viernes, 1 de octubre de 2021

DESAFIAR LA TRADICIÓN

AL FINAL BAILAMOS
(And Then We Danced)
2019. Dir. Levan Akin.

 

         Merab (Levan Gelbakhiani, excepcional) es un joven bailarín de la escuela nacional de danza en Tiflis, Georgia, donde esta manifestación cultural es la que prevalece como antigua, emblemática tradición que le ha dado identidad a su pueblo. El estricto maestro que diariamente conduce las clases de un grupo de jóvenes aspirantes a pertenecer a la compañía nacional expresa la necesidad de respetar dicha danza, tenerle respeto y, exige a los varones, que mantengan el sentido de masculinidad en este arte, a pesar de que ciertos movimientos de manos y cuerpos sean suaves y delicados. El viejo director de la escuela expresa que “la danza georgiana implica la inspiración de un pueblo”. Cuando llega otro joven que muestra sus buenas aptitudes a la clase, Merab tiene sentimientos encontrados: rivalidad, otro posible obstáculo a vencer para alcanzar su meta; y simpatía, ya que Irakli (Bachi Valishvili) muestra calidez y deseos de compartir cuando ambos ensayan muy temprano, previamente a horarios de clase.

         Merab es hijo de bailarines quienes, desencantados, interrumpieron su carrera dentro de la compañía de danza: ahora se han separado y el joven vive con la madre, mientras que el padre tiene un puesto de fierros viejos en un bazar. Un hermano de Merab, David, también es estudiante de la compañía pero no ha mostrado disciplina. Estos casos familiares sirven para que el maestro esté constantemente criticando y corrigiendo a Merab. El acercamiento hacia Irakli va creando una amistad que alcanza otra faceta cuando ambos descubren que se atraen y llegan al contacto físico. En algún momento, Irakli desaparece. Merab inicia su propio viaje interior: la contradicción entre la masculinidad de la danza contra su deseo y ansiedad por la ausencia de Irakli. La cinta entra en otras etapas y experiencias consecuentes con la nueva realidad de Merab que vendrán a darle su expresión de libertad ante las convenciones sociales y la tradición de la danza.

         El realizador Akin, nacido en Suecia pero con ascendencia georgiana, expresó en una entrevista que la cinta se le ocurrió luego de enterarse del ataque que sufrieron cuarenta jóvenes en Tiflis que deseaban realizar su marcha del orgullo gay en 2013, pero fueron reprimidos y atacados por una marcha alterna organizada por la iglesia y grupos conservadores de Georgia que les excedían de manera numerosa. Al ser país democrático, acepta por ley a la homosexualidad, pero en la práctica la situación es distinta. La película tuvo que filmarse con cierta privacidad. El actor principal, bailarín de danza contemporánea, dudó varias veces antes de aceptar su papel en la película. En sus exhibiciones en Tiflis, la cinta sufrió varios ataques y protestas, pero finalmente se convirtió en éxito de público.

         El tema de la tradición cultural queda representado por la danza nacional y se convierte en el símbolo del conservadurismo que debe transgredirse para que se respeten los derechos de personas que tienen otras orientaciones sexuales e identidades. Merab, al descubrir su naturaleza, se da cuenta de que la única manera para sobrevivir a la incomprensión, la prohibición, la censura, los prejuicios, será enfrentando y modificando a la tradición. En una sociedad que le limita las alternativas de una vida personal, romper con las reglas rigurosas de masculinidad y las normas o estilos inapelables de danzas cultivadas y repetidas desde la Edad Media se convierte en su propio renacimiento personal. Otro paso a la libertad.  (En la foto inferior aparece el realizador Levan Akin, al lado de sus excelentes actores).