domingo, 29 de noviembre de 2015


MACBETH
2015. Dir. Justin Kurzel.




         Nunca estará Shakespeare de más. La sabiduría de sus obras teatrales donde retrata a las pasiones humanas es universal y constante. ¿Qué mejor época que la que estamos viviendo para reflexionar acerca de la ambición y la traición? En una época posmoderna, de amplio consumo, de falta de tiempo (y paradójicamente, exceso de ocio) llega un recordatorio de las consecuencias a las que lleva la codicia desmedida, los anhelos de escala social, la falta de escrúpulos para conseguir los fines y objetivos del poder (aunque podría ser hasta en los mismos jovencitos que mueren por bailar en un programa de televisión, por ejemplo: no hay clases en este aspecto)




El esplendor visual de esta adaptación de la sombría obra de Shakespeare la hace perfecta para nuestro era. La película no sigue los esquemas tradicionales. El prólogo presenta a los Macbeth llorando la muerte de un hijo para subrayar su campo yermo. Luego se pasa directamente a la triunfal batalla contra los invasores noruegos e irlandeses donde destaca el liderazgo de Macbeth (Michael Fassbender, impecable). Ahí aparecen tres mujeres con una niña que profetizan el nombramiento de Barón de Cawdor y su próximo reinado que no tendrá descendientes. A su compañero Banquo le indican que su descendencia reinará en Escocia. Al poco tiempo la primera profecía se hace realidad. Macbeth escribe a su mujer (Marion Cotillard) quien empieza a planear la muerte del rey Duncan, acción que comparte con su marido al reunirse y recibir a su rey en casa.




         Todo está narrado con precisión y refinada atmósfera de los principios de la Baja Edad Media (siglo XI). El estilo visual mezcla acción normal con momentos en cámara muy lenta donde son notorios los efectos visuales en la carnicería humana. La mezcla de tiempos nos remite al mejor cine de Lester o Losey en los años sesenta (ante la profecía de su reinado, Macbeth imagina el momento de la coronación, luego se vuelve al presente para insistir en el futuro). La adaptación fílmica también ofrece varias elipsis que van complementando acción con diálogo, por lo que la trama se simplifica y se torna muy accesible para el espectador actual que ya no tolera el exceso de palabras.




         Sin embargo, esta reducción positiva no deja de lado los parlamentos memorables y destacables en los textos del poeta inglés: La vida… es un cuento dicho por un idiota lleno de sonido y furia que nada significa cuando Macbeth presencia el cuerpo inerte de su mujer. También se escucha Lo que está hecho no puede deshacerse o Mi mente está llena de escorpiones o Parece una flor inocente, pero hay una serpiente dentro. El elenco es de primer nivel y no se notan fallas ni engolamientos ni excesos como podría esperarse en una representación teatral convencional. Fassbender es un actor versátil y sensible a cada personaje distinto que le toca interpretar: aquí no puede uno dejar de admirarlo. Cotillard ha seguido destacando en las películas posteriores a su celebrado rol como Piaf.




         La gran cualidad de esta cinta reside en que no estamos ante una adaptación teatralizada. Sigue siendo fiel al texto original pero evita reiteraciones o espectacularidades innecesarias (las secuencias de acción son discretas en tiempo, sangrientas en imagen, reales en su elaboración). Como dije, una versión adecuada para este siglo XXI por su acercamiento al espectador contemporáneo; y a unos meses de que recordemos los 400 años del fallecimiento de Shakespeare, este es un verdadero homenaje.

 William Shakespeare (1564 - 1616)