabajo para después
tornarse en prisionero del joven quien lo transporta hacia su familia. El camino
hace notar la ingenuidad, la presa virgen todavía acechada por el cinismo y la
corrupción. Hay pequeños toques que humanizan al joven Arnulfo, emocionado por
una jovencita a la cual compra una joya o imposibilitado moralmente para
asesinar a una persona aunque no puede permitir el crimen injusto.
Hank, por su parte, comprende
este rasgo heroico de su joven salvador, en cierto momento, que será importante
cuando su rol pase de víctima a poderoso. A la hora de la verdad, ha
sobrevivido gracias a Arnulfo. Hank, por su parte, ha intercambiado algunas
confidencias con el joven sin que tenga dobles intenciones y hasta se conmueva
por la historia conyugal del agente. La cinta termina de pronto porque todo se
ha dado a entender y no queda más que redondear al personaje federal. La cinta es, entonces, una radiografía de la humanidad. Una imagen de la inocencia antes de la corrupción. El entendimiento dentro de la sinrazón y el caos en que estamos sumergidos.
Uno de los mejores actores jóvenes del cine mexicano actual,
aunque a veces elige tramas estúpidas ("Guten tag, Ramón", por ejemplo)
Esperemos que al joven Ripstein
no le toque repetir la triste historia de su padre quien también ofreció unos
años con títulos deslumbrantes para luego caer en el fastidioso tedio y en las
cintas desesperantes, sin sentido, que a nadie le importan y continuar viviendo de la fama
creada y de las relaciones personales. En este caso, se contó con el apoyo de
Televisa y sus poderosos, con la ventaja de que no resultó ser un producto
infame o superficial. Bien vale la pena como inicio de carrera, por lo pronto,
prometedora.
Gabriel Beristaín, con su actor, en el Festival
de Berlín donde ganó el premio de ópera prima