PESADILLA EN EL HOTEL NORMANDIE
(The Night / Aan Shab)
2020. Dir. Kourosh Ahari.
“Existen multiversos y un universo… ¡Y un verdadero universo!...” es el epígrafe previo a que acompañemos en su viaje hacia el interior del matrimonio conformado por Babak (Shahab Hosseini, extraordinario) y Neda (Niousha Noor), iraníes radicados en Los Ángeles, que son padres de la bebé Shabnam. Luego de una reunión entre amigos, donde la pareja anfitriona les invita a pasar la noche porque ya es muy tarde, el obstinado Babak insiste en partir hacia su casa. Neda le sugiere que ella manejará, pero Babak no acepta. En el trayecto, su GPS se desestabiliza y aparentemente Babak atropella a un gato. Ante la situación, Neda le pide que vayan a un hotel para evitar accidentes. Llegan al primero que encuentran en el camino donde el recepcionista les informa que solamente queda una suite disponible. Así inician la noche. Empiezan a suceder situaciones extrañas: Babak baja con su niña buscando agua caliente para preparar un biberón. El recepcionista le empieza a contar que fue testigo de verdaderas tragedias como magnicidios, incendios y asesinatos. En ese momento llega Neda quien le pide que le deje a la pequeña y se vaya a acostar. Ya en su habitación, Babak se recuesta y en ese momento aparece Neda que estaba en el baño: ambos bajan rápidamente a recuperar a su bebé, ahora solitaria en el vestíbulo…
Golpes en la puerta que al abrirse dejan ver que no hay nadie. Un niño que pregunta por su madre. Un dolor de muelas que se va incrementando según pasa el tiempo. Un policía que llega a interrogarles luego de que han reportado sus incomodidades. Y así va pasando el tiempo sin que parezca que avance. Tanto Neda como Babak irán primero desconfiando de su realidad hasta que haya elementos que los reúnan en sus temores. Un personaje solitario y siniestro le comenta a Neda que “solamente con la verdad llegará un mañana”. La atmósfera es tan irreal, pero de pronto vuelve a conectar al espectador en una realidad aparente, para reencontrarse con las alucinaciones. El tono es de un horror contenido y la atmósfera es de pesadilla viviente. Su gran cualidad es que, a pesar de que hay repetición de situaciones fantásticas, el ritmo no se interrumpe ni la atención cede. El espectador, con las pistas recibidas, está constantemente tratando de adivinar lo que está sucediendo porque vuelve a recordar el epígrafe de “un verdadero universo”.
Por supuesto que se notan influencias y homenajes. De manera obvia, el cinéfilo se acuerda de El resplandor (Kubrick, 1980), por esos corredores largos, ahora con un niño en ellos. Una copia de “La reproducción prohibida” de Magritte permite el recuerdo de Barton Fink (Coen, 1991). La disociación de personas tiene un antecedente en Identidad (Mangold, 2003) o simplemente el enfrentamiento con los demonios interiores que está presente en 1408 (2007, Hafstrom). No tenemos nuevas historias: hay estilo e imaginación para reconvertirlas y que provoquen nuevamente la curiosidad y el florecimiento de emociones. En este caso tenemos una cuestión de etnia: la pareja iraní que habla farsi entre ellos y con sus amigos, pero manejan el inglés con los norteamericanos para dejar constancia de que las raíces no se rompen ni ocultan. Babak ha llegado cinco años atrás a Estados Unidos y hasta un tiempo reciente ha podido traer a su esposa a vivir con él: esto será importante para una revelación que podría ser verdad o simplemente parte de la imaginación del marido que posee sus propios secretos.
Estamos ante un espléndido ejercicio de horror interior y de suspenso. Dos actores de excelencia (sobre todo quien interpreta a Babak) no permiten que la ilusión se rompa. Desde el inicio, mientras Babak se mira en el espejo, empieza a dudar de lo que es verdad o mentira. Y de manera circular, al final estará frente a otro espejo donde sabrá que siempre está mirando hacia atrás, sin querer enfrentar su realidad que se le ha presentado crudamente durante esta larga e interminable noche para él, pero fascinante y apasionante para el espectador.
El realizador Kourosh Ahari con su actor Shahab Hosseini (izq.)