VIUDAS
(Widows)
2018. Dir.
Steve McQueen.
Verónica (la imponente Viola Davis) es amenazada por un
político corrupto porque su marido le robó dos millones de dólares. Al ser
atacada por la policía, la banda de ladrones murió y el botín se quemó al
incendiarse el vehículo. Verónica tendrá un mes para devolver ese dinero. Antes
que esto suceda, hemos sido testigos del gran amor que se tienen Verónica y
Harry (Liam Neeson), el cabecilla de la banda, mientras se alternan imágenes de
la persecución que sufren los ladrones hasta la explosión de su camioneta donde
todos mueren y momentos en la vida de las parejas de los otros integrantes de
la banda: golpeadores, estafadores, jugadores. Verónica descubre una libreta
donde Harry planeaba con rigor sus asaltos. Ahí se encuentra el siguiente, por
lo que decide llevarlo a cabo asistiéndose de las viudas de los otros
compinches: todas con necesidades económicas.
La felicidad previa entre Verónica y Harry
Así se va desarrollando la cuarta película del realizador
McQueen quien ahora se introduce en un género que antes no había visitado: la
acción e intriga, aunque con el comentario político que es usual en su trabajo.
McQueen ha presentado a personajes que se hallan en situaciones límite: el
revolucionario huelguista que llega a la muerte en Hunger (2008, así
titulada en su paso por el cine internacional), el hombre en el ápice de la
adicción sexual en Deseos culpables (Shame,
2011) o el hombre despojado de su libertad y familia por circunstancias
sociales en 12 años esclavo (12 Years a
Slave, 2013), pero ahora, a diferencia de esos tres previos largometrajes,
tenemos en el centro a una mujer cuya motivación será doble: la aflicción
absoluta por la pérdida del ser querido y la presión por las consecuencias de
un hecho ajeno a ella. Este retrato del sufrimiento es lo que hará que la
sonrisa se aleje del rostro de Verónica.
Deberá pagar dos millones de dólares
El aspecto relevante es Chicago como ciudad de los
acontecimientos. El propio McQueen ha comentado que quiso trasladar el
argumento original, basado en una serie británica de televisión en los años
ochenta, a una de las ciudades con la mayor historia de corrupción en la
historia norteamericana. Al mostrar al político aspirante Mulligan (Colin
Farrell), quien sigue adelante con el antecedente de su padre racista (Robert
Duvall, excelente a los 86 años) contra otro aspirante quien ha pertenecido a
la vida criminal y ahora busca un puesto político porque desde ahí se puede
alcanzar todo, sin importar la legalidad.
El psicópata Jatemme (Daniel Kaluuya, genial),
hermano del aspirante político, quien tiene
sus propios métodos persuasivos de convencimiento
La cinta se torna significativa en estos momentos de siglo
XXI corroído por la ambición y la falta de ética y moral en muchos aspectos y
naciones, al grado que ha llevado a que los habitantes del mundo elijan cambios
radicales que llegan al neofascismo en varios países. Ignorancia rampante,
injusticia e impunidad, además de consumismo desbordante que pueden explicar
las motivaciones de los personajes principales en esta narrativa: políticos que
se aprovechan del chantaje blandengue y la pasividad, hombres que buscan su
propio beneficio (como se reitera ante una inesperada revelación) que llevan a
las consecuencias de atracos. La esperanza reside en la búsqueda y encuentro
del amor aunque sea solución devaluada.
El talentoso y productivo Steve McQueen,
homónimo radicalmente opuesto
del actor de los años 60 y 70.