lunes, 12 de junio de 2017

EL MAL ABURRIDO


LA MOMIA

(The Mummy)

2017. Dir. Alex Kurtzman.







         Uno esperaba otra versión con sentido del humor semejante a la que Brendan Fraser protagonizó en 1999 bajo la dirección del imaginativo Stephen Sommers, ya que en estos tiempos intentar la seriedad de la cinta original de 1932 con Karloff sería un fracaso para los jóvenes espectadores. Sin embargo, en este supuesto tratado sobre la maldad se lanzaron tantos anzuelos dentro del género que se tornó en desastre absoluto.



         Cruise interpreta a un soldado en Irak quien, además, es ladrón mercenario de antigüedades. Al sustraer una pista de tesoro enterrado que tenía una arqueóloga con la cual pasó la noche, descubre la tumba de una princesa egipcia cuyo cuerpo había sido momificado lejos del país ya que había vendido su alma al Señor del Mal, o sea el dios Seth. Al liberarla, se convierte en su elegido por lo que tendrá que estar enfrentándola y buscando la manera de evitar su destino. El jefe de la arqueóloga es el Dr. Henry Jekyll (Russell Crowe), cuyo interés en el mal se debe a su propio descubrimiento del lado natural que existe en el hombre: su dualidad moral (o sea, el Sr. Hyde como su contraparte negativa), decide destruir al personaje revivido.



         Esta mezcla de personajes (que queda inconexa debido a que no se insiste en la persistencia del mal en el ser humano), la falta de humor, las incongruencias en las formas de lucha y desafío entre los seres fantásticos y humanos, evitan que la cinta sea agradable, y se torne tediosa. El espectador encuentra vueltas de tuerca a cada momento por lo que se pierde la línea narrativa. De hecho, el personaje momificado se convierte en una belleza argelina (Sofía Boutella) que no permite el total ingreso al terror cinematográfico. Se nos amenaza con nuevas versiones de los monstruos clásicos de la productora Universal: ojalá caigan en mejores manos con mayor imaginación y sentido del entretenimiento.