RED ROCKET
2021. Dir. Sean Baker.
El título se refiere a un modismo del idioma inglés que se refiere al pene erecto de un perro. Viene a ser el símbolo perfecto del personaje principal de la cinta, el patético, manipulador y egocéntrico Mickey (Simon Rex, excelente), actor pornográfico venido a menos, quien ya es cuarentón y vive del recuerdo de sus glorias pasadas. Lo encontramos en un autobús, llegando a Texas City desde Los Ángeles, del cual se dirige a la casa de Lexi, su esposa y anterior pareja dentro del mundo porno, quien vive con su madre Lil. Ambas lo rechazan cuando éste les suplica que lo vuelvan a recibir, que solamente será un par de días, mientras encuentra empleo. De alguna manera, logra convencerlas y pronto, Mickey ya está viviendo con ellas. Más adelante, volverá al lecho conyugal ante la satisfacción sexual de Lexi. No obstante, Mickey no logra encontrar trabajo. En todas partes lo rechazan al tener que confesar que participó en la industria del cine de “entretenimiento para adultos”, como se le nombra de manera sutil e hipócrita. Debe, entonces, de dedicarse a la venta de droga gracias a la principal distribuidora del pueblo, la matrona Leondria, aunque bajo las reservas de su hija June. Mickey encuentra como centro de operaciones una tienda de donas y café, donde trabaja la joven pelirroja Raylee, quien se autonombra Strawberry, y a la cual Mickey transformará en su meta personal, la joven que podrá manejar y convertir en nueva sensación de la pornografía en Los Ángeles.
La cinta sigue la tradición del cine de Baker: en Tangerine (2015) mostraba el mundo de la prostitución transgénero, a través de personajes con esperanza de cambio de vida, destrozados por su propio entorno. Luego, en El proyecto Florida (2017) se centraba en niños, hijos de personas de niveles bajos, predestinados, quizás, al fracaso individual. Siempre es el ambiente que rodea a los personajes que habitan en sus historias: en este caso Mickey es producto del mismo pueblo que lo ahogaba y que lo convirtió en el tipo de ser que es ahora. Lexi y Mickey crecieron juntos, estudiaron en la misma escuela, y ambos se fueron a buscar fortuna en Los Ángeles dentro de lo que podían hacer y la mejor salida fue la pornografía. No se saben los motivos por los cuales Lexi decidió abandonar esa vida y retornar a sus orígenes. Mickey, por su parte, en todas las interacciones que tiene con quienes se cruzan por su camino, cuenta e insiste que ganó varios premios gracias a su talento, a poder moverle la cabeza, de manera correcta, a quien le estaba haciendo una felación, y esos fueron los grandes logros.
Lo más contundente de la trama es la insistencia de Mickey por recuperar su estatus. Su sentido individual, egocéntrico, de “conocedor”, puede hacerlo resurgir de las cenizas. Al encontrar a Strawberry, saber que tiene 17 años y estar a punto de cumplir los 18, de inventarle toda una realidad que no es cierta (le hace creer que vive con su madre en una casa de lujo), de hacerle cortar a un pretendiente (la seduce diciéndole que es alguien que no la merece), de llevarla a conocer el table dance local para que se dé cuenta de cómo se puede ganar dinero fácilmente. Así, Strawberry cae en sus redes, y se despierta la ambición y la esperanza de Mickey para el futuro.
Mickey
viene a ser una persona pusilánime. Es la imagen perfecta del perdedor, del que
encontró su talento en su pene y se conformó con esa ventaja. Ahora, cuarentón,
venido a menos, aunque conserva su potencia sexual, no le queda otro horizonte
que el sueño de volver a la gloria primigenia. Mickey es manipulador que
engaña, crea falsos escenarios, desobedece órdenes de su dealer para ganar
más dinero. Es el hombre que, como el perro metafórico del título, trae su red
rocket en constante ilusión. Y lo más interesante, que debe uno de
agradecer al realizador Baker (que nos ha dado su cinta más redonda), es que,
según Mickey va obteniendo algún posible triunfo (como salvarse de un incidente que provoca), se va hundiendo más y más. La
acción sucede en 2016, cuando Trump acepta la nominación para ser presidente
gracias a engaños y falsas promesas, como idea general del ambiente en el que
estaba hundida la nación, y que sirve de marco para personas como Mickey. El
uso de la canción de N’Sync, Bye, Bye, Bye, para denotar ese adiós al
cual Mickey deberá llegar: será al desprecio, cuando todo el juego se haya
abierto de capa, y se demuestre que un perdedor nato nunca dejará de serlo. El
que se creía posible agente era un realidad un padrote en ciernes.
El realizador Sean Baker con su actor Simon Rex