jueves, 5 de julio de 2018

LA SIMPATÍA ABSOLUTA


ANT-MAN Y LA AVISPA
(Ant-Man and the Wasp)
2018. Dir. Peyton Reed.



         Retorna el delicioso personaje de los Estudios Marvel que, junto con Deadpool, fueron las sorpresas del 2015. Personajes menores, iconoclastas, ligeros, con defectos, que tuvieron la suerte de ser interpretados por actores carismáticos, tener un reparto que en conjunto funciona de manera perfecta, además de poseer un sentido del humor inteligente y desternillante (fíjense en las distracciones que ocurren durante las conversaciones o, sobre todo, en la maravillosa secuencia del “suero de la verdad” donde Michael Peña, con su voz y simpatía, transforma a todos los personajes).


         Luego de una corta intervención en Capitán América: Guerra civil, ahora tenemos a Scott (Paul Rudd, magnífico como siempre), estelar, en su mundo, pero privado de su libertad en prisión domiciliaria, a dos días de cumplir su condena, sin la posibilidad de comunicarse con su mentor Pym (Michael Douglas) ni su amada Hope (Evangeline Lilly). Un prólogo nos narra la pérdida que tuvieron ambos treinta años atrás cuando Janet, la esposa de Pym se perdió en la región cuántica, el intersticio que existe entre las moléculas donde se confunden el tiempo y el espacio, por disminuir tanto su tamaño que quedó atrapada. Scott pudo hacerlo y retornar en el pasado por lo que hay cierta conexión mental que permitirá localizarla y traerla de vuelta a la realidad: es el interés por parte de los científicos que, de alguna manera, reprochan las acciones anteriores de Ant-Man.


         La cinta vuelve a ofrecer un guion bien escrito, compacto, con un par de villanos (uno normal, otra con superpoderes) que andan tras el edificio que contiene laboratorio y tecnología del Dr. Pym, por lo que la cinta no pierde rumbo, alterna los absurdos naturales, las partes heroicas, los momentos de suspenso, además de ese humor extraordinario. Los efectos visuales son delicados [la región cuántica es una explosión de colores y formas que recuerdan, de forma primitiva, al interior del cuerpo humano en Viaje fantástico (Fleischer, 1966) aunque con mejor resolución] y frenéticos (los cambios de tamaño y la edición, sobre todo en momentos de persecuciones, son magistrales).

Michael Peña (en medio) y los amigos de trabajo de Scott
son los que producen hasta la carcajada

La fábula moral que se repite y toma matices (la villana tiene motivos familiares que permiten la comprensión; el villano terrenal es completamente malo y caricaturesco). El gran éxito de estas sagas heroicas ha ocurrido cuando los actores y actrices son los adecuados, simpáticos y empáticos, aparte de atractivos. Mayor ventaja cuando todo es familiar (Scott es un padre amoroso; Pym hace todo por su esposa e hija) además de permitir la risa y hasta la carcajada. No elaboro más porque estas películas tienen un marco de referencia general que requiere un análisis global que alguna vez realizará una mente crítica, sin escrúpulos. ¡A gozarla!

El realizador Peyton Reed