EL LEGADO DEL DIABLO
(Hereditary)2018. Dir. Ari Aster.
Así
como James Wan revitalizó al género de terror dentro del tema de la casa
embrujada, ahora el debutante Ari Aster lo logra al tratar el asunto de la
brujería y el culto al demonio. Estamos dentro de la atmósfera que hace cincuenta
años logró Polanski con La semilla del
diablo (Rosemary’s Baby, 1968) donde la antiquísima cofradía de adoradores
del demonio establecía las condiciones para el nacimiento del Anticristo. En
este caso, el mismo título original de la cinta (“Hereditario” en español) ya
nos introduce a una tradición de familia. Sin embargo, todo se irá
desarrollando lentamente aunque sus personajes se encuentran atrapados dentro
de un destino implacable, así como los muñequitos miniatura que la artista Anne
(Toni Collette, magnífica como siempre) fabrica para sus creaciones que le han
dado renombre en las galerías.
Annie
acaba de perder a su madre. Está casada con Steve (Gabriel Byrne, excepcional
actor quien nunca se ha retirado pero ya requería una cinta taquillera) y tiene
un hijo quinceañero, Peter (Alex Wolff) y una hija de trece años, Charlie (la
feísima Milly Shapiro que, sin embargo, queda perfecta para su papel). Annie
asiste a una reunión de motivación para quienes han perdido a algún ser querido
y ahí da a conocer que la relación con su madre fue tirante: no le permitió que
dominara a su hijo, pero le entregó a su hija quien ahora extraña a su abuela. Un
accidente cambiará toda circunstancia previa. Una persona se acercará a la
mujer para consolarla y hacerle saber una forma de resignación y recuperación
que pondrá a toda la familia en jaque. Es muy difícil hablar de este tipo de
cinta sin echar a perder la sorpresa y la delicia del descubrimiento del
espectador.
Se
habla del libre albedrío imposible. Estamos ante una nueva tragedia griega
donde el destino, como lo mencioné antes, ha marcado a sus protagonistas. Existe la conspiración
insospechada. Habrá un descubrimiento que permitirá conocer el legado de una
madre alejada de todo estereotipo pero acorde con la fidelidad hacia sus
creencias a través de su familia: otra forma de abnegación. No podrá haber
escape, no se cumplirán las reglas del juego. El mal acechante sigue adelante.
Narrada magistralmente, la trama se desenvuelve dejando pistas visuales,
solidificando a cada personaje, interiorizando en las angustias y en los
sentimientos internos, dando giros que luego serán sorpresas. Dejarán al
espectador con alguna confusión que no es grave: la finalidad se cumple sin
complacencia. No puedo decirle más, por desgracia. No deje de verla. Una de las mejores películas del género y en lo que va del año.