lunes, 27 de junio de 2016

ENTRE EL TEDIO Y EL EFECTO ESPECIAL


DÍA DE LA INDEPENDENCIA: CONTRAATAQUE
(Independence Day: Resurgence)
2016. Dir. Roland Emmerich.


       Han pasado veinte años desde que los extraterrestres atacaron a nuestro planeta para ser derrotados por el mismito Presidente de los Estados Unidos (Bill Pullman). Se ha logrado la reconstrucción y propiciado la unión entre los pueblos (aunque hay algunos rebeldes en ciertas partes del mundo). Se ha alcanzado una gran velocidad de transporte y se ha colonizado a la Luna con bases militares. Cierto día aparece una nave que es atacada por órdenes presidenciales (ahora es una mujer: Sela Ward) y llevada a la Tierra para abrir una de sus partes. Inmediatamente ocurre otra invasión de los mismos seres que dos décadas atrás destruyeron muchas partes del planeta. Algunos de sus sobrevivientes pueden recibir comunicación sensorial. Entre los jóvenes combatientes se encuentra el hijo del ya fallecido Capitán Hiller (Will Smith en la cinta original) y otro soldado excepcional, el piloto Jake (Liam Hemsworth). Reaparece el científico Dr. Devlin (Jeff Goldblum). Se descubre que el enemigo desea perforar a la Tierra y robar la energía de su núcleo (algo que la haría desaparecer así como a la humanidad). La relación entre la primera nave atacada pero rescatada en parte, con los extraterrestres, es lo que sustenta al argumento para darle comprensibilidad y sentido.


¿Dónde estás Thor?


       El problema es que todo es tan superficial, pletórico de efectos especiales, filmado bajo fórmula del género con la inteligencia de atrapar al espectador en sus emociones primarias, que no alcanza a brillar. Es una película tediosa cuyo argumento es una simple repetición de lo que había ofrecido la cinta original que en su momento despertó la curiosidad mundial por el truco de su mercadotecnia: los avances mostraban la destrucción de edificios emblemáticos para el mundo. Al ver la cinta eso se reducía a una secuencia impactante, breve, pero que luego decaía en el ánimo y se tornaba larga. Acá no es el problema porque apenas dura un par de horas, pero los personajes no están delineados: suceden tantas cosas con tantos hechos y situaciones que la atención no permanece en alguna de ellas. Tal parece que la cinta fue hecha principalmente para mostrar efectos especiales. A partir de las secuencias se fue rellenando el argumento. Todo es gratuito y esperado. No hay mayor novedad que un elenco juvenil que nunca muestra carisma (entre los tres hermanos Hemsworth, el magnetismo lo absorbió solamente Chris). El joven que interpreta al hijo de Hiller (Jake T. Usher) no alcanza la gracia de Will Smith (que al menos la mostraba).


La fea musa de Von Trier


       Es fácil demostrar que una película como ésta quede por debajo de las últimas glorias del cine de acción exhibidas en este 2016. No tiene la complejidad de la incomprendida Batman Vs. Supermán o la congruencia temporal de X-Men: Apocalipsis y ni se diga, en otro nivel, a la magistral e iconoclasta Deadpool, pero todo sería inútil. Y otro ejemplo de inutilidad es la presencia de la “ninfómana vontrieriana y anticristiana” (y feísima, por cierto) Charlotte Gainsbourg en el rol de una científica teórica que no sabe ni qué hacer, solamente sonreír, esperando quizás que alguien la maltrate. Tal parece que Emmerich pensó que podría darle cierto toque de intelectualidad con esta actriz que en realidad devino ridiculez. Una de las peores películas del año.

¿Dónde estás Will Smith?