sábado, 15 de diciembre de 2018

AMO DE MAR Y TIERRA


AQUAMAN
2018. Dir. James Wan.


         De nuevo, como en Rápidos y furiosos 7, se subraya que a James Wan le gustan las peleas y los trucos imposibles más que los improbables. La cinta se desarrolla a través de constantes enfrentamientos que el héroe vive contra piratas humanos, luego contra seres acuáticos, siempre dentro de la total fantasía: es un ser prácticamente indestructible. Un prólogo nos muestra a la princesa Atlanna (Nicole Kidman), herida,  rescatada por Tom (Temuera Morrison), el cuidador del faro de un puerto en la costa este de Estados Unidos. Primero asustada, agresiva, Atlanna pronto se recupera e inicia un romance con el hombre y con el tiempo tienen un hijo, Arthur. Cierto día, ante el ataque que vive de unos soldados procedentes de Atlantis, a los cuales vence, decide regresar para evitar futuras invasiones. Arthur (Jason Momoa) crece solamente con Tom, desarrollando sus poderes gracias al entrenamiento de su mentor Vulko (Willem Dafoe), quien llegaba de Atlantis para cumplir con su misión ya que Arthur es descendiente de la nobleza acuática, mestizo, entre agua y tierra, para ayudar a la humanidad. Luego vendrá su propio retorno al reino de su madre, gracias a la intervención de Mera (Amber Heard), prometida del Rey Orm (Patrick Wilson), quien ahora es el mandatario, porque fue también fruto de la relación entre el rey Orvik y Atlanna, quien fue después lanzada a su muerte.
         Otro episodio, con nuevo personaje estelar de la liga con superhéroes, de las historietas de DC Comics, conformando un  universo paralelo al de Marvel Studios en estos años cuando ha proliferado el género, y que ya había aparecido brevemente en otras dos cintas (Batman vs. Superman, La liga de la justicia). Maravillosamente diseñada visualmente (Los hermanos Coen dicen que el cine digital ha dado lugar a un nuevo género de animación porque casi todo lo que vemos es producido gracias a los avanzados efectos especiales de la computación, que adornan a los actores: lo que viene a ser un largo trayecto entre la original Mary Poppins y nuestro presente), la película va asombrando con la elegancia de sus productos creados. Si Ud. la ve en IMAX se dará cuenta que las secuencias en las profundidades marinas ocupan todo el campo visual de la pantalla para cambiar a la panorámica normal en los momentos alternos. 
         Aquaman o en busca del tridente perdido. Nuestro héroe deberá encontrar y utilizar al artefacto que un legendario antecesor poseyó y que será la prueba de que el siguiente regidor de Atlantis tiene la casta y las cualidades para alcanzar el título de rey. Lo más interesante es que a Arthur no le interesa el poder pero accede solamente cuando ve la injusticia interna de Orm y la amenaza de los efectos que una guerra produciría en el planeta. Aquaman es producto de mar y tierra: debe ser solidario con ambos. Aquaman nos recrea el odio entre hermanos: Abel contra Caín aunque con la esperanza de la redención. Y ya sabemos que estas películas son, al menos, recordatorio para los jóvenes espectadores de la lucha entre buenos y villanos donde estos últimos habrán de sufrir las consecuencias de sus malas intenciones o acciones, contrastando con el ambiente acrítico y confuso en que se vive actualmente.
         Ante una cinta que se encuentra en acción constante y vertiginosa, con pocos respiros para redondear a los personajes y un ritmo que nunca decae porque nos va sorprendiendo a cada momento, no pudo encontrarse mejor realizador que el dinámico Wan, ya maestro absoluto en su dominio narrativo (ya que, además, colaboró en el argumento). Aquaman es el triunfo del matrimonio entre la tecnología visual y el discurso del amor familiar por excelencia: y claro, se ofrece una ligera probadita de lo que será la secuela futura. Lo mínimo que se pide a estas películas es honestidad y estilo: se cumple con creces.
James Wan: lo que tiene de pequeño, 
se compensa por el dinamismo y el talento.